"Esta modalidad represiva produce en el sujeto una sensación de aplastamiento..."
Por Pedro Corzo
No faltan quienes se preguntan
porque en Cuba y demás países sometidos por los comunistas, no se
producen levantamientos populares como ocurren bajo otros regímenes de fuerza y
es que la represión bajo las dictaduras ideológicas, tiene un
formato integral y diversificado que intoxica de pavor a la mayoría de la
población.
Las recetas represivas de
una dictadura totalitaria son las que limitan en gran medida la formación de
una oposición articulada nacionalmente con propuestas de carácter social y
reivindicativas que sostengan proyectos políticos, siendo este el factor que
impide a los opositores promover protestas y reclamos que le conviertan en
opción de cambio.
El control es tan absoluto
que la inmensa mayoría de la población se siente desamparada ante las
autoridades del estado. La indefensión y la desesperanza es un sentir extendido
en toda la sociedad, causado por la supremacía del estado, gobierno
y partido, en los mas ínfimos detalles del quehacer diario.
Inducida o
Adoctrinamiento Masivo: La población, incluido los sectores que tienen
reparos al régimen, es conducida a creer que el gobierno cuenta con un
amplísimo respaldo popular y que sus disposiciones en cualquier orden de las
cosas son las correctas, puesto que es sometida a una intensa propaganda
oficial en los medios de difusión y también en los espacios públicos.
El discurso oficial es de un
absoluto triunfalismo, invencibilidad y omnipresencia, cargado de gran
paternalismo y promesas de una vida sin restricciones y oportunidades.
Esta modalidad represiva produce
en el sujeto una sensación de aplastamiento e invalidez moral que lo masifica.
Otra singularidad de la
represión ideológica es que trasciende las fronteras nacionales. El individuo
aun cuando resida definitiva o temporalmente en el exterior, continúa
padeciendo la inseguridad y los temores que le fueron inducidos en su país de
origen.
Intangible: En los centros laborales,
educativos y en asociaciones de la sociedad civil que mutan de inmediato a
organismo de masas, se siente presión para que se muestre apoyo al régimen, de
no hacerlo, el oprimido, en el mejor de los casos, será excluido, discriminado
y apartado del centro laboral o de la entidad social.
El control del aparato educativo
es fundamental. El infante y el adolescente son fáciles presas de
promesas constantemente renovadas aunque la columna sectaria fundamental
prevalece.
Las asambleas laborales,
sindicatos y organismos de masas creados por el nuevo orden, son parte de un
entramado de engranajes que oprimen al individuo hasta dejarlo con el aliento
necesario para convertirlo en masa.
La presión es tan colosal que ni
aun en la propia casa el sujeto puede aislarse. Las entidades del régimen
cumplen un rol fundamental en la domesticación del ciudadano por la inseguridad
y castigo que son capaces de forjar en el sujeto.
La suma de estas dos modalidades
represivas conducen al individuo a servir incondicionalmente los intereses del
sistema y hacen que asuma plena conciencia de su indefensión ante el poder, lo
que es igual a perder confianza y esperanzas de ser el protagonista de su
propia vida. Los que logran vencer esa parálisis moral son las víctimas del
último recurso del estado en la imposición de su voluntad.
Estas dos categorías represivas
son las que han impedido por décadas la gestación y el desarrollo de
manifestaciones populares masivas en una sociedad totalitaria, a las que se
suma el control del estado de toda actividad económica.
El aparato estatal actúa en un
amplio marco para contener al sujeto. El espionaje es generalizado, la
exclusión por motivos de conciencia, religiosos o de otro orden, es un recurso
habitual, la falta de militancia a favor del régimen es interpretada como
oposición, en cuyo caso la cárcel es la alternativa más recurrida.
Tangible: Es la acción policial. El
recurso final para los alienados. El tope de la represión que continua aun
cuando el individuo esté encarcelado. Aun tras las rejas, la población penal
sigue sometida a las fórmulas represivas antes descritas.
El individuo llega a convencerse
que cualquier gestión contraria a lo establecido es infructuosa, está ganado
por la desesperanza y la falta de confianza en sí mismo y sus semejantes.
Padece de un profundo sentimiento de indefensión ante la autoridad, incubando
la certeza que la mejor decisión es correr los riesgos que sean necesarios para
abandonar el país y alejarse de un estado que todo lo puede, incluido
pensar por él mismo.
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