"El régimen se ceba en su odio hacia la patria y sus figuras simbólicas."
Por
Marta Menor.
Al morir Stalin, su cuerpo embalsamado fue puesto al lado
del de Lenin en la Plaza Roja de Moscú. Se trató así de acercar la obra del
gran tirano fallecido en 1953 a la del fundador del estado soviético.
Ese mismo año otro caudillo que usaría la escuela estalinista
empezaría a hacer su historia con el asalto a un cuartel en una isla caribeña.
El neo estalinismo fidelista sigue haciendo historia 64 años después.
Salvando distancias y diferencias, pero siguiendo un
patrón que supone la intención del culto eterno al dictador vía acercamiento de
sus restos a los de las figuras más veneradas y respetadas, el cadáver no
embalsamado, sino cremado y empedrado, del dictador cubano Fidel Castro fue
ubicado en el cementerio de Santa Ifigenia en Santiago de Cuba, cerca del
mausoleo del Apóstol José Martí.
Ahora, el castrismo, todavía en el poder, no se conforma
con ese acercamiento de los restos de Fidel a los del venerado por todos los
cubanos, José Martí. En una operación que descaradamente han vinculado
oficialmente al desarrollo del turismo extranjero, léase sacarle más dinero, el
gobierno de Raúl Castro ha exhumado clandestinamente los restos de Carlos
Manuel de Céspedes, identificado como el “Padre de la Patria”, y de la madre de
los Maceo, Mariana Grajales, para acercarlos también a los del dictador.
Creen los castristas que así glorificarán y dignificarán
aún más a su ícono y por obra y gracia de esos movimientos sincréticos lograrán
otorgar un hilo de continuidad entre las acciones de Céspedes y Martí con
Fidel, aderezado todo con el arrojo de los descendientes de Mariana. No importa
que el primero haya sido un “demócrata”-anexionista, el segundo un demócrata
independentista, los Maceos enemigos acérrimos de la esclavitud y el caudillo
“cultivado” un enemigo absoluto de la democracia y defensor de la “Futura
esclavitud” que Martí criticó y él hizo realidad.
Es como pretender que todos los valores de los grandes de
la independencia cubana tendieran a fundirse, sintetizarse, en la figura del
farsante que se hizo pasar por católico, demócrata, nacionalista y socialista,
según la conveniencia del momento para terminar siempre traicionado a todos
para tratar de garantizar su poder absoluto.
¡Qué falta de respeto y consideración con la historia de
Cuba y con el pueblo cubano!
La ignominia, la afrenta a la nación cubana, que
componemos todos sus naturales y no solo los fidelistas, ha levantado otra ola
de protestas. Es como si el castrismo se cebara en su odio hacia la patria y
sus figuras simbólicas.
La supe explotación a la que ha sido sometido el pueblo
cubano por más de medio siglo, la expropiación de toda la propiedad grande,
mediana y pequeña, privada o asociada de todos los cubanos; las presiones,
leyes, regulaciones e impuestos absurdos aplicados al trabajo privado y cooperativo
relativamente independiente del estado, las decisiones arbitrarias del gobierno
de impedir que los cubanos fuera de la élite político-militar acumulen riquezas
personales, son evidencias de ese odio del castrismo a los cubanos.
Ya se abordó el tema del origen español de la familia
Castro y la pertenencia del patriarca Ángel Castro a las huestes de Valeriano
Weyler, quien lideró la matanza más gran de cubanos con su famosa
“Reconcentración”, reeditada por los Castro en el Escambray en la lucha contra
las guerrillas anticastristas. Otras informaciones sugieren que el padre de
Fidel y Raúl estuvo en el combate en el que cayó el General Antonio Maceo y
también la defensa de La Loma de San Juan en Santiago de Cuba, la batalla
terrestre más importante de la intervención de EEUU en la guerra contra España.
Las acciones y expresiones de los Castro contra EEUU
(país que ayudó a la independencia de Cuba de España), particularmente el odio
a su sistema político y a los cubanos que desde las guerras de independencia
sueñan con una nación cercana a EEUU en sus ideas republicanas; la
identificación de los Castro con la España franquista, de la que siempre
recibió apoyo frente a los gobiernos norteamericanos, y más recientemente las
inversiones del capital español en el turismo, compartiendo la desalmada
explotación de los trabajadores cubanos en el sector, encontrarían natural
fundamento en los valores que le compartió Ángel Castro a sus hijos.
Pero las historias de tiranos siempre están condenadas al
fracaso y al olvido por los pueblos.
El cuerpo embalsamado de Stalin permaneció junto al de
Lenin en el mausoleo, desde su muerte en 1953 hasta octubre de 1961, ocho años,
cuando fue retirado durante la campaña de desestabilización promovida por
Nikita Jruschov y enterrado en la parte exterior del mausoleo, al lado de la
Muralla del Kremlin.
Cuando aquello ocurrió, el “socialismo” estatal de Stalin
en la URSS no estaba tan desprestigiado y debilitado como el estatalismo
castrista hoy.
Si la historia sigue alguna lógica es muy probable que en
Cuba los restos del empedrado comandante salgan más rápido de Santa Ifigenia
que los de Stalin del mausoleo de Lenin.
Marta Menor, Presidenta
Cultivamos Una Rosa Blanca
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