"Esta vergonzosa situación se apreció tambien en el respaldo que entidades y personalidades prominentes le prestaron..."
La designación de Antonio Gutiérrez,
secretario general de Naciones Unidas, de la ex presidenta de Chile,
Michelle Bachelet, como Alta Comisionada
de Derechos Humanos del organismo, reafirma la percepción de que
importante entidades públicas, al igual que muchos intelectuales,
dirigentes sociales y políticos, tienden a favorecer las agrupaciones
y personalidades que se identifican con la llamada izquierda política o el
populismo.
La corrección política recomienda
soslayar que a través de los años algunas de las organizaciones defensoras de
los derechos humanos más influyentes se distinguieron por proteger
especialmente a los abusados por gobiernos catalogados en la derecha política,
mientras las víctimas de los regímenes de la progresía eran olímpicamente
ignoradas, en justicia, fueron exageradamente tolerantes con las depredaciones
en que incurrían las dictaduras populistas de corte marxista, que al igual que
sus pares de la derecha, violaban los derechos humanos.
Esta vergonzosa situación se
apreció también en el respaldo que entidades y personalidades prominentes le
prestaron a grupos guerrilleros que practicaron el terrorismo e incursionaban
en el narcotráfico. Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC, así
como el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, El Salvador,
dispusieron de amplio respaldo internacional, incluido gobiernos y
ONGs, ignorando estos aliados la mayoría de los crímenes de los
irregulares, mientras que las iniquidades de los gobiernos que las combatían
eran justamente denunciadas.
El nombramiento de Bachelet hace evocar
ese pasado, también conduce a la concesión del premio Nobel de la
Paz 2009 a Barack Obama, que según el Comité Nobel se le concedió “por
sus extraordinarios esfuerzos para
fortalecer la diplomacia internacional y la cooperación entre los
pueblos”, en momentos en que el presidente Obama no había cumplido
su primer año en la Casa Blanca, ni contaba con créditos previos que abonaran
esa mención.
Los Premios Nobel según
sus críticos tienden a favorecer a personalidades identificadas con la mal
llamada “progresía”, de ahí el Nobel de la Paz 1980 a Adolfo Pérez Esquivel un
severo crítico de las dictaduras militares del hemisferio pero ciego, mudo y
sordo ante la despiadada tiranía castro comunista que cumplía 21 años en el
poder fusilando, encarcelando y desplazando pueblos enteros de un extremo
a otro de Cuba. Paradójicamente,
mientras Pérez Esquivel recibía el Nobel de la Paz un humanista y pacifista, el
poeta y pensador Jorge Vals Arango, cumplía 16 años en las ergástulas de la
dictadura castrista, este Nobel dijo cuando Castro murió,"Fidel permanece, Fidel sigue siendo esas luces
que iluminan el camino de los pueblos".
No obstante el nombramiento de la señora
Bachelet, militante socialista, marca un hito difícil de igualar porque sus
compromisos políticos están bien definidos y son hartamente conocidos. Militó
en la Juventud Socialista chilena, estuvo encarcelada durante la dictadura
de Augusto Pinochet, cuando fue exonerada buscó asilo en uno de los paraísos
del mundo soviético, regresó a Chile, ministro de los gobiernos de la
Concertación, dos veces presidente, y entre ambos mandatos secretaria general
Adjunta de Naciones Unidas. Credenciales notables y respetables pero no como
defensora de los derechos humanos.
La flamante Comisionada es consecuente
con su militancia política. Nunca cuestionó a los jefes de gobierno de Cuba y
Venezuela. De Hugo Chávez dijo, “Yo quisiera destacar su profundo amor por su pueblo y por
los desafíos de nuestra región de erradicar la pobreza y generar una mejor vida
para todos, y su profundo amor por América Latina”, y con su
opinión sobre Fidel Castro se inició esta columna.
Bachelet obliga a pensar en otro
socialista consecuente, el convicto por corrupción, Luis Ignacio Lula da Silva,
a quien cuando le informaron que el prisionero político cubano Orlando
Zapata Tamayo había muerto en una huelga de hambre dijo, “La huelga de hambre no puede ser utilizada, imagine
si todos los bandidos que están presos en São Paulo entraran en guerra de
hambre y pidieran su libertad". No descarten que el bandido Lula se
declare en cualquier momento en huelga de hambre en reclamo de justicia.
Los precedentes indican
que el nombramiento de la presidenta Bachelet afectara aún más a la deteriorada
imagen de Naciones Unidas en lo que respecta la Defensa de los Derechos
Humanos. Un error que seguirán pagando las víctimas del populismo marxistoide.
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