"Cuba, desde su Revolución Cubana, ha ejercido el poder duro y blando en todo el mundo desproporcionadamente en exceso de sus recursos y capacidades..."
Los poderes duros
y blandos son dos tipos de herramientas de política exterior que las naciones
usan para ejercer influencia en sus relaciones con otros países. El poder duro,
la herramienta y medida predominante del poder de una nación, implica el uso de
la influencia militar y económica para influir en el comportamiento político de
otras naciones. El poder duro es un enfoque coercitivo de las relaciones
internacionales que Joseph Nye, profesor de la Universidad de Harvard, describe
como "la capacidad de usar las zanahorias y el poder económico y militar
para que otros sigan tu voluntad".
El poder duro
depende de la cantidad y calidad de los recursos de un país: su población,
territorio, fuerza militar, poder económico y recursos naturales. El poder duro
se centra en la amenaza o el uso de la fuerza, o medios económicos para
alcanzar objetivos políticos.
Por el contrario,
el poder blando, un término acuñado por el profesor Nye, denota la capacidad de
dar forma a las preferencias de otras naciones a través del atractivo
cooperativo en lugar de la coacción. El poder blando se basa en afinidades en
cultura, política, valores o política exterior. Según Nye, "un país puede
obtener los resultados que quiere en la política mundial porque otros países,
admirando sus valores, emulando su ejemplo, aspirando a su nivel de prosperidad
y apertura, quieren seguirlo".
Cuba, desde su
Revolución Cubana de 1959, ha ejercido el poder duro y blando en todo el mundo
desproporcionadamente en exceso de sus recursos y capacidades.
En los años 60, 70
y 80, con el apoyo de la Unión Soviética, Cuba exportó su marca de revolución
militar en todo el mundo en desarrollo para fomentar y ayudar a los
levantamientos marxistas.
Ya en 1961,
Cuba introdujo asesores militares en África, y en 1965 el Che Guevara fue
enviado a entrenar y dirigir una insurgencia en el Congo. El levantamiento
fracasó, pero dos años después, Guevara estuvo nuevamente activo en Bolivia,
donde fue capturado y ejecutado.
Los elementos
cubanos también estuvieron involucrados en la Guerra de Vietnam según los
informes con un batallón de ingeniería que mantuvo una importante línea de
suministro enemigo en Vietnam del Sur. Brutales interrogadores cubanos también
trabajaron en las prisiones de Hanoi.
Los militares
cubanos también se unieron a Siria y Egipto en su sorpresiva invasión de Israel
en 1973. El gobierno de Castro envió 4.000 tropas de combate junto con
elementos de tanques para luchar contra Israel.
En 1975, Cuba
lanzó una intervención militar a gran escala en apoyo del Movimiento Popular
para la Liberación de Angola con más de 25,000 tropas.
En 1977, los
Castros enviaron 15,000 tropas cubanas junto con vehículos blindados y
artillería para ayudar al partido gobernante de Etiopía en su conflicto con
Somalia por la disputada región de Ogaden.
Las tropas cubanas
intervinieron en Angola una vez más en 1988. Esta vez los niveles de las tropas
llegaron a 55,000 e incluyeron los cazabombarderos MIG-23 con las fuerzas
cubanas combatiendo a las fuerzas sudafricanas en intensos combates
convencionales.
A esto podemos
agregar extensas incursiones de operativos cubanos en el Caribe y América
Latina y el actual despliegue masivo de personal cubano en Venezuela.
Para apreciar
completamente la desproporcionalidad de este uso del poder duro, considere a
qué costo Cuba, con una población de once millones y un PBI per cápita en el
puesto 100 en el ranking mundial, ha mantenido este nivel de intervencionismo
militar durante seis décadas. Como referencia, se calcula que la invasión de
Irak por parte de los Estados Unidos en el 2003, que consta de 21 días de
grandes operaciones de combate, le ha costado a la economía de los EE. UU. Más
de dos billones de dólares.
Pero
el aspecto más extraño de la política exterior de Cuba es su proyección altamente
exitosa del poder blando que continúa hasta nuestros días.
Cuba presenta una
ideología desacreditada y una economía en bancarrota. La revolución cubana
transformó, en 1958, uno de los países más prósperos de América Latina, en un
estado disfuncional enormemente represivo y empobrecido, de donde huyó el 20%
de la población. Según el informe "Freedom in the World", Cuba
obtiene puntajes en las categorías peores de los derechos políticos y las
libertades civiles. El régimen no posee ninguna de las virtudes del poder
blando. Socioeconómicamente, Cuba no ofrece nada para emular, admirar o
aspirar. Cuba desacreditada no debería poder ejercer ningún poder blando.
Y, sin embargo,
constantemente somos testigos del apoyo al gobierno cubano en los foros internacionales
y de la adulación nauseabunda e incomprensible de los líderes mundiales hacia
los líderes cubanos. Esta perversión es sobre el único éxito de la Revolución
cubana.
Las u'nicas explicacioesn racionales, en mi estima, son a) admiracio'n a la actitud de Cuba de enfretamiento a los muy envidiados USA, y b) el irracional fanatismo al desacreditado socialismo de muchos de los lideres globales. Felicidades y gracias por detacar esto. Cheers,
ResponderEliminarBuen punto y añado es una,forma barata de desafiar a los EE.UU. No acarrea consecuencias el apoyar a un David desarrapado frente a un Goliath próspero Y se da rienda suelta a la envidia.
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