CONTRADICIONES EN EL ASESINATO DE ROBERT KENNEDY, MIENTRAS ASPIRABA A LA PRESIDENCIA DE LOS E.U.A.
LATINEWS
Recientemente
(Feb 2016) se celebró en San Diego una vista para decidir si el asesino
convicto de Robert F. Kennedy, el
palestino de nacionalidad jordana Sirhan Sirhan, obtenía
la libertad condicional que lleva solicitando desde 1985. Pero en esta ocasión,
Sirhan contó con un aliado inesperado.
Paul
Schrade era un amigo íntimo de
la familia
Kennedy,
y se encontraba junto a Robert la madrugada del 5 de junio de 1968, cuando el
senador por el estado de Nueva York y, desde hacía unas horas, candidato a la
Presidencia por el Partido Demócrata, fue asesinado. Él mismo recibió un tiro
en la cabeza y, desde hace 40 años, tiene claro quién le disparo: fue Sirhan
Sirhan. Pero, por eso mismo, está convencido de que el hombre que lleva
casi 48 años entre rejas por asesinar a RFK nunca fue culpable de su muerte: el
pistolero que acabó con el
séptimo Kennedy desapareció
de la escena del crimen y nunca fue identificado.
Según ha explicado AP, en la audiencia, Schrade, que tiene ya 90
años, se encontró de nuevo con Sirhan, al que no veía desde el juicio
de 1969, y trató de convencer al juez de que el palestino nunca fue culpable
del asesinato de RFK. “Debería haber estado aquí hace mucho tiempo”, reconoció
Schrade al convicto, “y me siento
culpable de no haber estado para ayudarte a ti y a mí”.
Su
esfuerzo fue en vano. Como ocurrió en las 13 audiencias anteriores para decidir
la libertad condicional de Sirhan, su solicitud fue denegada.
La teoría del segundo pistolero
En
una breve declaración, hecha pública antes de la audiencia, Schrade
resumió su versión de lo acontecido: “El LAPD [Departamento de Policía de Los
Ángeles] y la LADA [la Oficina del Fiscal del Condado de Los Ángeles] sabían
dos horas después del disparo fatal de Robert
Kennedy que
este había sido efectuado por un segundo pistolero y tenían pruebas
concluyentes de que Sirhan Bishara Sirhan no pudo hacerlo y no lo hizo. El acta
oficial muestra que la fiscalía nunca tuvo un solo testigo -ni evidencias
físicas ni balísticas- para probar que Sirhan disparó a Robert Kennedy. Las
evidencias, guardadas bajo llave durante 20 años, muestran que el LAPD destruyó
las pruebas físicas y escondió las evidencias balísticas que
exoneraban a Sirhan, encubriendo la existencia de un segundo pistolero, que fue
el que hirió fatalmente a Robert Kennedy”.
El
doctor Shane O'Shullivan, autor del libro 'Who Killed Bobby? The Unsolved Murder of Robert F. Kennedy' (Sterling Pub), es el
investigador que más ha estudiado el asesinato, y coincide al cien por cien con
la versión de la historia narrada por Schrade. Como explica en un artículo
publicado en 'Who What Why' con
motivo de la decimocuarta petición de libertad de Sirhan, la investigación del
asesinato de RFK estuvo llena de irregularidades y es imposible sostener la
idea de que hubo un solo pistolero en la escena del crimen.
Robert
F. Kennedy, en el suelo del hotel Ambassador tras el tiroteo. El zapato de Paul
Schrade se puede ver en la esquina inferior derecha de la foto. (California
State Archives)
El
4 de junio de 1968, RFK logró la mayor victoria de su carrera política,
al vencer en las primarias del estado de California y Dakota del Sur, lo que
despejaba su camino hacia la batalla presidencial. Por la noche, el senador
pronunció su último discurso en el hotel Ambassador de Los Ángeles.
Chrader,
que era el jefe de personal de la campaña de RFK, estaba sentado junto a él
durante el discurso y, al finalizar este, caminaba unos dos metros por detrás
del senador, a través de la despensa del hotel, de camino a la sala de
prensa. Entonces, poco después de la medianoche, comenzó el tiroteo.
