Hay
quienes afirman que la historia no se repite, sin embargo, es fácil encontrar
en su devenir analogías y similitudes, lo que confirma el aserto de que “hay
que conocer la historia para no repetirla”.
Por supuesto que los sucesos no se
reproducen con exactitud porque cada período tiene sus especificidades y
personalidades, empero, hay elementos casi constantes que hacen evocar el
pasado, así como una especie de “espíritu de la época”, que se reedita
conservando valores fáciles de identificar en las vivencias de cada pueblo.
La historia de Cuba no es una
excepción. En ella hay elementos constantes que conforman su quehacer nacional
a pesar de los nuevos escenarios y actores que se sucedan. Hay
situaciones que tal parece se re proyectan, como si se contemplara una
película reconstruida sobre otro ambiente.
Hay una singularidad en el pueblo
cubano de fácil verificación y es la capacidad qué posee para involucrar
en sus conflictos domésticos a países extranjeros, con independencia de
la inclinación intervencionista o mediacionista que puedan tener esos estados.
Los cubanos han sido hábiles en
internacionalizar sus conflictos y el reciente restablecimiento de relaciones
diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos, lleva a evocar el Tratado de París
pero también la mediación de Summer Welles en la crisis nacional de 1933.
Durante el Tratado de Paris, 1898,
el rol de Estados Unidos fue muy importante, como también las
omisiones y participaciones del resto del mundo, particularmente la de los
países de América Latina, que por lo regular han optado por ignorar lo
que sucede en Cuba bajo la dictadura de los Castro.
En relación a la isla hay agentes
históricos muy similares entre la época colonial y el actual régimen,
por ejemplo, un régimen autoritario, poderoso, represivo, cimentado en la
fuerza y la intolerancia.
Un gobierno que al igual que el
colonial, muestra más interés en negociar con poderes extranjeros los
conflictos internos de la nación, que con los propios nacionales que reclaman
respeto a sus derechos.
Paradójicamente se repite la
existencia de un exilio influyente y poderoso que trabaja contra la dictadura, mientras
paralelo a este, hay isleños que como los viejos autonomista, prefieren que
actores extranjeros decidan sobre su país, antes que sus compatriotas que
enfrentan el despotismo.
En 1896, el gobierno de la República
de Cuba en Armas, intentó celebrar un Congreso Panamericano que
auspiciara el proceso independentista cubano, lo que resultó en un rotundo
fracaso, porque faltó el apoyo de las naciones hermanas.
Frente al castrismo la
desidia y la falta de solidaridad latinoamericana también han sido constantes,
y donde mejor se ha apreciado esa conducta ha sido en los foros internacionales,
en particular en las instancias defensoras de los Derechos Humanos de
Naciones Unidas.
Hay que destacar que de América Latina no ha partido
una sola iniciativa que promueva el establecimiento en Cuba de una sociedad
democrática.
Sin embargo, aunque los países
del viejo continente no respaldaron a los independistas cubanos en la lucha
contra España, en 1996, la Unión Europea instituyó una posición común
hacia la dictadura de la isla, ahora en revisión, pero en términos
generales, Europa ha sido más solidaria con la oposición democrática cubana que
los países que integran el continente americano.
Por
otra parte, la influencia ejercida por Estados Unidos en Cuba durante la
colonia, el periodo independentista, la república y durante el totalitarismo,
es un factor que ha marcado de forma indeleble a la nación isleña.
La
Resolución Conjunta, 1898, la referida intervención de Welles ante la dictadura
de Machado, 1933, el embargo de armas al régimen de Fulgencio Batista,
1958, el diferendo con Washington que se extendió por más de cinco
décadas, han sido factores claves en el devenir histórico de la isla, no obstante,
toda la relevancia de esos acontecimientos, palidecen ante las
expectativas que generó en la población, el restablecimiento de relaciones
entre Washington y La Habana.
El
castrismo intentó sembrar el odio contra Estados Unidos y todo lo que ese país representa,
pero el rotundo fracaso del modelo político y social que impusieron en la
isla, ha sido un factor clave para que muchos isleños hayan dejado atrás
la consigna "Cuba sí, Yankees no" y miren hacia la nación del
norte con una devoción que nunca antes sintieron.
Esta
situación se testimonia en el comportamiento lastimoso de un sector de la
sociedad cubana después del restablecimiento de relaciones entre
Washington y La Habana, y la visita del presidente Barak Obama, porqué al
parecer estiman que los problemas del país se resolverán por la gracia
extranjera y no por la voluntad y el esfuerzo de los cubanos.
Es plenamente ajustado a la realidad el paralelismo señalado por el cualificado analista Pedro Corzo en la actitud de pasividad de la opinión pública de la Isla en la época protorrepublioana respecto de la actitud de los EE.UU. (resumida en la práctica del intervencionismo, ejercido a través de los enviados diplomáticos, verdaderos procónsules) y de los Gobiernos latinoamericanos de aquella época (renuentes a toda solidaridad significativa en el ámbito internacional). Y la actitud de las generaciones actuales (con las honrosas salvedades excepcionales -que también lo eran durante la Colonia-) de quienes han tenido que partir al Exilio o permanecen recluídos en la ergástula comunista), que parecen seguir haciendo depender el futuro de lo que hagan terceros. Y cómo se transitó -a partir de 1959 y sin solución de continuidad- al servilismo prosoviético -con prestación efectiva de servicios militares intervencionistas en escenarios tan diversos como Viet Nam, Angola, el Congo, Mozambique y Sudáfrica-, con guiños en ocasiones a la tiranía china y últimamente al chavismo. No puede tenerse la memoria tan corta que se borren del recuerdo las décadas de intervencionismo cubano en los países del llamdo Tercer Mundo a través de la OSPAAAL (Organización de Solidaridad de los Pueblos de Asia, Africa y América Latina), liderada por Osmany Cienfuegos, y la intromisión en los asuntos internos de Venezuela y Colombia -con su participación en la creación y el mantenimiento de focos guerrilleros-, y otro tanto de lo mismo -fundamentalmente aunque no exclusivamente, con la creación de focos guerrilleros- en El Salvador, Bolivia, Argentina, Chile, México y hasta en la minúscula isla de Granada(hechos de los que muchos de sus actuales Gobiernos parecen no acordarse).
ResponderEliminarResulta así verificable en la realidad, como dice Corzo, "el comportamiento lastimoso de un sector de la sociedad cubana después del restablecimiento de relaciones entre Washington y La Habana, y la visita del presidente Barack Obama, porqué al parecer estiman que los problemas del país se resolverán por la gracia extranjera y no por la voluntad y el esfuerzo de los cubanos."
El servilismo se reproduce, como la mala yerba, independientemente de las épocas, si bien siempre, tanto ayer como hoy, como dijo José Mártí en LA EDAD DE ORO, "Hay hombres que viven contentos aunque vivan sin decoro. Hay otros que padecen como en agonía cuando ven que los hombres viven sin decoro a su alrededor. En el mundo ha de haber cierta cantidad de decoro, como ha de haber cierta cantidad de luz. Cuando hay muchos hombres sin decoro, hay siempre otros que tienen en sí el decoro de muchos hombres. Esos son los que se rebelan con fuerza terrible contra los que les roban a los pueblos su libertad, que es robarles a los hombres su decoro. En esos hombres van miles de hombres, va un pueblo entero, va la dignidad humana. Esos hombres son sagrados."