El hecho decisivo que se recuerda es
que el 24 de octubre una flota de buques soviéticos que portaba más misiles
estuvo a punto de tocar la línea imaginaria de bloqueo que Estados Unidos había
marcado en torno a Cuba. La historia oficial es que la firmeza de Washington
llevó a Moscú a ordenar que sus buques diesen la vuelta hacia la URSS. La
realidad fue menos heroica pero más compleja.http://www.gwu.edu/~nsarchiv/nsa/cuba_mis_cri/ "
target="_blank">La desclasificación de documentos y una serie de
diálogos entre funcionarios soviéticos, estadounidenses y cubanos que fueron
actores de la crisis permiten tener una perspectiva veraz de lo que ocurrió.
Por ejemplo, la flota soviética nunca se acercó a esa “línea roja” sino que 22
horas antes la diplomacia entre la Casa Blanca y el Kremlin tuvo éxito. Lo que
detuvo una posible guerra fue una mezcla de firmeza y diplomacia, “escalada
controlada” le denominó el presidente Kennedy, y sentido de responsabilidad de
Moscú.
Cuba y la Guerra Fría
En 1959 un grupo armado tomó el poder
en Cuba. Las nacionalizaciones que implementó el nuevo gobierno de Fidel Castro
deterioraron las relaciones con Estados Unidos. En enero de 1961 La Habana y
Washington rompieron relaciones diplomáticas. En abril del mismo año un grupo
de mercenarios cubanos con apoyo de Estados Unidos intentó invadir la isla
entrando por Bahía de Cochinos. La operación falló pero agudizó el
enfrentamiento entre los dos países y la obsesión de Washington con acabar con la
revolución. Castro comenzó un progresivo acercamiento a la URSS.
En 1962 la inteligencia
estadounidense detectó que la URSS suplía de armamento a Cuba. En octubre, una
serie de fotografías aéreas mostraron que la isla ya contaba con misiles
balísticos con cabezas nucleares que podían alcanzar el territorio de Estados
Unidos.
Desde el final de la Segunda Guerra
Mundial las relaciones entre la URSS y Estados Unidos se habían deteriorado
progresivamente, con enfrentamientos diplomáticos y peligro de confrontación
armada en torno a Checoslovaquia, Berlín, Hungría y el Canal de Suez. En 1961
se levantó el Muro de Berlín, el antecedente más inmediato a la crisis de los
misiles en Cuba.
La semana de tensión
Entre el 22 y el 28 de octubre hubo
intensas negociaciones a la vez que ambas partes de preparaban para una posible
guerra nuclear. La instalación de misiles nucleares en Cuba cambió la
correlación de fuerzas entre las dos grandes potencias de la Guerra Fría.
Desplegar misiles en el Caribe era un avance estratégico incomparable para
Moscú a la vez que apoyo a una nueva revolución.
Armar a Cuba con misiles nucleares
tenía una inmensa relevancia para contrarrestar la estrategia de Estados Unidos
de contar con bases y aliados alrededor de la URSS, desde Europa hasta Asia y
el Pacífico. El gobierno de Castro consideró que la instalación de los misiles
soviéticos le daría protección para avanzar en el proceso revolucionario sin
interferencias.
Washington manejó dos opciones, un
ataque aéreo que destruyese los misiles o imponer un bloqueo que impidiese que
buques soviéticos llegaran con el material adicional que completaría la
instalación de las baterías nucleares. El gabinete de crisis de Kennedy decidió
apostar por la cuarentena, el bloqueo, sin descartar el uso de la fuerza. Pero
el 19 de octubre el alto Estado Mayor y algunos miembros del gabinete
presionaron al Presidente para que se llevara a cabo un ataque sobre Cuba,
entre ellos el prestigioso asesor de seguridad nacional McGeorge Bundy.
Kennedy no obtuvo absoluta seguridad
de que todos los misiles serían destruidos y continuó con la cuarentena. Gordon
M. Goldstein, en su libro Lessons in disaster, indica que “gracias a
reveladoras investigaciones académicas sobre la crisis de los misiles ahora
sabemos que si Kennedy hubiese aceptado el consejo de Bundy esto podría haber desatado
una guerra nuclear”. Bundy reviso más tarde su posición y escribió: “Habiendo estado tan
cerca del final, creo que debemos ocuparnos de que esto no vuelva a ocurrir”.
