"Cuando hablas solo repites lo que ya sabes; pero cuando escuchas, quizas aprendas algo totalmente nuevo..."
Son personalidades vehementes, pero dónde quedaron. Su arte marcó sus vidas. Eso es indudable. Los hizo alcanzar lo sublime y rozar lo irracional, sin pretender nada. Solo dejarse llevar por las vicisitudes, unas veces agonizantes y, otras, pasionales. Mentes brillantes, inquietas, sin afán de sobresalir, como sí pretenden los necios, imbuidos de un falso halo.
Paul
Valéry (1871-1945), considerado como uno de los más grandes escritores
filosóficos modernos en verso y en prosa, es una de esas mentes prodigiosas.
Poeta, ensayista y filósofo francés es el principal representante de la llamada
“poesía pura”. Llegó a ser presidente del Pen Club francés desde 1924 a 1934. “Un
hombre solo, refiere el autor de El cementerio marino, siempre está en mala
compañía”.
Su
secreta relación sentimental con Jeanne Loviton, una abogada treinta dos años
más joven, que escribía novelas con el seudónimo de Jean Voilier, y que vivió
varios romances con escritores de la época, demuestran que el corazón triunfa
en Valéry sobre el espíritu y el intelecto. Así lo demuestra en los poemas
recogidos en su libro titulado “Corona y Coronilla”.
De
entre sus obras destaca “La velada con Monsieur Teste”. En ella describe, según
el crítico Pierre De Boisdeffre, “el ideal valeriano del sabio, del hombre
dueño de su pensamiento”.
Vivimos
en una sociedad desorientada, que no sabe adónde dirigirse, que muestra
violencia descomunal hacia sus semejantes, llevada por falsas expectativas.
Solo el camino del amor salva nuestras vidas. El odio genera destrucción e
inconformismo. Es una falsa embriaguez que devora al hombre, obcecado en ser
superior. Se niega a ver la evidencia de lo acontecido en la inhóspita
realidad.
Necesitamos
personalidades arrolladoras que unan, que no destruyan lo que con tanto
esfuerzo y valentía otros supieron construir en pos de los derechos humanos de la
dignidad y del respeto, donde sea posible una convivencia fructífera y en
armonía. “Los libros, asevera Valéry, tienen los mismos enemigos que el hombre:
el fuego, la humedad, los animales, el tiempo y, a veces, su propio contenido”.
Mahatma
Gandhi nos recuerda “que, a pesar de las diferencias
entre individuos, la honestidad y el respeto deben seguir predominando”. Y para
el Dalai Lama “Cuando hablas, solo repites lo que ya sabes; pero cuando
escuchas, quizás aprendas algo totalmente nuevo”.
Actuamos
en base a lo que aprendemos. Procuremos que esas enseñanzas sean constructivas,
ya que a todos nos interesa un mundo mejor.
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