Por: Ángel Cuadra Presidente del PEN Club de escritores
cubanos exiliados
En días
recientes en un foro de la Cumbre de las Américas, celebrada en Miami, a la que
asistieron destacadas personalidades
políticas de varios países, el expresidente de España, José María Aznar,
manifestó a la prensa que “ el acercamiento diplomático de Estados Unidos a
Cuba ha legitimado al régimen castro
comunista, puesto que se ha producido principalmente con concesiones del lado
estadounidense, mientras que en la Isla se continúa padeciendo de los derechos
que garanticen la convivencia democrática.
Por lo que –continúa Aznar– al no existir un adecuado nivel de
exigencias, se ha permitido casi una legitimación de la política de los
hermanos Castro. a nivel internacional,
y eso no me parece positivo”.
El expresidente
Aznar ha utilizado el vocablo adecuado: “legitimar”; obsérvese que no utilizó “legalizar”. Y estuvo claro el ex presidente, más aún
tratándose de un gobierno como el impuesto en Cuba, del que muchas veces hemos
oído manifestar que dicho gobierno es ilegal, lo cual no tiene mucha base de
sustentación jurídica. Ilegal es aquello que se hace contraviniendo o no
observando la ley o un orden jurídico determinado. Para darnos una idea al respecto, es lo que
más o menos, se produce con los llamados gobiernos “de facto”. Esto es, no “de
jure”, resultantes de una convulsión,
por ejemplo, que actúa sin atenerse a un
orden jurídico en un lugar establecido, y en relación con eso tal gobierno es
ilegal.
Con el andar
cotidiano inmediato, el equipo de gobierno ahora actual del país, dicta normas
regulando las nuevas circunstancias. Va
creando (independiente de que puedan ser monstruosas) su propia regulación
jurídica
Así ocurrió con
el desastre creado en Cuba desde 1959, en la mal llamada revolución cubana, en
sus momentos iniciales. En el campo de lo penal, bajo procesos arbitrarios de
justificación, se cometieron atropellos y crímenes espantosos. Así las cosas, en el verano de 1959 se dictó la Ley 425, a cuyo tenor se crearon
los Tribunales Revolucionarios, una barbaridad procesal y jurídica, que podían
disponer la pena de muerte, sin garantías en la tramitación, y sin que hubiera
un organismo de instancia superior al cual recurrir. Pero era la ley, norma
aprobada y emanada de un determinado órgano legislativo, y que empezaba a
regir. El gobierno así creaba, ahora en este campo y jurisdicción, su propia
legalidad: el gobierno revolucionario legalizaba el asesinato, lo
institucionaba.
Pero en relación
con el mundo en esta hora de la
humanidad, bajo las banderas de los derechos civiles y políticos, y con los
valores que rigen lo que llamaríamos el “ser” o “conciencia” o tácito consensus
internacional, dentro de lo que se entiende como legítimo y supranacional y por
tanto en cierta relación con el Derecho Internacional, el gobierno castro
comunista es legal pero no legítimo, al no actuar dentro de la órbita
conceptual y epocal
Es así que ha de
entenderse el cuidado y el adecuado contenido de lo expuesto por el
expresidente de España, José María Aznar, en la citada Cumbre de las Américas
celebrada recientemente en Miami, al exponer que las relaciones y acercamiento
de Estados Unidos a Cuba ha legitimado al régimen cubano, extendiéndole una
carta de acceso y condescendencia ante la opinión internacional. Lo que –según
sus palabras– “una legitimación de la política de los hermanos Castro a nivel
internacional”.
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