'El problema es que los comunistas no creen en ninguno de estos valores...'
Por Luis Marín.
“La justicia militar es a la Justicia lo que la
música militar es a la Música”, se dice con frecuencia en Venezuela; con el
agravante de que jueces y fiscales siguen atados con sus votos de obediencia y
disciplina por lo que la justicia militar es, sin que haya nada peyorativo en
ello, una justicia subordinada.
Un principio generalmente aceptado reza que los
jueces deben ser imparciales, objetivos y no deben estar sometidos a más
constricción que la de su conciencia.
El problema es que los comunistas no creen en
ninguno de estos valores: son partisanos por excelencia, su concepción de buena
conducta se reduce a seguir la línea del partido. La objetividad es un
prejuicio pequeño burgués, porque toda acción supone una toma de posición, a
favor o en contra. Si se apela a la conciencia responden que “el ser social
determina a la conciencia”, así que solo hay “conciencia de clase”.
No es extraño que el epicentro del conflicto de
Almagro sea su vocación por la Justicia por un lado y su fidelidad a la
revolución por el otro. Su propuesta es fácil de formular e imposible de
cumplir: ser crítico del régimen títere de Maduro y no obstante seguir formando
parte del submundo de la izquierda.
Tomemos como ejemplo su más reciente discurso
sobre el pase a la justicia militar de manifestantes civiles para observar
algunas dificultades de esta posición tan incómoda.
Dice que
“los colectivos armados (son) una suerte de camisas negras del fascismo”,
asimismo, las acusaciones del gobierno “forman parte de un discurso
reaccionario”. Pero lo que uno ve en la realidad es que esos colectivos visten
unas franelas rojas estampadas con la imagen del Che Guevara, la misma que
exhibe Almagro en su oficina en Washington. Llamar “fascista” a este régimen es
mentir deliberadamente.
Almagro no nos dispensa de llamar “bolivariana”
a la República, además de a otras organizaciones delictivas a las que denuncia
por cometer crímenes atroces, aunque no nos facilita ninguna explicación
medianamente jurídica de cómo puede ser una República “bolivariana”, o
“islámica” por mencionar otro caso que conoce muy bien.
El itinerario de Almagro arranca del Movimiento
de Participación Popular integrante, junto al Partido Comunista, al Socialista
y otra veintena de organizaciones, del Frente Amplio del Uruguay, organización
fachada del Movimiento de Liberación Nacional Tupamaro, de Raúl Sendic (padre),
Pepe Mujica, Tabaré Vázquez y Elbio Rosselli, presidente pro tempore del
Consejo de Seguridad de la ONU, quien declaró recién que “el caso de Venezuela
no está en la agenda, ni debe estarlo”. ¿Es necesario agregar que son miembros
del Foro de Sao Paulo?
Fue embajador en Irán de 1991 a 1996, en la
UNESCO en 1998, China de 2007 a 2010 y canciller de Pepe Mujica durante todo su
período de 2010 al 2015. Sus actos más destacados son haber gestionado el
traslado de prisioneros de Guantánamo al Uruguay, así como un puente para traer
refugiados sirios. Fue facilitador del diálogo USA-Cuba que condujo a la
apertura de Obama. Pero lo que nos atañe más directamente es que fraguó el
ingreso de Chávez al Mercosur.
Le tendió una alfombra roja a Castro para que
reingresara a la OEA, oferta que éste rechazó, a pesar de su curiosa
declaración de que “la OEA debe entonar un mea culpa por haber
excluido a Cuba”. Castro no tiene que pedir perdón por nada, al contrario, si
para él la OEA es “el ministerio de colonias de los EEUU”, entonces fatalmente
Almagro es su ministro de colonias.
Es de los políticos y diplomáticos capaces de
hablar durante horas y escribir cientos de páginas haciendo la radiografía más
detallada de la tiranía que devasta a Venezuela sin mencionar ni una vez a
Cuba, ni la palabra “comunismo”, siquiera por equivocación, lo cual no deja de
ser una especie de proeza aunque no tenga nada de admirable.
La ruptura del MPP, PC y PS con Almagro viene
de sus tiempos de canciller en 2012, por no acompañar una declaración
contra el “genocidio” de Israel en Gaza, entonces dijo que no fue consultado,
ni debía la cancillería pronunciarse sobre asuntos de partido, sin contar que
la declaración no se corresponde con el concepto que el abogado judío y
diplomático honorario Rafael Lemkin logró que adoptara la ONU, que equivale a
banalizar el término e Israel responde al ataque de miles de cohetes que
dispara Hamas desde la franja contra su población civil, por lo que sus actos
son en legítima defensa, como se dice, “conforme a Derecho”.
Este tipo de cuestiones pero sobre todo su
actuación en la OEA frente al régimen títere de Venezuela son las que llevaron
a Pepe Mujica a definirlo como “un abogado, esclavo del Derecho”, como si no
entendiera los apremios políticos, por lo que le escribió una carta que
concluye diciendo: “Por eso formalmente te digo adiós y me despido”.
El frente interno de Almagro se desintegra y
sus aspiraciones que quizás fueran a la Presidencia de Uruguay naufragaron,
como en su momento las del también socialista José Miguel Insulza a la de Chile
y por razones diametralmente opuestas.
Sigue siendo cierto que no se puede servir sino
a un solo Dios y entre la Justicia y la Revolución, pues, hay que elegir.
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