El Bank Of América estima
que el gobierno no dejará de pagar su deuda externa en 2016. Escasez de alimentos desata
protestas en la avenida Fuerzas Armadas
Por Miguel Molero
“Con contadas excepciones la mayoría de los opinadores se agota en repetir hasta el infinito lo que todo el mundo sabe. Políticos, economistas, dirigentes sociales y empresariales y hasta artistas y deportistas nos cuentan una realidad sobre diagnosticada. El país está mal y camina hacia peor. El gobierno es malo, pésimo y no tiene remedio. Maduro no sirve” Oswaldo Álvarez Paz.
A este sobre
diagnóstico al que alude Oswaldo Álvarez Paz, tal pareciera que el tratamiento
aplicado no ha tenido resultados satisfactorios, pues el paciente tal vez
requiere de reclusión hospitalaria para tratar su caso.
Esta sentencia de Oswaldo Álvarez Paz, ciertamente “diagnostica” una buena parte del problema, por cuanto el tratamiento electoral aplicado (pacifico, democrático, constitucional y electoral) que en mi criterio, no trasciende el suministro de analgésicos electorales. Como sabemos el dolor es una experiencia sensorial desagradable y una respuesta fisiológica ante un daño del cuerpo. Su objetivo inicial es ser una alarma que indica que hay un problema, habitualmente una lesión en algún tejido.
La lesión en el tejido político, social y económico del país, no es posible tratarla sin estudiar la compleja realidad geopolítica y geoestratégica en el que se debate el mundo de hoy, o lo que al parecer, le parece “paja”, a muchos de los dirigentes de la oposición.
La economía sin fronteras en la que se halla inmersa la globalización, ha llevado a enriquecer a una élite de especuladores financieros la cual ha acumulado una riqueza sin precedentes lo cual a su vez ha conducido a la economía real a una debacle, provocando impactos sociales y económicos desastrosos, pues se ha impuesto la economía del Wall Street que es una economía de casino que llevó al expresidente del Banco Central Europeo Jean Claude Trichet a expresar “Estamos en la crisis más dramática desde la primera Guerra Mundial”. Esta realidad, ha cambiado los parámetros de evaluación del análisis político y económico del mundo, es decir, el tratamiento no puede hacerse con las viejas prescripciones democráticas de otros tiempos.
Esta sentencia de Oswaldo Álvarez Paz, ciertamente “diagnostica” una buena parte del problema, por cuanto el tratamiento electoral aplicado (pacifico, democrático, constitucional y electoral) que en mi criterio, no trasciende el suministro de analgésicos electorales. Como sabemos el dolor es una experiencia sensorial desagradable y una respuesta fisiológica ante un daño del cuerpo. Su objetivo inicial es ser una alarma que indica que hay un problema, habitualmente una lesión en algún tejido.
La lesión en el tejido político, social y económico del país, no es posible tratarla sin estudiar la compleja realidad geopolítica y geoestratégica en el que se debate el mundo de hoy, o lo que al parecer, le parece “paja”, a muchos de los dirigentes de la oposición.
La economía sin fronteras en la que se halla inmersa la globalización, ha llevado a enriquecer a una élite de especuladores financieros la cual ha acumulado una riqueza sin precedentes lo cual a su vez ha conducido a la economía real a una debacle, provocando impactos sociales y económicos desastrosos, pues se ha impuesto la economía del Wall Street que es una economía de casino que llevó al expresidente del Banco Central Europeo Jean Claude Trichet a expresar “Estamos en la crisis más dramática desde la primera Guerra Mundial”. Esta realidad, ha cambiado los parámetros de evaluación del análisis político y económico del mundo, es decir, el tratamiento no puede hacerse con las viejas prescripciones democráticas de otros tiempos.
La
especulación financiera ha impuesto un mercado único que se autor regula y
decreta a su vez la irracionalidad del Estado y la caducidad de las políticas
públicas. Veamos lo que dice Joseph E. Stiglitz premio nobel de economía 2001.
“Siete años después de que en 2008 entrase en erupción la crisis financiera
mundial, la economía del mundo ha continuado dando tumbos (…) la tasa promedio
de crecimiento en los países desarrollados han disminuido en más del 54% desde
la crisis (…) se estima que cerca de 44 millones de personas están desempleadas
en los países desarrollados, aproximadamente 12 millones más que en 2007. Las
tasas de crecimiento de los países avanzados también se han tornado más
volátiles. Esto es sorprendente, ya que, en su posición de economías
desarrolladas con cuentas de capital y de la distribución internacional del
riesgo deberían experimentar poca volatilidad macroeconómica”. Esta realidad
que nos describe Stiglitz, nos confirma, la estupidez de quienes piensan que
los mercados se autor regulan a sí mismo. Así observamos, como desde la crisis
de los tulipanes pasando por la gran depresión de 1929, la burbuja de los
puntocom hasta llegar, a la burbuja inmobiliaria de las famosas hipotecas
subprime en 2008, lo cual nos evidencia la falsedad de la autorregulación del
mercado.
Los recursos
financieros manejados por los especuladores de la economía de casino han
profundizado el empobrecimiento de los países, mientras que los recursos que se
obtienen por vía del endeudamiento público, no se dirigen hacia la salud, la
educación o la inversión de la infraestructura de los países, por cuanto los
mismos se destinan a pagar los intereses de la deuda, a lo que habría que sumar
la adopción de medidas fiscales restrictivas para agradar al mercado, lo cual
se traduce en un radical desequilibrio económico que afecta la recuperación de
los países endeudados. En este contexto el desafío clave está en ampliar la
inclusión económica y social sin disminuir el rol del Estado en la inversión
pública, para crear la infraestructura necesaria para el soporte de un aparato
productivo que agregue valor a la producción interna.
La clase
política democrática del país, tiene el compromiso de explicarle a la gente la
devastada Venezuela que nos deja el chavismo. Son muchos los problemas por
resolver y limitados los recursos por la situación del precio petrolero y los
compromisos del endeudamiento (249.523 millones de dólares hasta finales
de 2014)
Esta
situación nos obliga a crear un aparato productivo y digo a crear, porque “en
Venezuela muy poco se ha apostado a la realización de grandes proyectos
dirigidos a crear un sector industrial importante orientado hacia la producción
de bienes transables” (ver; ¿cuál aparato productivo? http://www.analitica.com/opinion/cual-aparato-productivo/)
La Venezuela
post-chavista nos enfrenta al desafío de crear una economía productiva y
promover, al mismo tiempo, la inclusión económica y social, y esto no puede
hacerse con un país mono productor lejos de la dinámica del comercio
internacional, la industria y las ideas y con una clase dirigente de operadores
electorales con escasa formación con simples proyectos de poder, pero huérfanos
de un proyecto cohesionado y consensuado de sociedad. Pero fundamentalmente, no
puede hacerse, sin la intervención del Estado.
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