El
senador se detuvo un momento para estrechar la mano de algunos ayudantes y
empezó de nuevo a caminar cuando Schrade, que trasladó a O'Shullivan lo que
recuerda de aquella noche con todo detalle, vio destellos luminosos y escuchó
“un sonido crepitante como de electricidad”. Lo primero que pensó es
que se había electrocutado al pisar unos cables de televisión
mojados, pero entonces fue golpeado en el centro de la frente, cayó al suelo y
perdió el conocimiento. Como reconoció después, tuvo mucha suerte: “Si la bala
que impactó en mi frente hubiera entrado unos milímetros más abajo, habría
muerto en el acto”.
En
total, Kennedy recibió cuatro balazos y, aunque no murió nadie más, otras cinco
personas resultaron heridas por distintos proyectiles
La
autopsia de RFK desveló que una bala había pasado a través de la hombrera
derecha de su chaqueta sin entrar en su cuerpo, otras dos le habían alcanzado
debajo de la axila derecha, y el tiro fatal impactó en el cráneo unos
centímetros por detrás de la oreja, atravesando el cerebro. En
total, Kennedy recibió cuatro balazos y, aunque no murió nadie más,
otras cinco personas resultaron heridas por distintos proyectiles.
La
Policía de Los Ángeles debía justificar, por lo tanto, la procedencia de nueve
disparos, con el inconveniente de que su único sospechoso tenía una pistola
en la que solo cabían ocho balas. La solución que encontró Deawayne
Wolfer, el investigador principal del caso, fue explicar que la
segunda bala que disparó Sirhan “había pasado a través de la hombrera de la
chaqueta de Kennedy y viajó hacia arriba [en un ángulo de 80 grados] para
golpear a Schrade en la frente”.
Como
explicó el propio Schrade al periodista Dan Moldea, esto
solo podría haber ocurrido “si midiera 2,70 metros o hubiera tenido la cabeza
apoyada en el hombro de Kenedy”. Por si la explicación del LAPD no fuera lo
suficientemente absurda, el agente del FBI William Bailey encontró
otras dos balas más en la escena del crimen, solo unas horas después del
tiroteo.
El
criminalista del LAPD, Dewayne Wolfer (izquierda), y el coronel Thomas Noguchi
(centro) trazan la supuesta trayectoria de la bala que mató a RFK. (California
State Archives)
Demasiadas pruebas que no encajan
Parece
claro que las evidencias balísticas no sustentan la versión oficial del
asesinato de RFK, pero tampoco lo hacen las historias que contaron los
múltiples testigos del crimen. El 'maître' del hotel, Karl Uecker, que estaba guiando a Kennedy a través
de la despensa sujetando su brazo derecho, insiste en que agarró a Sirhan
después de que disparara dos veces, y coloco su mano sobre una mesa de vapor.
El palestino no dejó de apretar el gatillo, pero Uecker insiste en que no hubo
forma de que Sirhan volviera a apuntar hacia Kennedy, por lo que no pudo
efectuar los cuatro disparos sobre él.
Otro
trabajador del hotel, Eddi Minasian, corroboró
la versión de los hechos dada por el 'maître' y aseguró, además, que
Schrade cayó al suelo antes que Kennedy, lo que implica que fue él quien
recibió el primer disparo. Lo mismo vio Frank Burns, un
abogado que estaba también en la escena y vio claramente toda la secuencia: el
disparo que impactó en RFK no salió de la pistola de Sirhan.
La
versión oficial del asesinato tampoco encaja con el único documento sonoro que
recoge el crimen: la grabación que realizó el periodista Stanislaw Pruszynski. Como explicó en la CNN el
forense Philip Van Praag, en la cinta se pueden escuchar
perfectamente 13 disparos. Primero hay dos disparos, después una pausa de
segundo y medio (momento en el cual, cree el experto, el 'maître' agarró la
mano de Sirhan) y tras esto se escuchan el resto de disparos. Lo
interesante es que, entre los disparos tres y cuatro, y siete y ocho, Van Praag
asegura que no existe el suficiente tiempo como para que el sonido provenga de
la misma pistola. Son disparos efectuados casi a la vez desde puntos distintos.
