"Esto evidencia una lucha nunca acabada de todo democrata..."
Por Santiago Cárdenas MD
Se cumplen 69 años de la Declaración, que ya no es tan universal. En 1990 los países musulmanes ofrecieron una muy bien redactada y bonita alternativa que desde entonces ha pretendido ser la norma ética para millones de islámicos alrededor del mundo. Pero, su declaración, la del Cairo, fue signada bajo la preeminencia absoluta de la ley Sharia.
Por mandato de la III Asamblea General de
las Naciones Unidas en las traumáticas
secuelas de la II Guerra Mundial y para prevenir los horrores de la próxima –se
hizo énfasis en el Palacio Chaillot, París, (1948),– en treinta derechos fundamentales de todo ser
humano. Era hasta entonces un mundo judeo-cristiano donde habían prevalecido "los
deberes" y las bienaventuranzas. Éstas últimas nunca fueron alcanzadas
y los deberes mosaicos aceptados a regañadientes. Por tanto, el devenir
histórico varias paradojas fueron haciéndose
evidentes. Aunque ningún país rechazó estos derechos ecuménicos, hubo durante la
votación ocho abstenciones. Las de Rusia y sus satélites y la de Arabia
Saudita. Por ahí venían los tiros. Los tiros de la decepción.
Los saudíes, en la cuna misma del islam y representando a los países musulmanes,
acusaron a la declaración de ser la opinión secular del cristianismo. Tenían
cierta razón al mirar a los proponentes: Eleanor Rooselvelt por EEUU; Humphrey
(Canadá); Santa Cruz (Chile); Malik (Líbano); Pavlov (Unión Soviética) Guy
Pérez Cisneros (Cuba), entre tantos
otros.
Las
objeciones del campo socialista surgieron porque la Declaración "olía" a
ideologización o manipulación, especialmente en los diez primeros derechos, los llamados individuales,
insoportables para cualquier dictadura, especialmente en la saga del bolcheviquismo de Lenin desde 1917 solamente tres décadas
antes.
Esto evidencia una lucha
nunca acabada de todo demócrata y
de cada hombre de buena voluntad a favor de la Declaración que es un patrimonio de la humanidad; no sólo
de la civilización occidental.
El Instituto Cubano de la Memoria
Histórica que forma parte de la mejor tradición de un exilio sexagenario, pero
libérrimo, al escoger este 10 de diciembre para
su asamblea anual saluda a Ricardo Bofill, el presidente emérito del Comité Cubano pro DDHH, se compromete y exhorta a todos los cubanos a continuar trabajando por estos derechos
para la construcción de un mundo mejor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario