Cuando un panfleto como “Las verdades de Miguel” publica un libelo antisemita es comprensible que el Congreso Judío Mundial, la Liga Antidifamación, la Confederación de Asociaciones Israelitas de Venezuela, se limiten a protestar discretamente, denunciando un hecho notorio, señalando los tópicos más vulgares, dejando asentado su rechazo por escrito, teniendo siempre la mayor cautela en resguardar a su comunidad y hasta ahí, no se embarcan en especulaciones audaces.
Aunque siempre pueda comprobarse que el
antisemitismo tiene un aspecto exculpatorio: alguien que quiere descargarse de
una culpa la proyecta sobre los judíos, de manera que resulta imperativo
destapar cada manifestación de antisemitismo para ver quién podría estar
tratando de esconderse tras el chivo expiatorio judío y esto pasa incluso en
Venezuela, un país que nunca había conocido manifestaciones de este tipo, ni
siquiera importadas desde España.
En cambio, un lector desprevenido puede leer
bajo el título “Los rabinos de CADIVI” (dejando a un lado la foto del judío
ortodoxo con sombrero negro que, por cierto, es casi la misma con que el diario
El País de Madrid ilustra el libelo Vargas Llosa, pero poniéndole unas gríngolas
como si fuera un burro, luego, ya se trata de un tópico universal, como la
estrella de David formada con un billete de dólar) lo siguiente:
“GANUZ. Existe un informe (¿?) sobre uso
ilícito de divisas por parte de empresas manejadas por israelitas en Venezuela.
Mediante esas firmas compraron valores a través del SITME. Los dólares
correspondientes fueron transferidos a cuentas personales en los Estados Unidos
(1ST. United Bank) y Suiza (EFG Bank). Con esos abonos queda claro que los dólares
obtenidos no fueron utilizados para la importación de bienes y servicios. Una
cantidad importante (¿?) fue transferida del Banco Mercantil (Venezuela) al
Banco Provincial Overseas NV en Curazao. Las empresas pertenecen a ciudadanos
de origen israelita.” Miguel Salazar. Viernes 12 al 18 de agosto del 2016.
Y pasar el resto del día preguntándose, ¿De qué
me informaron? Esto es una tramoya de conexiones arbitrarias y maliciosas con
“israelitas” al principio y al final. Pero, israelita no es sinónimo de judío,
alrededor del 20% de los ciudadanos de Israel son árabes. De hecho, pocos son
religiosos y tanto menos ortodoxos, como los que representan las fotos de El
País y este panfleto, muchísimo menos Rabinos: que es como tomar un sujeto de
la mafia italiana, de italiano deducir que es católico, de allí sacerdote,
luego al Vaticano: ¡La conspiración jesuita!
El lector averiguador hace lo que cualquiera,
pone en su buscador la palabra enigmática “GANUZ” que parece sugerir algo
oculto y resulta que te conecta con un articulista de “las verdades del alma”
(que deben ser las mismas de Miguel), vinculado a la Unión Juvenil Evangélica
Venezolana (UJEV).
Esto tiene más sentido, porque es fama que
desde el principio CADIVI ha estado dirigida por militares cuyo segundo
distintivo es ser evangélicos. El gran pastor es Edgar Hernández Behrens, que
hizo fama por empezar las reuniones de la directiva rezando, encomendando a
Dios todo lo que iban a hacer y ¡miren que lo necesitaban! Hasta editó un libro
guía: “Dios en la Gerencia y los Negocios”. Su consigna: “Dios va a sanar y
limpiar esta tierra”.
Pero yendo al fondo del asunto: Todo el mundo
vio y recuerda a Chávez maldiciendo a Israel en cadena de radio y
televisión; luego expulsó deshonrosamente a su embajador sin cumplir ninguna
fórmula diplomática; estableció relaciones con la ANP y hasta tiene una
“embajadora palestina”, no se sabe con qué acreditación diplomática
internacional porque ella misma dice luchar por la creación de un Estado que,
ergo, no existe.
Si la nota dice que los dólares fueron
transferidos a “cuentas personales”, ¿a qué viene el subtítulo “Divisas para
Israel”? ¿Cómo puede un régimen manifiestamente antisemita trabajar con y para
Israel? Esto no cabe en cabeza sana; pero el antisemitismo es precisamente eso,
una enfermedad mental y por lo que se ve, incurable.
Esos sujetos que promueven el boicot contra
Israel bajo la consigna “territorio libre del apartheid israelí”, no toman en
serio los hechos ni las palabras. ¿Cómo puede alguien por consumir artículos
producidos en Israel caer bajo el dominio del “apartheid israelí”? ¿Cómo puede
liberarse por no comprar productos israelíes? Esto es un lenguaje mágico, muy
propio de la izquierda mundial, que convierte las cosas en palabras y de allí
de nuevo las palabras en cosas. PODEMOS acusa a Israel para exculpar a
terroristas y narcotraficantes, sus servicios son muy bien remunerados por Irán
y Venezuela.
Se pueden revisar millones de páginas de cinco
mil años de historia judía sin encontrar mencionada ni una sola vez la palabra
“apartheid”. En verdad es un término propio de Suráfrica; pero otra vez el
propósito de este libelo es exculpar a los blancos europeos de sus políticas
racistas perpetradas en África. Ahora ocurre que el apartheid es israelí.
Lo mismo puede decirse de la “limpieza étnica”,
política ejecutada por Slobodan Milosevic y el Partido Socialista de Serbia,
una fusión de la Liga de los Comunistas de Serbia y la Alianza Socialista del
Pueblo Obrero de Serbia; pero ahora es de Israel.
La segregación racial se implementó en los EEUU
y es real: cualquiera podía ver los letreros de “White Only”, como ahora se leen
esos letreros en Arabia Saudita que dicen “Muslim Only”, sin que nadie en la
izquierda proteste, aunque la violación de las leyes islámicas puede motivar
azotes, cárcel, amputaciones y hasta la muerte.
La estigmatización de las personas y productos
judíos nunca ha sido racional, ni se corresponde con hechos sino con
supersticiones, conjuros y maleficios; generalmente los que denuncian la
conspiración judía mundial son ellos mismos conspiradores.
El antisemitismo es un test muy efectivo para
detectar la maldad de un régimen y de las personas, porque así como no se puede
encontrar ningún gobierno decente que sea antisemita y menos uno antisemita que
no sea a su vez una tiranía (el modelo extremo es Hitler, pero también lo eran
desde Idi Amin, Kadaffi, Saddam Husseim, hasta Chávez), asimismo puede
inferirse que cuando un sujeto es antisemita infaliblemente también es un
canalla.
Los antisemitas dicen más de sí mismos que lo
que le imputan a los judíos, así ha sido, es y será, siempre.
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