FUNDACION DERECHOS HUMANOS CUBANO
El 2017 ya se marcha y el pueblo cubano
es más pobre y menos libre que al iniciarse el año en enero
pasado. La mayor parte de los cubanos no tienen nada que
celebrar en estas fiestas navideñas y sí de qué
preocuparse. Saben que 2018 será aún más difícil si
no ocurren los cambios imprescindibles que no se atisban por ahora.
El dictador se ha empecinado
en dejar el peor recuerdo posible de su persona como jefe de
gobierno. Se dispone a entregar su cargo de
presidente dentro de dos meses y lejos de aflojar la mano la
aprieta cada vez más. Torna más dura la vida de los cubanos.
El general Castro no solo no hizo las “reformas” que
muchos esperaban de él, sino que los muy escasos e
insuficientes cambios realizados han sido congelados,
revertidos, o pospuestos sin fecha prevista. Sin
duda Castro II desprecia a su propio pueblo, y
muestra a la vez su ineptitud como dirigente
político.
La represión sigue. La pobreza y la subalimentación de la
población se agravan. Bajan las exportaciones pues el país produce cada
vez menos. Se mantiene la recesión económica derivada de la
obsolescencia del sistema, así como de la crisis venezolana.
Pero también
2017 termina con un ascenso de la conflictividad social.
La gente perdió
el miedo a protestar. Se realizaron varias
manifestaciones callejeras de ciudadanos exigiendo una
solución a problemas básicos como la alimentación, la vivienda, y el
respeto a libertades básicas.
LOS CUBANOS ESTÁN HARTOS.
La situación habitacional es la peor de
toda la historia republicana. En unos días se van
cumplir 59 años de dictadura y de que Fidel Castro
prometiera “hacerle a cada familia cubana una vivienda decorosa”.
Casi seis décadas después, la población de la
isla, o no tienen vivienda o habitan en
inmuebles en mal estado, ruinosos o a punto de caerse. Y
cientos de miles viven en chozas improvisadas en barrios
insalubres.
El castrismo no resolvió el problema de la
vivienda, y no acabó con la vida miserable en los barrios
tipo “Llega y pon”, sino que los multiplicó. El colmo es que
periódicamente desaloja esas familias y echa abajo sus
casuchas. El régimen informó que en 2017 detectó 127,693
“ilegalidades urbanísticas” en la isla, de las que “solucionó” (desalojó)
23,000 hasta septiembre.
Uno de los segmentos poblacionales más golpeados por la
pobreza ascendente es el de los jubilados y pensionados. Con los 200
pesos mensuales como promedio (8 dólares) que reciben de
la “revolución” no pueden alimentarse, viven en la pobreza
extrema. Se ven obligados a vender en las calles lo que pueden, pedir
limosna, o delinquir. Todo ello pese a haber trabajado toda una
vida.
Termina el año también con la peor escasez de
medicamentos que se recuerde en la isla en mucho tiempo, debido
a que se ha reducido la importación de medicamentos y de
materias primas para producirlas en el país.
Según cierra este 2017, a aquellos que gustan en el Buró Político
del PCC poner nombres a cada nuevo año, bien podrían llamar al 2018 el
"Año del Conflicto al Cambio".
La elite de poder sabe que ya no puede
controlar la situación con los mismos métodos de siempre y los cubanos
van tomando conciencia de que su única esperanza no es una balsa, sino luchar
por el cambio real del país. Solo de esa manera podrán convertir los
conflictos sociales en soluciones: democracia, libertad y prosperidad.
Fundación para los Derechos Humanos en Cuba (FHRC)
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario