"Se sabe poco sobre el parentesco de Alejandro Urrutia, Francisco Umbral y Jorge Urrutia..."
Carlos
Benítez Villodres Málaga (España)
Leopoldo de Luis y Francisco Umbral se conocieron en Madrid, en el café
Gijón, en la década de los 50. El poeta fue el padre del escritor y periodista.
Se sabe
poco sobre el parentesco de Alejandro Urrutia, Francisco Umbral y Jorge
Urrutia. Estas tres personas fueron un solo hombre, y este hombre fue el padre
de Leopoldo de Luis y Francisco Umbral. Para el egregio periodista su poeta
preferido fue Jorge Urrutia, su padre, y Francisco sabía perfectamente que Jorge
era su padre. Por otro lado, hubo otra persona llamada Jorge Urrutia. Ésta fue
hijo de Leopoldo Urrutia (de Luis), y sobrino de Umbral. Jorge animó a su padre
para que dialogara con su tío, pero Leopoldo se negó a las pretensiones de su
vástago, ya que hubo cierta tirantez entre ambos literatos.
Alejandro Urrutia, un hombre de inteligencia y talento, murió en los años
cincuenta, Conoció el éxito de su hijo Leopoldo de Luis, pero no el de su otro
hijo Francisco Umbral.
Leopoldo de Luis tuvo una vida desgraciada. Una vez en Madrid ya era un
poeta de prestigio. Fue oficial del ejército republicano y, por consiguiente,
estuvo perseguido por el franquismo. Por este tiempo, y para despistar a los
hombres de la dictadura, fue tornero fresador.
Nuestro admirado poeta y crítico literario nació en Córdoba (1918) y
falleció en Madrid, en 2005, a los 87 años. Al tanatorio fue Jorge Urrutia.
María España al verlo lo abrazó. También estuvo Francisco Umbral con el abrigo, la melena y el fular, tan parecido a la
chalina, como el padre de ambos cuando se paseaba por Campo Grande, en
Valladolid. Umbral pidió a Jorge Urrutia quedarse a solas con el muerto. No le
explicó por qué y Jorge no preguntó. El hijo vació la sala y dio varios pasos
atrás, contemplando la escena.
Dos años después de la muerte de Leopoldo de Luis, Premio Nacional de
Poesía (1979) por su obra “Igual que guantes grises” (1979) y Premio Nacional
de la Letras (2003), falleció Francisco Umbral, Premio Cervantes.
¿Por qué prefirió Leopoldo utilizar el apellido de su padre y no el de su
madre, María (Maruja) Gómez en segundo lugar? Porque, aunque él sabía que
llevando el apellido de su progenitor podría haber represalias de los
vencedores, pues el apellido Urrutia no fue del agrado de los franquistas. A
pesar de ello, quiso llevar el apellido de su padre, y el de su madre nunca
aparece. El motivo quizás lo sepa el hijo de ambos: Jorge Urrutia.
Tras la sublevación de Franco, y nuestro poeta oficial del ejército
republicano, engrandeció su amistad con Miguel Hernández, a quien conoció un
año antes del alzamiento, así como con Germán Bleiberg, Rafael Múgica (Gabriel
Celaya), León Felipe, entre otros.
En plena guerra civil, escribió en “Nuestra Bandera” de Alicante y en La
hoja del Lunes de Madrid. Ese mismo año, 1937, publicó una breve Antología con
poemas de Miguel Hernández, de Gabriel Baldrich y suyos. Al año siguiente, vio
la luz la obra “Romance”. Posteriormente, publicó “Alba del hijo”, editado en
Madrid (1946), obra que es considerada como el primer libro de Leopoldo.
Finalizada la contienda civil, estuvo tres años encarcelados (plaza de
toros de Ciudad Real, penal de Ocaña y en el Campo de Gibraltar), realizando
trabajos forzados Lo liberaron en 1942. Posteriormente, trabajó en una empresa aseguradora.
Vicente Aleixandre y él reforzaron su amistad a partir de la década de los 50.
En la posguerra, publicó poemas en revistas más y menos conocidas como
“Garcilaso y Espadaña”, “Cántico”, “Papeles de son Armadans”, “Revista de
Occidente”, etc. Al mismo tiempo, trabajó como crítico, publicando sus textos,
además de las ya citadas revistas, en “Ínsula” y “Poesía Española” ambas de
Madrid. Estas críticas literarias las escribió Leopoldo de Luis sobre poemarios
de Miguel Hernández y otros poetas de la Generaciones del 98, del 27, del 36 y
de algunos poetas de su tiempo.
Asimismo, escribió las biografías de Antonio Machado y Vicente Aleixandre y
una Antología con los poetas que escribieron poesía de tipo social. Leyó, en
profundidad, a poetas y escritores de todos los tiempos en especial a Jean Paul
Sartre y a Albert Camus.
Leopoldo publicó 35 poemarios, destacando, entre todos ellos, “Teatro real”
(1957), y el ya mencionado, “Igual que guantes grises”. La trayectoria poética
de Leopoldo comenzó influenciada por el neo romanticismo, evolucionando hacia
el existencialismo para, posteriormente, continuar y finalizar con obras de
contenido filosófico hasta su último poemario “Cuaderno de San Bernardo” (2003)
que, según dijo el poeta, le puso ese nombre porque es el mismo de la calle
madrileña, donde estaba ubicado el hospital en el que ingresó y falleció su
mujer. Después de la muerte del poeta: “Respirar
por la herida”, Valladolid, Fundación Jorge Guillén, 2012.
Asimismo, dio a conocer 11 libros de Crítica Literaria, destacando, entre
ellos, “Antonio machado, ejemplo y lección”, “Carmen Conde”, “Aproximaciones a
la obra de Miguel Hernández”, “Los pájaros en Aleixandre”, “Una muchacha mueve
la cortina”, etc.
Ya en el año 2004 fue nombrado Hijo Predilecto de Andalucía. También se le
concedió la Medalla de Oro de Córdoba, ciudad donde nació el poeta, la Medalla
de Oro del Círculo de Bellas Artes, de Madrid, Premio León Felipe, Premio
Internacional de Poesía Miguel Hernández, Premio Francisco de Quevedo del Ayuntamiento
de Madrid, Premio Ausias March, Premio Pedro Salinas del Ateneo Español de
México, entre otros.
Tras la concesión del Premio nacional de las Letras, Leopoldo de Luis nos
dice: “Todos los premios son estimulantes y sirven para
que te conozcan algo más, aunque, si he de ser sincero, yo creo que la poesía
no la lee nadie”. En aquella misma conversación con los periodistas, colocó a
Antonio Machado en lo más alto del Olimpo: “Machado es especial, superior a
todo; está por encima, incluso, de la propia poesía”.
Leopoldo de Luis escribió a la muerte de su padre: “Ya sé que a nadie
importa, pero es mío este muerto”. Nuestro poeta amó infinitamente a su padre y
su padre a él. Ambos pensaban y
reflexionaban, de forma semejante, sobre la vida y todo lo que ésta conlleva;
sobre el destino de los seres humanos; sobre cómo afrontar los conflictos
personales y con las demás personas de su entorno; sobre el socialismo; sobre
las injusticias; sobre los derechos humanos; sobre el humanismo; sobre la
fraternidad… Podemos decir que padre e hijo le dieron el mismo sentido positivo
a la vida, pues, si la vida no tiene sentido para el hombre, cómo vivir cada
día sobre esta selva.
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