sábado, 3 de marzo de 2018

LA RULETA RUSA DE LA ELITE DEL PODER


     "Segun un estudio de la firma consultora The Havana Consulting Group (THCG) entre 280 y 350 millones de dolares anuales se van del pais..."



LATINEWS/
Tres noticias económicas recientes ejemplifican la nefasta relación causa-efecto que se ensaña con los cubanos debido al carácter obsoleto del régimen de gobernanza que impera en Cuba y la naturaleza reaccionaria de Raúl Castro y su entorno. 
Las causas, en este caso, son dos: el frenazo que ha dado la propia dictadura a lo que algunos insisten en llamar “reformas” raulistas, y la revelación hecha por la agencia Reuters de un documento oficial al que tuvo acceso en el que se anuncia que el régimen aumentará el control del Estado sobre el sector privado y limitará el emprendimiento por parte de los cuentapropistas. Al parecer la Junta Militar está preocupada porque ya el 12% de la fuerza de trabajo del país labora en el sector privado y la creciente prosperidad que un segmento del mismo viene alcanzando. 
En tanto, el efecto es la sangría de divisas que se deriva de ese frenazo. Según un estudio de la firma consultora The Havana Consulting Group (THCG), entre 280 y 350 millones de dólares anuales se van del país debido a las trabas impuestas por la dictadura a los cuentapropistas, a quienes prohíbe expandir sus negocios o invertir capital en otros sectores de la economía de Cuba.
La afectación económica y social que ello tiene para la población se puede resumir con un solo dato: un informe de un buscador global de datos de comercio internacional (OEC) , revela que Cuba en 2015 exportó azúcar por 378 millones de dólares, y tabaco por $213 millones. Por tanto, las divisas que salen ahora del país por culpa del estalinismo tropical de Raúl Castro superan el valor  de las exportaciones de azúcar. Y posiblemente esa fuga de capitales duplica el monto de las exportaciones de tabaco.
¿Y por qué se van los capitales?  Como el régimen  prohíbe la concentración de riquezas los emprendedores cubanos sacan sus ganancias del país hacia a otros países e invierten allí en pequeños negocios. Depositarlos en los bancos estatales cubanos los haría vulnerables a cualquier confiscación caprichosa como acostumbran ocurrir desde 1959 en la isla. 
Muchos cuentapropistas tienen ya algunas sumas respetables de dinero, y como ya no existe la “tarjeta blanca” (permiso para salir), viajan ellos mismos al exterior con todo el dinero físico que pueden en moneda extranjera, o utilizan “mulas” para sacarlo, o bien compran propiedades en Cuba que luego venden a extranjeros. Pero siempre terminan invirtiendo o depositando el dinero fuera de la isla.
El fondo de esta descapitalización adicional  es que el dictador y su claque militar perciben cualquier eventual despegue del sector privado como una amenaza para la transición neocastrista. Ellos quieren instaurar un capitalismo de Estado militarizado en el que solo se puedan  enriquecer ellos mismos y nunca el resto de los cubanos. Castro II y sus militares temen la competencia de un sector privado fuerte. Se niegan a que los emprendedores se conviertan  en prósperos empresarios  y puedan en el futuro pugnar por mayores libertades, económicas y también políticas.  
¿Y el pueblo? Cada vez peor. 
Ya hace 27 años que Moscú no regala dinero, los subsidios venezolanos se han reducido,  llega mucho menos petróleo gratis, Maduro se tambalea y la nueva tensión con Estados Unidos contrae el turismo procedente de ese país y le presenta nuevos retos a Castro. La situación no tiene otra salida que no sea la de desmantelar el absurdo régimen de gobernanza que ha regido por mas de medio siglo el desastre nacional y restaurar las libertades secuestradas a los cubanos a lo largo de ese tiempo. 
Para la elite de poder cubana seguir apostando al inmovilismo en 2018 es jugar a la ruleta rusa. 

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