(O DEL PORQUE DEBEMOS VOTAR POR TRUMP)
Por: Saturnino Polón Ensayista y Ex-Preso Político cubano.
Y ese es el caso en la actual contienda
electoral presidencial norteamericana, donde la desastrosa administración del
marxista Obama, entre otros muchos y acaso más importantes males, nos ha dejado
un país mas que dividido, polarizado. Donde los extremistas de la derecha y la
izquierda han tomado por asalto el escenario y han variado, quizás con carácter
permanente, el tono y estilo de la campaña electoral. Todo con el apoyo
entusiasta y militante de unos medios de difusión masiva que están claramente
prejuiciados en favor de un populismo militante, demagógico y marxistoide.
Esta dicotomía ha producido dos lamentables
candidatos. Ahora es tarde para especulaciones académicas sobre qué tal si lo
que fue no hubiese sido. Ahora solo uno e inevitablemente uno de los dos será
el futuro presidente (Los demás candidatos en la boleta son puro ejercicio
teórico, ninguno tiene ni la mas remota posibilidad de salir). Por tanto a
estas alturas solo cabe escoger el menor de los males posibles. Y este es
Donald Trump, obviamente. De esto no puede caberle ninguna duda a nadie que
tenga siquiera dos dedos de frente.
Si, por supuesto, Trump es un pedante
insoportable que disfruta su pedantería como eficiente mecanismo para
convertirse en centro de la atención. Algo inevitable en quien es claramente
un narcisista patológico tan intenso
como el marxista Obama, solo que menos hipócrita, es decir menos hábil en el
arte de ocultarlo.
No es difícil pronosticar que su administración
resultara mediocre. Salvo por el hecho de que posiblemente destruya o
neutralicé a ISIS (Simplemente por el hecho de que le dará mano suelta a los
especialistas en esa materia: Los servicios de inteligencia y las Fuerzas
Armadas). De hecho, existe hasta una buena posibilidad de que su administración
resulte mucho mejor de lo esperado.
Pero es igualmente fácil pronosticar que nunca será
ni remotamente tan desastrosa como podría ser la de Hillary. Si algo hay cierto
en todo lo que se ha dicho es la afirmación de que la administración Hillary no
será mas que una continuación de la de Obama. Trump es narcisista y, como dicen
los cubanos, le gusta “el figurao”. Pero de tonto no tiene un pelo. Su historia
lo demuestra. Tiene un buen sentido de las realidades económicas,
ideológicamente es un conservador. Ama a su país y el sistema que crearon sus
fundadores. No persigue cambiar el sistema en virtud de algún proyecto
populista marxistoide. Piensa en términos de garantizar la seguridad de la
nación y sabrá atender el consejo de los especialistas.
Porque no seamos tontos. Trump nunca hubiera
desarrollado el imperio económico que tiene si no hubiera sabido rodearse de
asesores eficientes, y no le hubiera hecho caso a sus consejos. Es un pedante
sí, pero en virtud de sus propios negocios, es un experimentado negociador y
conoce el arte la etiqueta y la cortesía social de alto nivel. Trump nunca va a
causar ninguna crisis por su pedantería ni tampoco, como dice la estúpida metáfora
con que tratan de manipularnos, jamás le dará un arrebato de locura y se pondrá
a apretar el mítico botón rojo de las armas nucleares. Nada de eso va a pasar.
No podemos decir lo mismo de la mediocre Hillary
quien, de un modo irresponsable, se puso a jugar a ser aprendiz de maga y dejo
un desorden sin precedentes en Libia y Egipto. Cuestión que ha dejado
centenares de miles de muertos (incluyendo a unos cuantos norteamericanos y
europeos) y ha comprometido seriamente la seguridad de esta nación y sus
aliados. Aunque es justo aclarar que no fue toda su culpa. La mediocre Hillary
fue, en gran medida, una “yes-woman” del marxista Obama.
Hillary es una mediocre total. No en balde se le
ha dicho que tiene mucha experiencia, pero toda mala. Su historia no incluye
ningún éxito que valga la pena recordarse. Ni siquiera su vida personal vale la
pena. Su matrimonio no es mas que una empresa aventurera en busca mutua de fama
y fortuna sin tener escrúpulo alguno. Se auto titula feminista y no es mas que
una cornuda consentidora dedicada a la persecución de las bellas amantes del
mujeriego incorregible de su marido. Se ha de suponer que por temor a que
naufrague la empresa matrimonial; porque en esa pareja el amor no se ve por
ninguna parte.
El desfachatado intercambio de favores
gubernamentales por efectivos “donados” a su fundación (fuente principal de la
riqueza personal de Los Clinton, Inc.) sería considerado corrupción aún en el
país mas corrompido del Tercer mundo.
Su ineptitud en el manejo de los asuntos gubernamentales
es obvia. Su desfachatez al mentir es antológica (recuérdese aquella mentira de
bajar de un helicóptero bajo una lluvia de balas). Pero sobre todo el asunto de
los emails donde no solo se puso en
riesgo la seguridad nacional por una malacrianza narcisista de esa bribona que
aspira a presidirnos; sino donde también ella y otros mintieron bajo juramento
ante una comisión congresional.
