viernes, 1 de enero de 2016

EL CINISMO TRIUNFA DE NUEVO


 Por, Luis Marín
 
Los politólogos solían dividirse entre cínicos y poetas. Los unos pretenden ver el mundo crudamente, atrapar la realidad tal cual es, sin adornos, por eso también les gusta llamarse “realistas”; los otros quieren soñar un mundo mejor, son cultores de la buena fe y lo que más detestan es que se les tome por ingenuos.

Los cínicos aparentan tener un mejor dominio del arte, en particular, de la política y la guerra, que para ellos resumen el compendio de los asuntos humanos; mientras el mundo, la calle, se encarga de defraudar a los poetas, de desbaratar sus vanas ilusiones.


 Antes de que se despeje el humo de los fuegos artificiales, los cantos y celebraciones, no más se sacan los numeritos ya se ve quienes acapararon las fichas y quienes se quedaron con los bolsillos vueltos de revés, quienes sacrificaron todo por nada y quienes no arriesgaron nada pero se quedaron con todo.

Por ejemplo, los partidos políticos: Primero Justicia, el relevo socialcristiano de COPEI y AD, abanderado de la socialdemocracia con otros socialdemócratas detrás, sin duda ganaron. Casualmente, los mismos que asistieron a Miraflores para apaciguar al país luego del 12F de 2014. Esto ya prefigura un pacto no confesado pero funcional.

La MUD pasó su aplanadora, como en los viejos tiempos, piloteada casi por los mismos de siempre; mientras otros que les empujaron el carro con gran esfuerzo y sacrificio no tienen partido, ni cargos y sus aspiraciones serán echadas al desván rápidamente.

Por no hablar de quienes perdieron sus vidas, bienes, empleos, los aventados al exilio o se pudren en las mazmorras de la dictadura; éstos tienen menos que celebrar y antes que los anteriores serán olvidados, que hasta tiene algo de embarazoso estar hablando de muertos, presos y exiliados en una cena de Navidad.

El hecho crudo y duro es que unos seguirán comiendo langostas con champaña mientras otros son sumergidos en la ignominia e incertidumbre; pero esto es lo que nos lleva al meollo de la cuestión  humana que encierra la disparidad esencial entre cínicos y poetas.


Los cínicos pueden ganar, pero hay algo en ellos que molesta, por eso no pueden exhibirse como lo que son sino que más bien suelen encubrir sus éxitos personales como si fueran “de todos”, victorias del pueblo, es decir, de los sempiternos perdedores.

Si uno de estos días nos invaden los chinos para cobrarse tanta deuda acumulada, gente como Julio Borges, Ramos Allup, Timoteo Zambrano, emergerán formando parte del nuevo gobierno pro-chino. Podrá preguntarse: carajo, ¿cómo hicieron? Y la única respuesta plausible sería, sin que esto implique ninguna acusación: “Es parte de su naturaleza, como del corcho es flotar”. No pueden evitarlo. Ellos son así. Otros, que no sería largo pero sí lastimoso enumerar, serán torturados con torturas chinas, aislados y silenciados, asesinados en la resistencia si es que no logran huir al exilio.

Quizás en todo el mundo es así y siempre haya sido así en la historia, tal vez no exista ninguna razón para pensar que alguna sociedad humana esté o haya estado libre de esa suerte de aristocracia británica, siempre ilustre, alerta, anticipada a la vanguardia, dueña y merecedora de todo, mientras que los demás muerden el fango.

Esto ha dado pie a todas las revoluciones que nunca han terminado en nada que no sea peor injusticia e iniquidad, no exentas de mayor violencia y despotismo.

Si no se encuentra cura para este mal, la próxima revolución que nos sorprenda (quien sabe si sea islámica) no dejará cabezas para ninguna otra.


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