"Por eso la operación se repitió poco después, en diciembre, con todos los adelantos médicos de una capital europea moderna..."
Por Santiago
Cárdenas.
José Martí fue operado tres veces de su testículo derecho, que indica que allí tenía una tumoración crónica,
reincidente y que probablemente no era maligna, porque no hizo metástasis. Sarcocele
o sarcocelio es el término confuso muy utilizado en la nomenclatura médica
antigua para designar cualquier
tumoración en el escroto o en un testículo.
No hay documentos históricos de alguna enfermedad de Pepe antes de su
ingreso al presidio, el 4 de abril de 1870. Allí estuvo seis meses por lo que
podemos afirmar que al entrar a la cárcel era un adolescente sano.
A su llegada a Cádiz, al siguiente
año, con 18 años de edad ,–muy desmejorado luego de los horrores de la prisión política del genocidio español
en Cuba,– su amigo Carlos Sauvalle –previamente
exiliado, al que conocía desde sus andanzas revolucionarias
en La Habana cuando los sucesos del
Teatro Villanueva– le envió los pasajes del tren y luego lo alojó en su casa madrileña. Allí
consultaron al médico cubano, el Dr.
Hilario Candela que lo operó por primera vez el 22 de noviembre; posiblemente
un drenaje de un absceso o una punción
para extraerle líquido sero-hemático del testículo, de lo que hoy definiríamos como un hidrocele a tensión o
infectado. Se redujeron los síntomas; pero no completamente.
Por eso la operación se repitió poco
después, en diciembre, con todos los adelantos médicos de una capital europea
moderna. El Madrid de 1871, tenía mucha
influencia del cercano París, la cuna de la urología mundial.
Luego, al llegar a México en el 75
para reunirse con su familia, su preceptor y confidente Manuel Mercado lo llevó
de nuevo al especialista, y aunque no
hay datos concluyentes sobre esa nueva operación, al parecer la solución fue extirparle
el testículo puesto que desde entonces no hay
datos históricos de nuevas
molestias urológicas. Los hallazgos de la autopsia realizada el 23 mayo de 1895, cuatro días después de su
muerte, apuntan a la orquidectomía derecha
radical.
Testículos aparte, Martí-- que no tenía
una complexión robusta ni era
aficionado a los deportes (por ejemplo: no se conoce ni un solo artículo
dedicado a los Yankees de Nueva York el
club de pelota de su ciudad) fue un hombre
físicamente sano, repito, hasta su ingreso en las canteras de San Lázaro en La Habana
Extramuros.
Tenía diecisiete años de edad (con
el agua a las rodillas; pico en mano sobre la piedra caliza y doce horas de
trabajo diariamente) que lo hizo irreconocible
ante su padre Don Mariano en su primera visita a presidio. Tal era su extrema pérdida de peso; sin asistencia
médica.
De esos días existen dos fotos. Hay una, icónica, de frente, que dedicó a
su mamá que tiene dos versiones
retocadas. La otra es semejante, más bien de perfil. En ellas se muestra de pie
con sombrero de presidario con ala
tapasol; pelado al rape y con el grillete puesto que rodea la cintura y se extiende hacia el pie derecho, (donde le
produjo una llaga o úlcera crónica),
rozándole la ingle y el escroto de ese lado.
Es por eso que una vez indultado, al llegar a la casa de los Sardás, en la
Finca El Abra, en Isla de Pinos –para
dos meses de reclusión domiciliaria
esperando el viaje a España –el matrimonio que eran unos catalanes amigos de su padre y
que gestionaron su indulto, – lo
colmaron de atenciones y
alimentos. Los diagnósticos populares, los de la familia, fueron: anemia,
desnutrición e irritación crónica de la vista por la arenilla de las canteras.
Carlos Sauvalle, de 30 años, mencionado
al principio, conoció en Madrid del destierro de Martí a España y preparó su acogida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario