Ex preso político. Escritor. Empresario.
Ante todo
agradecer a Guillermo Fariñas Hernández el enorme y doloroso esfuerzo realizado
en su huelga número 25. Gracias a estos sacrificios trascendentales, el clamor
de la causa de la libertad de nuestro pueblo es continuamente escuchado internacionalmente
en los más altos niveles. Los premios y homenajes recibidos por Fariñas han
sido merecidos y bienvenidos. El mayor premio le llegará cuando la leche y la
miel no fluyan exclusivamente en el bunker aristocrático de Punto Cero, sino
que alimenten sustancialmente a todos los que sudan la camisa. Cuando el sol
salga para todos.
Las huelgas
de hambre tienen como objetivo la denuncia o la negociación. La dictadura
cubana niega el carácter existencial de la oposición. El objetivo fundamental del
sacrificio de Fariñas es la denuncia, para que los dictadores paguen un precio
político por su vesania y así tratar de disminuir la salvaje represión
castrista. La esperada victoria de esta última huelga de 54 días fue más allá
de lo que habíamos soñado.
El creciente escándalo de la falsedad aparente
de “La Enmienda Fariñas”, que supuestamente El Parlamento Europeo introdujo en
su agenda condicionando las futuras relaciones de la UE con el Estado Cubano al
cese de la violencia, multiplica exponencialmente los efectos mediáticos
esperados. La propuesta de los senadores Marco Rubio y Bob Menéndez de
paralizar los viajes a Cuba mientras continúen las violaciones de los derechos
humanos. Las visitas de los obispos y del vice embajador nominal de USA
representando al Presidente Obama, y
muchísimos acontecimientos más, constituyen un logro incomparablemente superior
a cualquier promesa o participación requerida a la Dictadura Hereditaria. La
victoria mediática de la denuncia de Fariñas es incuestionable e indetenible.
Misión cumplida.
Las promesas del castrismo suelen ser falsas. Si
Raúl Castro hubiera prometido no ejercer la violencia contra los indefensos
opositores y no robarle impíamente las escasas propiedades a los
cuentapropistas, nadie medianamente informado lo hubiera creído. Sin terror no
hay dictadura. La credibilidad de la mitomanía castrista, hoy más que ayer,
tiende a cero.
Una huelga de
hambre y sed significa que el protagonista se niega a abrir la boca voluntariamente
para ingerir alimentos y agua. Cuando éste pierde el conocimiento o la fuerza,
lo hidratan y fortalecen de nuevo inyectándole líquidos alimenticios por vía
intravenosa. Algunos murieron cuando el gobierno decidió suspender esas
transfusiones en la época cuando nadie veía, nadie hablaba y nadie escuchaba. Ahora todos ven, oyen y filman videos.
La
propaganda totalitaria y sus ecos variopintos tratarán de minimizar o ridiculizar en vano el éxito de
Fariñas. Su éxito es el éxito de la oposición, nuestro éxito. Algunos menospreciarán
nuestra victoria mediática; es una vieja tendencia humana y un derecho garantizado
por la primera enmienda. Mientras más y peor hablen de nosotros, nos es mucho
mejor. Que los ladridos sean ensordecedores. El mejor escudo protector de la
crítica es la victoria. Todo engrandecerá nuestro triunfo; da igual un homenaje
que un escándalo.
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