Carlos Benítez Villodres Málaga
(España)
Ser solidario es defender los
intereses del otro, aunque en realidad estos intereses son, directa o
indirectamente, los mismos que los míos. Defendiendo los intereses de esa otra
persona o grupo, actúo también a mi favor.
La generosidad es otra cosa. La
generosidad es defender los intereses del otro, pero no porque estos sean los
míos. La generosidad es defender los intereses de otro, aun cuando no sean los
míos no porque yo pueda sacar provecho de ello, sino para que sea el otro quien
se beneficie.
La solidaridad es una forma de
defenderse entre varios; la generosidad es, en último término, una forma de
sacrificarse a sí mismo por los demás. Por eso, desde un punto de vista moral,
la generosidad es superior a la solidaridad, pero la solidaridad, desde las perspectivas
social y política, es más urgente, más realista y más eficaz.
La solidaridad es el
sentimiento de unidad que se fundamenta en las metas o intereses comunes, pero
que implica ayudar sin recibir nada a cambio. El ser humano comprende que cada
uno de los individuos de su sociedad actúa buscando su propia felicidad, y que
no importa las diferencias, aparentemente, que tengamos, todos buscamos
objetivos, metas e hitos por conquistar. La formación de lazos sociales, que
unen a los miembros de una sociedad entre sí, gira en torno al concepto de
solidaridad, y cómo uno ayuda al otro en diferentes maneras. Los engranajes de
la sociedad completa funcionan a través de la unión de objetivos, giran gracias
a las metas colectivas e individuales.
El ser humano forma la
humanidad en la medida en la que es capaz de escuchar a otros, reconocerse en
ellos y notar la importancia y relevancia que cada persona puede tener en su
propio ámbito y cómo esto contribuye a la sociedad. Esta idea indica que no
podemos ser islas separadas, no existe división válida entre el ser humano, ya
que todo lo que hacemos encuentra efectos en los demás. Nunca estamos realmente
solos. Estamos rodeados, lo queramos o no, por las ideas, por las acciones y
por las recolecciones del hombre, y estos son aportes únicos que debemos
agradecer y contribuir como individuos de forma solidaria en la comprensión de
otros, en lo que estos quieren lograr, en cómo poder ayudarlos a que consigan
sus objetivos.
Es más fácil ser solidario con
los que consideramos “del grupo”, pero debería ser general, porque “cada uno de
nosotros, refiere Sergio Pitel, es todos los hombres”. Con la solidaridad,
pones tus capacidades al servicio de los demás. No se limita por sexos, raza,
credo, nacionalidad o afiliación política. Es una de sus grandezas, pero es
cierto que el termino resuena más ante grandes catástrofes, guerras, etc. Pero
la solidaridad es más que nada un acto social, una acción que le permite al ser
humano mantener y mantenerse en su naturaleza de ser social. Este sentimiento
noble debemos usarlo a diario, con todos los que nos rodean, seguro que son
muchos los que nos necesitan, no en lo material: aspectos como compañía, ayuda,
afectos.... esos actos son de solidaridad. Nos acerca a la amistad.
La solidaridad podría verse
como una gran necesidad, o un bien escaso, pues infinitas ONG´s se proponen ser
solidarias como meta. Y todas son necesarias, lo son porque en el mundo actual,
en el cual la diferenciación es un rasgo, se precisa mucho de todo, pues al
diferenciarse hay muchos que carecen de mucho. Si lo piensa las metas y las
necesidades son infinitas: niños sin recursos (incluso en los países ricos),
los sin hogar: por guerras, catástrofes, enfermos, países pobres, etc. “Solo el
poder que surge de la debilidad de los oprimidos, manifiesta Paulo Freire, es y
será lo suficientemente fuerte como para liberar a todos”. En las ONGs, la
solidaridad supera las acciones
contra el hambre, va mucho más
lejos, porque se persigue un cambio social mucho más allá de las crisis
humanitarias. Sobrevivir, comer es lo primero, pero la dignidad de la persona
necesita más para realizarse.
El 31 de agosto es un día muy
importante para todos los hombres y mujeres de buena voluntad: se celebra el
Día Internacional de la Solidaridad. La Asamblea General de la Organización de
las Naciones Unidas (ONU) eligió, en el año 2000, este día para conmemorar la
solidaridad como uno de los valores fundamentales que garanticen el desarrollo
y la paz en el mundo.
En el párrafo anterior expresé
que la ONU eligió este día, el 31 de agosto, como el de la Solidaridad para
recordarnos a todos que la solidaridad debe ser una cualidad moral
indispensable de la sociedad y una condición fundamental de las relaciones
internacionales. La solidaridad genera la armonía y la estabilidad necesaria
para que se produzca una convivencia justa y equilibrada entre los pueblos.
Las grandes desigualdades, que
existen en el orbe, dentro de las mismas sociedades y, especialmente, entre
países, procrea, a cada instante, que sin la solidaridad no se puede conseguir
el verdadero progreso de nuestro mundo. Como individuos, tenemos la capacidad
de ayudar al otro, de compartir lo que tenemos. De esta manera, entre todos,
podremos ayudar a que se consiga el desarrollo pleno y estable del mundo.
Para la ONU, el desarrollo
humano es un paradigma que no solo está relacionado con el aumento o la
disminución de la renta per cápita de un país, sino que se relaciona con las
necesidades y con el desarrollo del ser humano. Este concepto se basa en la
idea de que todas las personas tienen el derecho de conseguir su máximo
potencial y tener la vida que elijan tener, por lo que es necesario ampliar las
oportunidades para que cada uno pueda vivir la vida que desee.
A pesar de lo que pueda pensarse,
todo pequeño acto que hagamos, ayuda. Todo, lo que podamos comprometernos con
los demás, ayudará a mejorar la vida de estas personas, a aumentar su
autoestima y sus posibilidades de tener una vida plena. Los seres humanos
solidarios luchan constantemente por intentar hacer un poco mejor el mundo y
para que los habitantes del planeta tengan una plataforma a través de la cual
canalizar su ayuda, ya sea económica o personal.
También podemos definir la
solidaridad como una actitud y un comportamiento de colaboración mutua entre
personas. La cooperación, por su parte, es trabajar en común para que el éxito
de uno esté correlacionado con el de los demás. Siempre, ambas actitudes, son
voluntarias y parten del concepto de responsabilidad social: nuestro poder personal
puede influir en el mundo a través de nuestras acciones.
Comprender las desigualdades es
poner un pequeño cimiento personal para ayudar al desarrollo de los demás. Esto
puede ser a través de nuestro civismo, de realizar labores de voluntariado,
irse a otro país a ayudar o trabajar de ayuda a la cooperación, donar
económicamente a proyectos de ONGs o involucrarse personalmente (como creando
retos solidarios). “Las desigualdades son la causa y la consecuencia, del
fracaso del sistema político, asevera Joseph Eugene Stiglitz, y contribuye a la
inestabilidad de nuestro sistema económico, lo que a su vez contribuye a
aumentar las desigualdades”.
Partimos de la base de que la
solidaridad es una actitud, una disposición aprendida, que tiene tres
componentes: cognitivo, afectivo y conativo. De aquí que los conocimientos que
una persona tiene son suficientes para fundamentar la actitud acompañados del
componente afectivo, el fundamental, y el conativo o comportamental que sería
el aspecto dinamizador de dicha actitud.
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