Libertad Y Justicia Para Todos, Incluyendo Aquellos Con Los Que No Estamos De Acuerdo
Ningún partido político
tiene un monopolio sobre la intolerancia, el odio o la violencia. El 14 de
junio, un hombre de 66 años que se identificó como un demócrata abrió fuego
contra los miembros republicanos del Congreso en una práctica de béisbol para
un juego de caridad en Alexandria, Virginia.
El hombre fue
disparado por dos agentes de la Policía de Capitol Hill que estaban en la
escena como seguridad para el representante Steve Scalise, el Asistente del
Líder de la Mayoría de la Cámara, quien estaba entre los
disparados. Dos agentes de policía, los agentes especiales David Bailey y
Crystal Griner, también resultaron heridos. Griner recibió un disparo en el
tobillo, mientras que Bailey sufrió una lesión menor que no era de bala.
Hubo dos personas
disparadas más, Zack Barth, un empleado del representante Roger Williams, de
Texas, y un ex miembro partidista, Matt Mika.
Los legisladores elogiaron las acciones de la policía al detener al asaltante,
evitando una “masacre”. La salud mental, el control de armas, el partidismo,
Trump… los debates que hicieron actuar al tirador han comenzado.
Al final, la
fuerza motriz detrás de este acto de terrorismo político es el mismo tema que
alimenta al racismo, la homofobia, la xenofobia: deshumanizar a los que son
diferentes a uno, creyendo que sus vidas son dispensables y que valen menos que
las creencias o causas distorsionadas por las que luchan.
Como alguien que
está en la política y a menudo recibe calor de ambos lados políticos, rezo por
la tolerancia. Ruego para que nos escuchemos uno al otro y veamos la humanidad
en cada uno de nosotros, sin importar a qué partido pertenezcamos, o con qué
país, raza, religión u orientación sexual nos identificamos.
Esta división debe
parar. Y es posible, con cada uno de nosotros. Cuanto más permitimos que
nuestra individualidad viva dentro de nuestra colectividad, más tolerantes nos
convertiremos. Podemos ser quienes somos, estar en desacuerdo y aun así
mantener nuestro sentido de unidad como compatriotas, respetando las vidas y
experiencias de cada uno.
Mientras hacemos
eso, la línea entre “nosotros” y “esas personas” comenzarán a difuminarse y se desvanecerán,
y con ella, también la violencia sin sentido. Los gritos se detendrán y el
diálogo comenzará. Seamos lo que debemos ser: una nación, bajo Dios,
indivisible, con libertad y justicia para TODOS, incluyendo aquellos con los
que no estamos de acuerdo.
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