Por Pedro Corzo, periodista e historiador.
Cada drama o tragedia humana tiene sus particularidades y dolientes. La intensidad de la pena es proporcional a los vínculos con las víctimas. Es evidente que todas estas situaciones afectan, pero conmueven mucho más cuando las ha padecido un familiar, un amigo o un simple coterráneo.
La emigración masiva hacia Europa y las imágenes de los que han perdido la vida en el intento, en particular los niños, es devastadora. Los ciudadanos del Medio Oriente y del norte de África que han decidido dejarlo todo o nada, porque solo tienen esperanzas, asumen grandes riesgos y enfrentan en la travesía serios peligros naturales, solo superados por la vesania y crueldad de los traficantes de personas.
Los migrantes sirio, libios o de cualquier otro país de esas regiones abandonan sus hogares como consecuencia de las guerras o las calamidades extremas que se ven obligados vivir a diario. Ellos sufren y padecen lo que es difícil imaginar, porque por largo tiempo han aprendido que el día siguiente es casi seguro peor que el anterior.
Paralelo a la crisis migratoria causada por las migraciones africanas y mediorientales en Europa, en América, en mucha menor escala, se está desarrollando una situación en la que miles de personas, aunque no viven en un estado en guerra o en conflictos religiosos, esa es la paradoja, deciden abandonar su país para recuperar la esperanza de tener una vida mejor.
Estas fugas no son nuevas. Es conocido que a la dictadura cubana le han servido las migraciones masivas como una válvula de escape de la presión constante que ejerce sobre la población. El castrismo, independiente al costo político que implique, ha demostrado que es partidario de una estrategia de migraciones masivas porque estas siempre le han redituado concesiones favorables de Estados Unidos
El gobierno de La Habana inició la crisis de Camarioca, presionando a Washington a iniciar los llamados Vuelos de la Libertad, por los que salieron 260, 000 cubanos. Castro inventó el Mariel abandonando el país 125,000 y fue el principal promotor de la crisis de los balseros de 1994, por la que dejaron la isla otras 32,000 personas.
Históricamente el flujo masivo de inmigrantes ilegales cubanos intenta llegar directamente a Estados Unidos, una situación que ha cambiado drásticamente.
En el pasado una minoría de los que huían del castrismo carenaban en alguna nación caribeña, menos en Centroamericana, lo que hacía que el éxodo fuera visto a distancia por el resto del continente.
En la actualidad realizan un maratón por ocho países, lo que debería obligar a más personas a preguntarse por qué los trabajadores abandonan su paraíso.
En septiembre del 2014 la Cepal informó que Cuba era el cuarto país del hemisferio en número de inmigrantes en términos absolutos, 1,293,000, a esa cifra hay que sumar que este año han ingresado solo a Estados Unidos más de 43,000 cubanos, un incremento del 77 por ciento en relación al 2014, sin incluir a los miles que se encuentran entre Ecuador y México.
Es el año que Washington y La Habana restablecieron relaciones diplomáticas. Otra particularidad es que la inmensa mayoría de los que participan en la Gran Marcha lo hacen partiendo de Ecuador, un país aliado de la dictadura de Raúl Castro, que entrega visas a los cubanos con muy pocos requisitos y a sabiendas que el objetivo final de los viajeros es Estados Unidos.
Otro aspecto es que la reforma migratoria de La Habana, permite a los cubanos estar dos años residiendo fuera del país, mientras la Ley de Ajuste Cubano estadounidense solo demanda la residencia por un año de los naturales de la isla que masivamente se acogen a la misma, por los privilegios que esta les otorga.
Ante esta situación es válido cuestionar que motiva a la dictadura que siempre ha calificado la Ley de Ajuste de Ley Asesina, para no haber incluido en sus muchas exigencia a Washington, el fin de una legislación que rechazaba públicamente antes de que ambos países restablecieran relaciones diplomáticas.
También vale la pena preguntarse porque Rafael Correa permite la entrada sin restricciones de miles de cubanos consciente de que seguirán viaje a otro país. Por qué Nicaragua, otro aliado del castrismo, trancó la travesía si desde hace más de un año ese país es transitado ilegalmente por miles de cubanos que pretendían llegar a Estados Unidos.
Todo parece indicar que la dictadura está usando una vez más a los ciudadanos que abandonan el país como instrumento para gestar una nueva crisis migratoria. El objetivo sería obtener nuevas ventajas en sus negociaciones con Estados Unidos, un país al que siempre consideraran enemigo.
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