Por Pedro Corzo. periodista e historiador
Este descalabro
internacional de los extremistas, quizás ayude a la formación de una conciencia
ciudadana a favor de la democracia en todo el hemisferio. Una ciudadanía
informada y alerta es la mejor salvaguarda de la libertad.
Electores que sepan
defender sus derechos y cumplir con sus deberes. Capaces de no asumir como
validas soluciones mágicas que solo se sostienen sobre propuestas demagógicas
que socializan la miseria y cercenan libertades, son los mejores garantes de
los derechos ciudadanos.
Se aprecia que los pueblos
y los líderes menos aislacionistas son aquellos que han estado involucrados en
conflictos internacionales o que han padecido dictaduras. Demuestran una
sensibilidad mayor ante los problemas de otras naciones y una mayor disposición
a prestar su cooperación.
El triunfo de la
democracia en Venezuela, sumado al de Mauricio Macri en Argentina, tal
vez impulse la formación de líderes de fuertes convicciones democráticas que no
contemplen el poder como una vía fácil y expedita de enriquecimiento
personal y un medio para abusar de las prerrogativas que le confiere gobernar.
Un liderazgo
convencido de que la defensa de la libertad y de los derechos ciudadanos es un
compromiso transnacional. Dispuestos a elaborar una estrategia capaz de
asociar factores distintos, pero inspirados en el objetivo de alcanzar y
preservar el estado de derecho. La historia ha demostrado que cuando un país es
controlado por la autocracia, la libertad del resto de las naciones está en
peligro.
América demanda dirigentes nacionales obligados a la
defensa de la democracia, abanderados de las libertades políticas y económicas
de su país, sin que sean ajeno a los problemas y dificultades de sus vecinos.
La solidaridad democrática debe ser un principio fundamental en las relaciones
hemisféricas.
Es necesario que entidades como la Organización de
Estados Americanos cumplan con sus obligaciones. La OEA cuenta con instrumentos
legales para que los déspotas no puedan mantenerse en el poder. Han sido
mecanismos aprobados y reconocidos por todos los gobiernos, que
desgraciadamente no han sido aplicados, porque han primado los intereses sobre
los valores que los dirigentes dicen defender.
Es preciso es
necesario constituir organizaciones no gubernamentales, comprometidas en
la defensa de los derechos ciudadanos. El dejar pasar y hacer a los enemigos de
la democracia, aísla a sus genuinos defensores, situación que aprovechan los
partidarios de la globalización del despotismo.
Los demócratas de América Latina están obligados a reinventarse. La colusión del populismo, corrupción y el narcotráfico origina gobiernos que sustentan su gestión en el odio y la confrontación fratricida. Es fundamental una propuesta hemisférica del Socialismo del Siglo XXI.
Los demócratas de América Latina están obligados a reinventarse. La colusión del populismo, corrupción y el narcotráfico origina gobiernos que sustentan su gestión en el odio y la confrontación fratricida. Es fundamental una propuesta hemisférica del Socialismo del Siglo XXI.
Venezuela y Argentina fueron
faros de libertad en el Siglo XIX, han repetido la gesta. No desperdiciemos la
oportunidad. Es un reto que todos debemos que
tenga la libertad y el respeto a los derechos individuales como premisa
fundamental.
Aunque amargue, hay que reconocerlo. Del enemigo se ha de aprender. Trabajar en proyectos que unan, trazar líneas de acciones comunes y desarrollar constantemente una política de solidaridad activa que hagan más dinámica las propuestas democráticas.
Lamentablemente la América democrática no cuenta con
una entidad no gubernamental que esté capacitada, o al menos dispuesta, a
discutir, debatir y confrontar en la defensa de los intereses democráticos no
contaminados por el despotismo asumir.
Los venezolanos
comprometidos con desplazar la autocracia que impera en su país, han logrado
una victoria rotunda, tan ejemplar, que es de esperar que esa voluntad se
exprese con mayor vehemencia en sucesivos procesos electorales que demuelan por
completo un gobierno corrupto y violador de los derechos ciudadanos.
Los electores aprovecharon
muy bien su última oportunidad. Nicolás Maduro había asegurado que si triunfaba
en los comicios el proceso se radicalizaría, lo que significa que los derechos
ampliamente vulnerados, iban a ser abolidos por completo.
Los lideres de la
oposición tuvieron la habilidad de constituir la Mesa de la Unidad Democrática,
un ejemplo de cómo personalidades contrapuestas, que en algún momento de sus
respectiva historias políticas fueron enemigos, mucho más que adversarios,
lograron acuerdos con el único objetivo de derrotar un régimen corrupto y
arbitrario.
Los resultados de estos
comicios, aunque aún falta mucho para que al país retorne a la democracia
plena, simbolizan el triunfo de la libertad sobre la autocracia que Hugo Chávez
impuso, después de haber arribado al gobierno a través del voto popular.
La propuesta de Chávez era
internacional. Su denominado Socialismo del Siglo XXI, una leyenda para
encubrir con mensajes de justicia el caciquismo, trascendió las fronteras de
Venezuela, y germinó en varios países, en consecuencia, está derrota es
también para los gobernantes que copiaron el modelo de despotismo electoral que
el oficial golpista propició y promovió.
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