Un nuevo estudio en el que han participado 700.000 británicos sugiere que ellas son más empáticas, ellos más sistémicos y que el autismo supone un cerebro masculino extremo
Por Judith de
Jorge
* Seis mentiras
que la Ciencia ha dicho sobre las mujeres
* Confirman que a
los hombres les cuesta más trabajo hacer varias cosas a la vez
* Diez mitos sobre
el cerebro masculino y femenino
Pocas cosas pueden
ser tan polémicas y estar tan trufadas de tópicos, prejuicios y sexismo como
una conversación sobre las diferencias entre el cerebro masculino y el
femenino. Muchos estudios que llegan a conclusiones como que ellas son mejores haciendo
varias cosas a la vez (lo que se conoce como multitarea) o que ellos son
imbatibles leyendo mapas se basan en una pequeña muestra, en la que puede
influir el azar. Otras veces, las interpretaciones corren el riesgo de estar
sesgadas por las propias creencias y estereotipos de los científicos. Al fin y
al cabo, también son humanos. Y aunque el estudio sea perfecto, esas
variaciones entre sexos son estadísticas, tan solo un promedio, lo que
significa que, por ejemplo, la diferencia en la capacidad matemática entre dos
mujeres puede ser mucho más grande que la que existe entre una mujer y un
hombre.
Teniendo todo eso
en cuenta, una nueva investigación publicada en la revista «Proceedings of
the National Academy of Sciences» (PNAS) vuelve poner de relieve lo que
distingue a los dos sexos, en contra de otros trabajos. El estudio, el más
grande de su tipo que se haya hecho jamás, utilizó datos de casi 700.000
personas en Reino Unido, incluidas más de 36.000 personas autistas, que
respondieron a una encuesta online realizada para el documental
«¿Eres autista?» de la cadena de televisión Channel 4. Liderado entre otros
por Simon Baron Cohen, del Centro de Investigación del Autismo en
Cambridge, confirma dos controvertidas teorías psicológicas propuestas por este
investigador hace ya dos décadas. La primera, que las mujeres son más
empáticas mientras que ellos son mejores sistematizando, es decir,
clasificando, analizando o construyendo las reglas del mundo. La segunda,
que los trastornos del espectro autista son fruto de un cerebro masculino
llevado al extremo.
La empatía es el
impulso para reconocer el estado mental de otra persona y responder al mismo
con una emoción apropiada. Es lo que hace que podamos escuchar a un amigo
angustiado, conectar con él, ponernos en su lugar y prestarle la ayuda que
necesita (que no tiene que ser necesariamente, y generalmente no suele serlo,
la solución a sus problemas). Pues resulta que, según el informe, esto
es algo que las mujeres hacen mejor. Sin embargo, los hombres se llevan la
palma sistematizando, analizando o construyendo un sistema, cualquier cosa que
siga reglas o patrones.
En el estudio, los
participantes recibían lo que los autores llamaron «puntuaciones d». Una
puntuación alta significaba que la capacidad de sistematización de una persona
es más alta que su empatía. Y una puntuación d baja significa que su empatía es
más alta que su sistematización.
Pues bien, los
investigadores encontraron que los varones típicos tenían puntuaciones d más
altas, al contrario que las féminas típicas, que las tenían más bajas. Y las
personas autistas, independientemente de su sexo, superaban incluso a los
hombres típicos.
De igual manera,
descubrieron que los que trabajaban en ciencia, tecnología, ingeniería y
matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés) tenían, en promedio,
puntuaciones de rasgos autistas y de sistematización más altas que aquellos en
tenían ocupaciones no STEM, que parecían ser más empáticos.
Malas
interpretaciones
En el informe, los
autores recuerdan que las diferencias encontradas se aplican a grupos, no a
individuos. Igualmente, subrayan que los datos no dicen nada sobre una persona
en particular según su género, diagnóstico de autismo u ocupación. «Hacer eso
constituiría estereotipos y discriminación», recuerdan los investigadores, a lo
que «se oponen firmemente». Además, el equipo reitera que sus resultados se
refieren solo a la empatía y la sistematización, por lo que extrapolar las
teorías más allá de estas dos dimensiones sería «una mala interpretación».
Estos resultados
tampoco implican que las personas autistas carezcan de empatía. La empatía,
explican los científicos, tiene dos partes principales: la cognitiva (poder
reconocer lo que otra persona está pensando o sintiendo) y la afectiva (tener
una respuesta emocional apropiada a lo que otra persona está pensando o
sintiendo). Y es solo el primer aspecto de la empatía, también conocido como
«teoría de la mente», con el que, en promedio, luchan las personas autistas.
Esto significa que no son indiferentes ni crueles, sino que simplemente les
cuesta entender las intenciones de otras personas. En este sentido, pueden no
entender las indicaciones de la expresión facial o la entonación vocal de
alguien e imaginar sus pensamientos. Pero cuando se les dice que esa persona
está sufriendo, se sienten motivados para ayudarla. El ejemplo típico de este
perfil podría ser el personaje de Sheldon Cooper de la serie de televisión «The
Big Bang Theory», un genio al que le cuesta entender las bromas o el sarcasmo.
Igualmente, los
autores advierten de que sus conclusiones no implican que las personas autistas
sean hiper hombres. Tienen puntuaciones muy altas en sistematización, pero
no siguen otras diferencias típicas de sexo, como la agresividad.
Según los
investigadores, su trabajo demuestra que los factores vinculados a ser hombre o
mujer dan forma al desarrollo cerebral. Esto no significa que todos los hombres
muestren un perfil y todas las mujeres muestren otro, ya que los individuos
pueden ser típicos o atípicos para su sexo. Del mismo modo, existe una gran
variación dentro del autismo, por lo que esto no significa que todas las
personas autistas tengan dificultades con la empatía cognitiva.
Aprendizaje y
hormonas
Qué factores
causan estas diferencias sexuales psicológicas pueden ser varios, desde la
experiencia social y el aprendizaje hasta la biología prenatal. Por
ejemplo, las hormonas sexuales prenatales, como la testosterona, se han
relacionado con la empatía y la sistematización, y los factores genéticos
también se han relacionado con la empatía. Además, el hecho de que las personas
autistas muestran un perfil masculino extremo en las pruebas de empatía y
sistematización puede ayudar a explicar por qué a más hombres se les
diagnostica autismo, aproximadamente dos o tres hombres por cada mujer.
Baron-Cohen cree
que este estudio también señala algunas de las cualidades que las personas
autistas aportan a la neuro diversidad. «Son, en promedio, fuertes
sistematizadores, lo que significa que tienen excelentes habilidades de reconocimiento
de patrones, excelente atención a los detalles y una aptitud para entender cómo
funcionan las cosas. Debemos apoyar sus talentos para que alcancen su potencial
y la sociedad también se beneficie», afirma
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