Cuando solo
faltan nueve meses para que el general Raúl Castro entregue su
cargo de presidente de Cuba a un sustituto, casi todos en la Isla, y en
todo el mundo, dan por seguro que el escogido será el actual vicepresidente
primero del Consejo de Estado y del Consejo de Ministros, Miguel
Díaz-Canel.
Claro, en
política muchas veces lo pronosticado no se cumple. Podrían presentarse
escenarios muy diferentes no previstos por nadie. Por ejemplo, de sucumbir
la dictadura chavista en Venezuela, la crisis económica y política que
ello causaría en Cuba haría muy difícil el ascenso de un civil a
presidente. Muy probablemente sería uno de los 15 "patricios" que
integran la Junta Militar que manda de veras en el país.
No obstante,
aunque Mariela Castro, hija del dictador, dejó caer en España que
podría haber una "sorpresa" en febrero de 2018, hasta ahora todo
parece indicar que será Díaz-Canel el nuevo jefe de Estado, pese a que no
integra la elite militar del castrismo ¿Qué poder real tendrá?
Los medios y los
gobernantes de los cinco continentes consideran que en febrero de 2018 Raúl
Castro "dejará el poder". Suponen que, como los dictadores
"normales" son los presidentes de sus países, en Cuba al dejar
Castro el Gobierno su relevo será el nuevo dictador, o tendrá poderes para
iniciar algo así como una "perestroika" u otros cambios
profundos en la Isla.
Craso error. En
primer lugar, la dictadura castrista no es "normal" o
tradicional, sino comunista, que es algo muy diferente.
La Constitución cubana (que fue copiada de la soviética)
establece que la máxima instancia de poder en la República no es el Consejo
de Estado y su presidente y jefe del gobierno, sino el Partido Comunista
de Cuba (PCC). De manera que, constitucionalmente, el jefe de jefes de la
Isla es el primer secretario del PCC.
Mandan los
militares
En segundo
lugar, Fidel Castro nunca aceptó —como en la URSS y otros países
comunistas— que el Partido estuviera por encima de los militares. Su
megalomanía chocaba con ese principio marxista-leninista y convirtió su
cargo de comandante en jefe en una versión caribeña de Luis XIV:
"L'Etat, c'est moi". El Estado era él.
O sea, de hecho
el comandante en jefe es el dictador, asistido por una Junta Militar que
integran 15 generales, coroneles y comandantes, la "crème de la
crème"del castrismo. Si alguien duda de que en Cuba mandan los
militares debe pensarlo mejor, pues toda dictadura se afinca en la fuerza y
es militar por su propia naturaleza. Está siempre regida por un
"hombre fuerte" que obviamente es militar, rodeado a su vez de
generales que lo arropan y lo adulan por conveniencia propia. Y si ponen de
fachada a un civil, es solo una marioneta del jefe militar.
Raúl Castro ha
llevado más lejos que Fidel esa manu militari del régimen.
Incluso pasó a los militares el control directo de la economía. Ese es un
desfase que arrastra consigo el civil Díaz-Canel, si antes no se enmienda
la Constitución.
El no podrá ser
el dictador constitucionalmente, pero sí será el comandante en jefe de
las FAR, cargo que le corresponde al jefe del Estado según establece
la actual Carta Magna. O sea, un civil sería el jefe supremo de los tres
ejércitos, la fuerza aérea, la marina de guerra, la contrainteligencia y la
inteligencia.
En ello no
pensaron ambos hermanos Castro cuando en febrero de 1976 implantaron la
actual Constitución a imagen y semejanza suya. Y es que Fidel tenía en ese
momento 49 años y Raúl 45, y ambos se veían a sí mismos al frente de los poderes
públicos per secula seculorum. Pero el hermano mayor murió y el
menor cumplió 86 años y va a cesar como jefe de Estado.
¿Un civil como
comandante en jefe?
No importa lo que
diga la Constitución, en toda autocracia militar el jerarca más poderoso es
el comandante en jefe. Pero a partir de febrero se presentará en Cuba un
escenario inédito si es un civil el nuevo comandante supremo de las FAR.
Hasta ahora los cargos de presidente, jefe del Partido y comandante en jefe
siempre han recaído en una sola persona: Fidel, y luego Raúl.
Ante semejante
desajuste institucional podrían ocurrir una de estas tres cosas: 1) en
cualquier momento se convoca una reunión de la Asamblea Nacional del Poder
Popular para enmendar la Constitución; 2) el general Castro pudiera remontar
el país a los tiempos en que Osvaldo Dorticós era un jefe de
Estado de cartón, sin poder real; y 3) elegir como presidente a uno de los
miembros de la Junta Militar no anciano para que luego sustituya al primer
secretario del PCC en 2021, o cuando Castro II lo decida, o fallezca.
La enmienda a la
Constitución podría consistir en pasar la jefatura de las FAR del
presidente a un comité militar todopoderoso de estilo chino, subordinado al
Buró Político y al primer secretario. Con la segunda opción, recordemos que
Dorticós era una figura protocolar, de ficción, con la misión de recibir
las cartas credenciales de los embajadores, asistir a actos públicos para
darles nivel político y estatal, firmar las leyes que imponía Fidel, y
representar a Cuba internacionalmente.
Pero hay una
diferencia importante, en tiempos de Dorticós regía la "Ley
Fundamental", redactada por Castro I en febrero de 1959, que sustituyó
a la Constitución de 1940 y colocó al primer ministro como jefe
de Gobierno por encima del presidente.
Ahora es otra la
Carta Magna vigente y le asigna al jefe de Estado la jefatura suprema de
las FAR. Fidel y Raúl pensaron que eran eternos. O sea, si no hay enmienda
constitucional Díaz-Canel sería formalmente el comandante en jefe.
¿Jefe del
gobierno sin ser primer secretario del PCC?
Y encima habría
otro desaguisado político-institucional por resolver. Por primera vez en la
historia del castrismo el primer Secretario del PCC, el "número
uno" de Cuba según la Constitución, no sería el jefe de Gobierno.
El nuevo
presidente no sería el dictador, pero sí sería el presidente del Consejo de
Ministros. Ello sobrepasaría lo que le pueden permitir el faraón y su
generalato. No hay que ser muy sagaz para predecir que Castro II le leería
la cartilla al flamante presidente: "Ya sabes, Miguelito,
tú no eres jefe de nada, todo esto es pura pantalla, aquí el jefe de todo
sigo siendo yo".
En fin,
Díaz-Canel, para decirlo como Homero en La Ilíada, no
tiene areté (excelencia) suficiente para ser dictador. No
lo van a dejar ejercer como comandante en jefe. No podrá dar órdenes ni a
un cabo de escuadra. Tampoco será de veras jefe de Gobierno.
Por eso, más que
ser el Mijail Gorbachov que muchos desean para que comience a
cambiar las cosas en Cuba, el posible nuevo presidente parece que emulará
con Dorticós, no importa lo que diga la Ley de Leyes. A fin de cuentas a
Dorticós en la Isla lo llamaban "presidente", y todos sabían que
no lo era.
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