"Bofill Venía de la prisión, habia sido procesado en uno de los embudos represivos del castrismo..."
Casi veinte años de sangrienta
represión había colocado a la resistencia armada al régimen de los Castro en
una situación precaria. Los muertos en combate o fusilados ascendían a varios
millares, los presos se contaban por decenas de miles y el creciente exilio
drenaba el sector del pueblo cubano que combatía la dictadura.
Por otra parte la subordinación
completa de Fidel Castro a la extinta Unión Soviética le favorecía porque la
población conocía de la asistencia del Kremlin al régimen
y su compromiso de respaldarlo en todas las instancias internacionales.
La oposición histórica
enfrentaba una seria crisis, y como dice el activista y ex preso político
Rolando Cartaya, “después
que el régimen ahogó en sangre la lucha armada clandestina sólo era viable
luchar pacíficamente, a cara descubierta y desde la plataforma elaborada por la
ONU de la Declaración Universal” y esa fue la interpretación que
hizo Ricardo Bofill Pagés al constituir en 1976 el Comité Cubano Pro Derechos
Humanos.
Bofill venia de la prisión, había sido procesado en
uno de los embudos represivos del castrismo que se conoce como Microfracción.
En esa redada fueron apresados muchos miembros del desaparecido Partido
Socialista Popular que disentían de Fidel Castro.
La experiencia de la cárcel, el conocimiento directo
de las capacidades represivas de la dictadura, y sus estudios de filosofía,
pudieron haberlo preparado para instrumentar un contexto de lucha novedoso,
ajeno a las pautas históricas de confrontación conocidas en la
Isla.
El 28 de enero de 1976 en el natalicio de José
Martí, fundó junto a Elizardo Sánchez Santacruz, Adolfo Rivero Caro,
Emigdio López Castillo y Enrique Hernández Méndez, con el apoyo de Marta
Frayde, el Comité
Cubano Pro Derechos Humanos (CCPDH).
Sin dudas, la primera y principal
organización cubana de derechos humanos fundamentada en la Declaración
Universal de Derechos Humanos. El objetivo principal era promover en una
población sometida durante 25 años a un régimen totalitario la difusión del
concepto de los derechos humanos, hacer que los isleños reconocieran que tenían
derechos y que la dictadura se los estaba usurpando, además, recopilar
denuncias de las violaciones a los derechos ciudadanos y enviarlas a instancias
internacionales, incluida la prensa, acción imposible en la Isla por el control
que ejerce el régimen sobre los medios.
El movimiento a favor de los
derechos humanos se fortaleció y diversificó, se constituyeron organizaciones
orientadas a demandar derechos específicos, como el de la libertad de
expresión. Según la actividad contestaría se incrementaba surgieron nuevos
dirigentes. Se
pudiera decir que el CCPDH es la matriz que inspiró la gestación de la
oposición política cubana de la actualidad y las múltiples variantes a las que
recurren los opositores para demandar sus derechos ciudadanos
y el establecimiento en Cuba de una sociedad democrática y plural.
La constitución del (CCPDH) se enmarcaba en
los procesos que había iniciado en la Unión Soviética, metrópoli del castrismo,
el científico Andrei Sajarov y coincidía también con el compromiso
de defender los derechos humanos del presidente de Estados
Unidos, Jimmy Carter.
Bofill fue un hombre de firmes convicciones sin
rasgos de intolerancia, actitud que demostró cuando en los primeros tiempos del
Comité incluyó como miembro del mismo a dos iconos de la resistencia histórica,
Mario Chanes de Armas y Ernesto Días Rodríguez, mostró siempre que las
similitudes entre los demócratas cubanos son más importantes que las diferencias
y que la antropofagia política solo conduce al fracaso de todos.
Siempre defendió su propuesta de lucha contra la
dictadura sin denostar a quienes les adversaban, el doctor Santiago Cárdenas
comentaba el día de su fallecimiento, “Era un hombre de una sola pieza,
demostró siempre una gran entereza moral y mucho coraje, nunca se le escuchó
hablar mal de otra estrategia de lucha aunque confrontara con la que él había
elegido, es el tipo de hombre que marca pautas y que honra a
cualquier país”.
El legado de Ricardo Bofill es
gigantesco. Su obra no culmina con su vida física. Las huellas de sus acciones son
imperecederas como las de otros patricios cubanos que dedicaron su vida a
luchar por la libertad y la democracia. Son ellos y sus obras, los que integran los tan
necesarios arquetipos del mañana.
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