"QUE LA GENTE DE OTROS CAMPOS JAMAS PODRIA IMAGINAR.."
Lola Benítez Molina
Hace relativamente poco tiempo que se
viene hablando de la sensibilidad como un rasgo de la personalidad. Pero en un
mundo cruel, con demasiados egoísmos, envidias y dobles intenciones, donde se
establece la ley del más fuerte, la sensibilidad parece que no tiene cabida,
sin embargo, es la que hace que la belleza y el altruismo continúen imperando a
pesar de todo. Hay quien dice que es un don, un sexto sentido, un detectar sentimientos,
sensaciones que otros son incapaces de percibir.
Científicamente hablando, se sabe que es
la parte derecha de nuestro cerebro la que está más desarrollada, la relativa a
la sensibilidad y a la creatividad. Un 20% de la población dispone de las
características básicas que definen la sensibilidad (cerebro emocional dotado de
una gran empatía y orientados plenamente a la sociabilidad y a la unión con sus
semejantes), pero en innumerables casos las personas con alta sensibilidad pasan
gran parte de su vida sin ser conscientes de ello, es decir, sin saber que
pertenecen a ese grupo de privilegiados, personas estas que viven con unas
“gafas invisibles”, que les hacen ver el mundo de otro modo y con un corazón
más abierto a sus coetáneos y a todo aquello que sobre nuestro planeta existe,
pero también más vulnerable a la realidad de la época en la que palpita.
Es
evidente que ese hondo sentir, siendo consciente o no del mismo como ya expresé
en el parágrafo anterior, se expresa con el alma inundada de una viveza y una
armonía sumamente exuberantes. Obviamente, esa sensibilidad se puede también
manifestar con profundo pesar que derrama lágrimas que quedan intactas sobre el
papel, solidificándolo. Eso, precisamente, podría decirse que le ocurrió a la
poeta americana Sylvia Plath, mujer extremadamente inteligente y sensible, cuya
biografía me sobrecogió, ya que tras perder a su padre a temprana edad y unas
relaciones difíciles con su madre, no soportó el abandono del marido, el
también poeta Ted Hughes. “Para un hombre, refiere Bhagwan
Shri Rashnísh, el amor es parte de su vida… para una
mujer, el amor es su vida entera”. Entre otras parejas célebres que nos ha
dejado la literatura podemos mencionar a Jean Paul Sartre y Simone de Beauvoir,
Octavio Paz y Elena Garro o F. Scott Fitzgerald y Zelda.
La sutileza, que se genera en el interior
de una persona altamente sensible, necesita salir a borbotones por las rendijas
que se abren en su corazón, unas veces, desbordante de exaltación, otras
maltrecho por el avasallante dolor. Ciertamente, “las palabras, dice Julio
Cortázar, nunca alcanzan cuando lo que hay que decir desborda el alma”. Existen
lugares que para nosotros también encierran esa alma y duende que acompañan al
poeta, que tiene la particular capacidad de utilizar el lenguaje como si se
tratara de una paleta de colores, con la cual puede crear imágenes que la gente
de otros campos jamás podría imaginar, es decir, el poeta altamente sensible
aprovecha las palabras de infinitas formas, las renueva, les brinda una vida y
un color que nunca habían tenido y las pone al servicio del arte poético.
Concluyo este breve artículo con unas palabras de Mario Benedetti: “Tu alma
gemela no es alguien que entra en tu vida en paz, es alguien que viene a poner
en duda las cosas, que cambia tu realidad, alguien que marca un antes y un
después en tu vida”. Esa alma gemela es la de un poeta, la de “una persona
común y corriente, continúa Benedetti, que se las arregla para revolucionar tu
mundo en un segundo”.
Como siempre la escritora gaditana nos deja uno d sus trabajos de gran belleza y calidad. Hoy nos habla de la Sensibilidad en las peronas. Hoy algo que no enconramos en las personas que nos rodean. Como ella dice, que viene a ser una alma gemela "una persona comun y corriente, que se las arregla para revolucionar tu mundo en un segungo" frase del escritor Benedetti.
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