Cinco de los disparos -el tercero, el quinto, el octavo, el décimo y el duodécimo-
tienen una “frecuencia anómala” que indica que provenían de otra pistola,
situada en dirección opuesta a la que portaba Sirhan.
Philip
Van Praag explica en la CNN qué se escucha en la grabación de Pruszynski.
Scharade
fue el primero que pidió reabrir el caso de RFK en 1974. Dos años después, se
reexaminaron las pruebas balísticas, pero no se llegó a
ninguna conclusión. En 1988 logró que se desclasificaran los documentos
policiales sobre el caso, y se descubrió que el LAPD había destruido gran parte
de las pruebas, pero tampoco se cambió la versión oficial del caso. En 2011,
los abogados de Sirhan, William Pepper y Laurie Dusek, aportaron
nuevas pruebas al caso (la grabación de Pruszynski y una declaración médica en
la que se aseguraba que el palestino no recordaba nada de lo que ocurrió el día
del crimen). En enero de 2015, el juzgado desestimó las nuevas alegaciones.
¿El primer terrorista islámico?
Aunque
parece claro que el palestino no acabó con la vida de RFK, aún nadie sabe por
qué trató de matarle. Cierto es que Sirhan veía con malos ojos la política
de Kennedy respecto al conflicto palestino-israelí, pero todo lo que rodea al
asesinato es tremendamente confuso. La policía logró extraer una confesión
de culpabilidad solo cuatro días después del crimen, una confesión de
la que Sirhan se retractó después, asegurando que no recordaba haberla hecho,
pues ni siquiera tenía memoria de lo ocurrido la noche del asesinato.
La
teoría más extendida entre los defensores de Sirhan, incluido su primer
abogado, Lawrence Teeter, es que el palestino fue víctima
de una conspiración gubernamental: fue hipnotizado, y puede
que drogado, para convencerle de que debía matar a RFK, algo que trató de
hacer, sin éxito, en un estado de absoluta enajenación. Esta versión de
los hechos puede parecer peregrina, pero aún lo es más negar que el juicio de
Sirhan no estuviera lleno de irregularidades y que todo apunte a la
participación de un segundo pistolero del que nadie sabe nada.
Tras
el 11-S, la prensa le demonizó, asegurando que había sido el primer terrorista
árabe, sin tener en cuenta que Sirhan siempre ha sido cristiano
Cuestión
aparte, independientemente de su culpabilidad, es lo injusto que ha sido
el sistema penitenciario con el palestino. En marzo, Sirhan
cumplirá 72 años, 48 de los cuales los ha pasado en prisión por un crimen del
que no recuerda nada. Aunque había sido condenado a morir en la cámara
de gas, tres años después el estado de California abolió la pena de muerte,
por lo que su condena pasó a ser de cadena perpetua.
En
1975, el gobernador de California anunció su intención de revisar todas las
cadenas perpetuas indeterminadas y dar a los reos una fecha a partir de la cuál
podían optar a la libertad condicional. Dado el tiempo que
pasó en la cárcel antes del juicio, Sirhan pudo pedir su libertad a partir del
1 de marzo de 1985. La mayoría de presos condenados por asesinato en primer
grado son liberados, de media, después de 11 años de solicitar la condicional.
Pero, claro está, Sirhan no es un preso cualquiera. Y, además, tiene muy mala
suerte.
Según
explicó Munir, el hermano de Sirhan, un compañero de celda le regaló una
televisión unos días antes del ataque terrorista del 11-S. La
mañana de los atentados, nada más salir de la ducha, Sirhan estaba viendo las
noticias, con una toalla enrollada en su cabeza. Los guardias le vieron y
aseguraron que tenía relación con terroristas árabes y conocía previamente lo
que iba a suceder en Nueva York. Pasó todo un año en régimen de
aislamiento, solo y encadenado. Gran parte de la prensa estadounidense le
demonizó, asegurando que había sido el primer "terrorista árabe", sin
tener en cuenta que Sirhan siempre ha sido cristiano. Nunca se ha
probado su relación con terroristas.
Tras
la decisión del pasado miércoles, Sirhan no podrá solicitar de nuevo la
libertad condicional hasta dentro de cinco años.
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