domingo, 25 de marzo de 2018

LOS FUTUROS DE CUBA


"Las potencialidades de Cuba dependeran mas de las libertades individuales y el empoderamiento que de un conjunto dado de reformas economicas."

Por José Azel. Ph. D.
 Cuba hoy se puede describir como "un país imposible" con arreglos sociopolíticos y económicos insostenibles. Para el pueblo cubano, seis décadas de vivir bajo un régimen totalitario y con una economía controlada fallida significa un legado de atraso económico, social, político y civil. El economista y disidente cubano Oscar Espinosa Chepe describió el impacto del sistema económico de Cuba en la sociedad civil: "Estos años de crisis prolongada y profunda han generado una enorme pérdida de valores espirituales... han proliferado el egoísmo, la mendacidad, la doble moral y los métodos ilegales de supervivencia. Niveles increíbles”.
Para la mayoría de los cubanos, hoy el trabajo ha dejado de ser la principal fuente de sustento. Incapaces de vivir de los resultados de sus labores legítimas, han desarrollado una cuasi ética que justifica todo. Es una forma de lidiar con la incoherencia de la vida en Cuba. La sociedad civil de Cuba ha cometido un tipo de suicidio filosófico y ético para escapar del absurdo existencial de un futuro sin posibilidades. Hoy, los cubanos no se aventuran a soñar ni a tener esperanzas, excepto tal vez sobre abandonar la isla.

A medida que la era de los hermanos Castro llega a su fin, debemos reconocer estas condiciones adversas. La salida de Cuba de su angustia existencial no es solo libertad de condiciones económicas deplorables. Las potencialidades de Cuba dependerán más de las libertades individuales y el empoderamiento que de un conjunto dado de reformas económicas.
La libertad del miedo debe ser el primer paso para una transición genuina y exitosa porque es una condición necesaria para revertir la apatía política. Los cubanos han olvidado cómo sentirse libres y cualquier esfuerzo de reforma que deje a la sociedad civil inarticulada no reconoce que ninguna sociedad moderna puede funcionar en el mejor interés de las personas sin un sistema efectivo de controles y equilibrios.
En las sociedades comunistas, los procesos de resolución de conflictos políticos se desacreditan oficialmente a favor del dogma. Pero, una transición del totalitarismo a la democracia no puede ser impuesta; debe surgir de la negociación explícita e implícita entre los diversos grupos. Mientras que una transición de "un paso" a la democracia en la Cuba post-Castro puede ser el enfoque más satisfactorio intelectualmente, es poco probable. Las necesidades políticas y económicas requerirán negociación y compromiso, tal vez bajo la forma de gobiernos de "unidad nacional" o "responsabilidad nacional", hasta que puedan celebrarse elecciones democráticas pluralistas.
El punto esencial es que esta etapa de negociación y compromiso debe tener como objetivo central los términos para la disolución del régimen totalitario y los procedimientos para el establecimiento de un gobierno democrático pluralista que gane legitimidad mediante elecciones libres, justas y competitivas. 
Las culturas políticas conflictivas, como los escorpiones en una botella, no pueden evitarse permanentemente. Pero, las culturas políticas, a diferencia de los escorpiones, no necesitan participar en una lucha de eliminación hasta el final. Pueden coexistir en un medio democrático participativo siempre que todos los participantes acepten los medios democráticos como el campo de participación.
Durante seis décadas, la comunidad cubana en el exilio ha creído que la desaparición de los Castros significaría el fin del comunismo en Cuba y que la democracia seguiría inevitablemente. Esa visión escatológica del comunismo cubano demostró ser inexacta. La sucesión de 2008 de Fidel a Raúl fue eficiente e ininterrumpida. Sin embargo, dada la edad de Raúl Castro, habrá otra sucesión en un futuro no muy lejano. José Machado Ventura, también anciano, es el sucesor superficial de Raúl Castro en el Partido Comunista.
La próxima sucesión en Cuba puede no ser tan fácil, pero es muy poco probable, dados los posibles sucesores identificados, que brinde un terreno fértil para una verdadera transición. Una transición legítima puede tener que esperar un interregno posterior a Castros-Machado.
El futuro potencial de Cuba dará paso a una realidad de transición o sucesión dependiendo de si los cubanos adoptan una filosofía de gobierno que reconoce las libertades individuales o una que defiende la primacía de las medidas económicas, incluso si se lleva a cabo fuera del marco del empoderamiento democrático.
El camino elegido cristalizará la narrativa cubana posterior a Castro para las generaciones venideras. La curación de la nación cubana no puede tener lugar en un entorno totalitario, y no puede tener lugar sin las libertades civiles y los derechos políticos para practicar la tolerancia heroica y la sabiduría política. Para evitar el estancamiento político o el caos en la Cuba post-Castro, debe surgir una nueva forma de percibir el futuro y de comportarse como un pueblo. Para que esto suceda, el gobierno cubano en transición no puede ser una extensión ideológica del régimen de Castro. Tiene que ser su antítesis.
Los derechos políticos y las libertades civiles no son lujos superfluos para ser añadidos a un programa de reformas económicas. Son esenciales para capacitar a la ciudadanía para corregir errores, expresar descontento y generar cambios en el liderazgo. La democracia requiere un modelo de relación entre el estado y sus ciudadanos que sea radicalmente diferente del modelo de relación de un estado marxista-leninista. Por lo tanto, el comunismo cubano no puede ser reformado para lograr una transición genuina.
Para despertar aspiraciones, aventurarse a soñar y esperar, a escapar de sus tareas diarias de Sísifo, la sociedad cubana debe exorcizar la mitología del máximo líder mesiánico. Una transición exitosa en Cuba requerirá, tal vez sobre todo, una visión convincente de esperanza para todos los cubanos; una realización irrefutable de que la vida puede recuperar su significado potencial a pesar de sus aspectos trágicos.
En Cuba después de Castro, se tomarán decisiones y se tomarán caminos. Que sean los de la libertad individual y el empoderamiento para que los cubanos siempre puedan sentirse libres.




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