"Dedicado a los héroes de la Brigada 2506 y la resistencia subterránea..."
Por José Azel.
"Si hubiera
estado presente en la creación, habría dado algunos consejos útiles para un
mejor ordenamiento del universo".
Esta expresión nostálgica de Alfonso X
Rey de Castilla (1252-1284) inspiró el título de las memorias de Dean Acheson "Presente
en el Creación: Mis años en el Departamento de Estado.”Acheson (1893-1971) no
solo estuvo presente en la creación del mundo de posguerra; Fue uno de sus
arquitectos hasta que dejó el cargo de Secretario de Estado en 1953.
De manera similar,
mi generación estuvo presente en la creación del estado totalitario de Cuba a
partir de 1959 y ha sido testigo de la devastación socioeconómica de una
nación. En la introducción de mi libro "Reflexiones sobre la
libertad", relato la historia de cómo tenía diez años en enero de 1959,
cuando la revolución cubana llegó a la ciudad. Como la mayoría de los niños
cubanos, me cautivaron las cualidades de circo y de cuentos de esa experiencia
surrealista.
Entonces no capté
los antecedentes y las consecuencias, y los héroes de los cuentos no tardaron
mucho en convertirse en villanos. En un año me uní a la resistencia urbana
subterránea que luchaba contra el régimen de Castro.
Tras el fracaso de
la invasión de Bahía de Cochinos en abril de 1961, mi padre llegó a la
conclusión de que, por nuestra seguridad, mis hermanos y yo deberíamos salir de
Cuba. Así, en junio de 1961, salí de Cuba como parte de la Operación Pedro Pan,
en ese momento el mayor éxodo de niños no acompañados en la historia del
hemisferio occidental. Comencé la vida en los Estados Unidos como un exiliado
político de trece años con una idea indeleble, aunque juvenil, de nuestras
libertades individuales y cómo deben protegerse. Nunca pude volver a ver a mi
padre, y nunca volví a mi lugar de nacimiento, ya que prometí no volver nunca
hasta que Cuba volviera a ser libre.
Le ruego al lector
indulgencia por este paseo melancólico en el carril de la memoria. Pero, a
medida que disminuye la cohorte de los presentes en la creación, es importante
transmitir la angustia por la libertad de una generación de
cubano-estadounidenses que ha luchado valientemente defendiendo la libertad
tanto de su patria adoptiva como de su lugar de nacimiento. Mi generación es la
del envejecimiento de los héroes de la resistencia urbana cubana de los años 60,
de la invasión de Bahía de Cochinos, del levantamiento en las montañas de
Escambray, del éxodo de Pedro Pan, de la guerra de Vietnam.
Nuestra
generación, presente en la creación de un régimen totalitario en nuestra
patria, no ha logrado llevar la libertad a Cuba. Y quizás, como Alfonso X,
podríamos haber hecho más por el mejor ordenamiento del universo. Pero hemos
logrado admirablemente transmitir el amor por el país, tanto para Estados
Unidos como para Cuba, y los valores democráticos a nuestros hijos y nietos.
Aquellos que
heredan nuestra lucha entienden la libertad como un estado de ser y como un
estado de conciencia. Nuestros hijos y nietos captan el libre flujo de
información, la libertad económica, los derechos humanos, la libertad política,
la transparencia, la libertad de expresión y el empoderamiento del individuo
como forma de vida. Sus tácticas de lucha contra la libertad pueden diferir de
las nuestras, pero estos son valores que no se repudiarán al abrazar el
colectivismo tiránico
Pasamos la antorcha
a una generación que comprende instintivamente que el bienestar económico es
una consecuencia de la libertad y que valorar la libertad es un logro moral y
filosófico perspicaz. Es una generación que creció escuchando nuestras
historias de un país perdido y que aprendió las lecciones de Pericles mientras
buscaba inspirar a los atenienses durante la Guerra del Peloponeso: “Decida que
la felicidad depende de ser libre y la libertad depende de siendo valiente
".
Los más jóvenes de
mi generación ahora tienen más de 70 años, y necesariamente estamos pasando la
responsabilidad y el honor de defender la libertad a una nueva generación que
no estuvo presente en la creación del estado totalitario de Cuba. Pero, como un
espejo al final del camino, esta generación nos honrará al estar presentes en
la creación de una nación democrática.
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