domingo, 31 de enero de 2016

AQUEL 28 DE ENERO...SEGUN SANTIAGO


Aquél 28  de enero hacía un frío inusual. De tres pares. "Rubiera nunca se equivoca en los partes meteorológicos", pensó Leonor en su agonía, acurrucada que estaba  en el  edredón, mientras contraía sus piernas  contra la  vulva para retrasar lo inevitable. Eran las cinco de la mañana, según había gritado el sereno  don Jaime  Londoño y  de Arzuaga  pocos minutos antes, bajo el farolín en una intersección de la calle Paula, Habana, Cuba. Leonorcita  a sus veinticinco  tuvo fuerzas para atisbar por un momento en  la ventana  volviendo  a la cama precipitadamente Y,   entonces, de súbito.  ¡Al  ánimo; al ánimo; la fuente se rompió!

 No podía llamar a Marianito que  en el cuartel estaba, siempre de guardia.  Despertó a  Ana, la comadre, que yacía  a su lado y le dijo: "Resguárdate del frío y del chin chin  y corre hasta  don Jaime, que permanece en la esquina. Dile que llame  a Bienvenida, y la acompañe a su regreso, que la niña está por venir”. Las cabañuelas – inequívoca  señal  de prosperidad  a principios de cualquier  enero –   habían sido muy  sentidas en ese año de gracia del Señor: 1853. Diez días de agua y contando.

–Mira, hija, además alcánzale un vaso y la botella  del vino  Las Palmas de Tenerife,  que está en el estante para que tome un trago", díjole, alzando un poco su voz de parturienta primeriza.

 –Ma, Ud. perdone, pero parece que se olvidó que  Bienvenida quedose en casa anoche por si acaso el  meconio se salía –respondió la  joven en un susurro. 

En esos precisos momentos  la  partera subía renqueando por la escalera despertada  que fuera por el movimiento  y las habladurías de la recámara superior .En sus manos  artrósicas llevaba una maletica con los paños impolutos y  los instrumentos  de ocasión, entre ellos  un cuchillo de vientre amolado y hervido por  quince minutos  para cortar la tripa, dos botellas de agua estériles  calientes y un plato con sopa salada de gallina vieja con enjundia.

– ¿Qué sucede? ....


–La niña está por llegar, respondióle Leonor.

 –No te preocupes, tú tienes buena pelvis y  muy ancha"  respondió la Bien Venida .Por supuesto, la comadrona era  cubana,  estéril y sin adopción, lo que le hacía disfrutar plenamente su trabajo en la Habana de intramuros antes y después del cañonazo.

–Revisé el ultrasound  y también  las placas, comentó en voz baja. Los resultados son equívocos  en cuanto al sexo; pero vas a tener  un buen parto. Respira duro y puja cuando te diga."

–Oye: ¿te has inyectado cianocobalamina? La criatura parece un macro feto .Viene grande y hermosa.

–No  sé; en las islas canarias no conocemos eso......

–Quiero decir vitamina B12

–Pero, las vitaminas no se han descubierto todavía Deje eso para el siglo que viene.

–Perdone Ud., replicó la partera. "Según mis creencias católicas y esotéricas todo es pasado y presente a la vez. Yo leo la versión moderna  de  las biblias de Cipriano de Valera y Casi doro de la Reina y sigo las enseñanzas de nuestro Papa Pío Nono, que es infalible, según el  concilio Vaticano I, que está por llegar. Pero queda  claro que no vamos a hablar de eso en estos momentos... Que el asunto principal, el meollo de la cosa, es que todo salga bien”.

- ¡Puja!; ¡Puja duro !.   

Y en  el puja-puja  Leonor  cayó en sueno onírico recordando una de las  tantas cópulas de pareja joven en plenitud de facultades pélvicas. Obnubilada se trasladó de mentirijillas a abril 28 de 1852. Lo sabía por el calendario gregoriano  al pie de su cama. Era la eclosión brutal  de la  primavera en el trópico. Marianito estaba  más juguetón que de costumbre. Su última menstruación había terminado  doce  días antes  y  se sentía en celo. Los  alisios borradores de nubes  barrían la habitación. El olor a almizcle con vetiver mezclado con el de  las frituras de bacalao llegaba desde  el cercano  puerto. Era el amor  genitado. La erección había sido  gigante; la penetración profunda y el orgasmo glorioso. Triplicado por unas contracciones pélvicas muy intensas y  muy sabrosas. Un licor  bañó su cérvix; su cérvix vaginal. El instinto femenino le decía que inequívocamente había sido preñada, impregnada por el semen aplatanado de Mariano .No obstante,  la niña nacería cubana.

Miró al cielo y vio una estrella. La que ilumina y mata. La de Abdala. 

Al despertar  de la anestesia Leonor estaba sola en su habitación. La comadre había ido a hacer pipi .La sopa  con ajo y sal la reanimaron. Comió tres cucharadas  de lentejas y, se acercó, a la chita callando, a la cuna: un pesebre de palo.

 
Era un varón. 

 
Dr. Santiago Cárdenas, enero/2016

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