Estos son delitos por los cuales Usted, amigo
lector, y cualquier otro norteamericano del montón hubiese terminado en la
cárcel. Dicho sea de paso, en opinión de este autor, todo ese asunto de los emails (equivalente al robo de
documentos propiedad del estado) ocurrió por su interés de pulir y seleccionar
su propia historia. Eliminando la documentación de cualquier error, impropiedad
o ineptitud, autocensurando lograría así, de antemano, pulir el futuro
contenido de su anhelada y soñada biblioteca presidencial.
No creo que Trump pueda cumplir ni el diez por
ciento de lo que está prometiendo hacer. El que dude de esta afirmación que
busque y lea el libro “The Triumph of Politics. Why the Reagan Revolution
failed” (“El Triunfo de la Política. Porque fracaso la Revolucion de Reagan “)
por el autor David A. Stockman (pub. 1986). Pero espero que al menos cumpla con
su promesa de designar una Comisión independiente que investigue a fondo a la
Senadora, Ministra y Socia Principal de Los Clinton, Inc. Y que dilucide la
cuestión de una vez por todas. Llevándola eventualmente a la justicia en caso
de que se demostrara como cierto lo que hoy solo parece incierto; gracias a una
gigantesca operación de encubrimiento.
Quedan dos cosas muy importantes. De ganar,
Hillary nombrará al menos dos jueces a la Corte Suprema sino más. Eso alterara
el equilibrio de la corte. Los jueces izquierdistas y militantes que nombrará
se dedicaran a ejercer la tiranía jurídica y a legislar para convertir a los
EUA en el nuevo, siempre soñado y nunca olvidado, paraíso socialista
marxistoide. Por otra parte seguirá nutriendo las filas de la burocracia federal
con elementos de izquierda además de incrementar el tamaño y costo de la misma.
Eso acelerara el ya iniciado proceso marxistoide de transformar a EUA en algo
diferente a lo que soñaron sus fundadores.
Otra cosa. Si Hillary gobierna con una mayoría
demócrata en el Congreso todo este proceso de “change” se acelerará exponencialmente. Si gobierna con la
situación actual, donde los republicanos tienen el control pero solo por una
exigua mayoría simple, entonces ella gobernara a su antojo siguiendo el ejemplo
de Obama. Es decir controlará la situación gobernando por decretos (Órdenes
Ejecutivas) que la exigua mayoría republicana no podrá vetar por carecer de los
votos necesarios ya que los Demócratas, como el buen partido socialdemócrata de
izquierda en que se han convertido, votarán siempre, por sistema, en bloque
contrario a los republicanos.
Pero si triunfa Trump el caso será enteramente
diferente. Tendrá siempre a los demócratas en contra como un bloque. Pero como
siempre ha estado en franco antagonismo con una buena parte de su propio
partido no conseguirá los votos suficientes para poder gobernar por decreto en
aquellos puntos en que resulte demasiado extremista.
De modo que podemos predecir la situación
siguiente. Si triunfa Trump tendrá que moderarse y negociar (Les recuerdo leer
el libro antes citado). Al Congreso le será relativamente fácil controlar los
excesos y nunca ocurrirá nada grave. Por otra parte, el narcisista pero
conservador Trump, como buen hombre de negocios será pragmático y buscará adelantar
sus fines mediante negociación y compromiso.
Pero con la Hillary, demagoga, mediocre y
enloquecida por su ambición de fama y fortuna, esto no va a funcionar así. Ella
no vacilara en seguir el ejemplo de su secretamente envidiado maestro, el
marxista Obama. No vacilara en gobernar por decreto. Al congreso (no querrán
algunos y no podrán otros) le será imposible controlarla. Y perdida en su
locura; desesperada por la gloria y la riqueza, su administración será
herramienta dócil y ciega en las manos destructivas de las desatadas fuerzas de
la extrema izquierda marxistoide. Las masas, emborrachadas de la gratuidad y el
hedonismo, por el encantamiento transitorio del bienhechor y bien amado Estado
de Bienestar, marcharan ciegos pero contentos. Siguiendo al nuevo flautista de
Hamelin, ahora encarnado en forma de abuelita bonachona, se irán con rumbo al
precipicio del hedonismo, la inflación y la insolvencia. Rumbo a la catástrofe
del caos y la decadencia.
De modo que, por todo lo anterior la única
opción es clara e ineludible. Del Mal, el menos.
Hay que votar por Donald Trump.
Quien no lo haga así vota por su suicidio. Es,
en el mejor de los casos, un idealista iluso, obnubilado y manipulado.
No sé si Trump gane. Lo que si se, es que no
llevare en mi conciencia el peso de haber dado un voto en favor de promover la
destrucción de los Estados Unidos de Norteamérica, el país mas adelantado del
orbe y la historia: la cuna de la nueva civilización.
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