El sábado 27 de octubre fue el peor
de toda la crisis. Como resume el historiador Michael Dobbs en One minute to
midnight, ese día Fidel Castro envió un telegrama al premier soviético Nikita Khruschchev
urgiéndole a usar las armas nucleares contra el enemigo común; se dispusieron
cabezas nucleares cerca de los misiles en Cuba; un avión de reconocimiento
estadounidense fue derribado por los cubanos y otro se perdió en el espacio
aéreo soviético; un submarino nuclear soviético fue obligado a subir a la
superficie por la Marina de Estados Unidos; el Alto Estado Mayor en Washington
se preparó para lanzar una invasión sobre la isla mientras que buques
soviéticos se acercaron a pocos kilómetros de la base Guantánamo. Cualquiera de estos incidentes podría haber desencadenado
la guerra.
Dobbs considera que fue la diplomacia
lo que llevó a Khrushchev a ordenar a la flota soviética volver a la URSS. Esto
significa que Moscú y Washington no estuvieron a punto de enfrentarse, cara a
cara, y que el líder soviético no dio marcha atrás en el último segundo. Pese a
que la historia que se ha contado es que Kennedy y Khrushchev no parecían
dispuestos a ceder, documentos y testimonios de los protagonistas indican que
ambas partes ofrecieron concesiones con el fin de evitar una guerra nuclear.
Kennedy manejó la posibilidad de que
Moscú retirase los misiles nucleares de Cuba a cambio de que Estados Unidos
desmantelara sus misiles del mismo tipo que tenía instalados en Turquía
apuntando hacia la URSS, y a cerrar la base de Guantánamo. De hecho, la URSS
aceptó desmantelar los misiles a cambio de la garantía de Estados Unidos de no
invadir Cuba. Meses después Washington retiró sus misiles de Turquía. El
acuerdo sobre Turquía con el Kremlin se hizo con tanta discreción que parte del
gabinete de Kennedy no lo supo en ese momento.
Para Cuba la crisis significó
resituar su papel dependiente de la URSS. Castro y la dirigencia cubana
entendieron que eran una pieza en el engranaje de la Guerra Fría y la política
de bloques. Para romper su aislamiento y diversificar sus alianzas
internacionales La Habana empezó desde entonces a apoyar movimientos
revolucionarios en África, Asia y América Latina. De alguna manera, el camino
del Che Guevara hacia África y luego Bolivia empezó en la crisis de los misiles
La herencia de 1962
El momento más peligroso de la crisis
fue cuando las maquinarias de la guerra de los dos países, y la voluntad de
varios funcionarios secundarios, indica este historiador, se movieron hacia una
confrontación. Afortunadamente Kennedy y Khruschchev fueron prudentes
estadistas que tuvieron en cuenta que la confrontación ideológica no
justificaba arriesgar las vidas de millones de personas en una guerra nuclear.
La mitificación y exaltación de la
fuerza, dice Dobbs, el mirarse “a los ojos” hasta que “el otro pestañea”, y
trazar “líneas rojas” que no se pueden cruzar porque entonces se usará la
violencia produjo desastres en la política exterior de Estados Unidos, desde
Vietnam hasta Irak. El caso más reciente es la exigencia del primer ministro
israelí al presidente Obama de que trace una “línea roja” a Irán en su programa
nuclear.
La crisis de los misiles tuvo también
otros resultados. Por una parte, Moscú decidió acelerar su programa de armas
nucleares con el fin de evitar una nueva derrota. Por otra, ambas partes
llegaron a la conclusión de que una guerra nuclear sería destructiva para
todos, y que no debería suceder. Esto desplazó la confrontación hacia países
periféricos. Se estableció un “teléfono rojo” de comunicación entre Moscú y
Washington para gestionar crisis, y en julio de 1963 Estados Unidos, la URSS y
Gran Bretaña firmaron el tratado de prohibición de pruebas nucleares en la
atmósfera.
Cuba nunca fue invadida por los Estados
Unidos. La URSS se disolvió en 1991 y Rusia heredó sus armas nucleares. Fidel
Castro, el más débil de los tres líderes de la crisis de octubre, es el único
que sobrevive.
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