"Sin embargo, a pesar de los horrendos crimenes de la historia comunista, las mentes en círculos academicos y sociales continuan defendiendo el socialismo..."
En memoria del Dr. Rolando Alum
Fue Karl Marx quien caracterizó desesperadamente a la religión como "el
opio del pueblo". Pero es el rechazo intoxicado de los grandes (o
intelectuales) el reconocer los crímenes y los fracasos del socialismo que
pueden describirse mejor como alucinógenos.
Por Robert Penn-Davis LATINEWS/
Los hechos son
indiscutibles. El Libro negro del comunismo ofrece una estimación
conservadora de cien millones de individuos inocentes asesinados por
socialistas marxistas en el siglo XX. Los autores, que pudieron investigar
los archivos soviéticos, examinaron la China del "Gran Timonel", la
Corea de Kim Il Sung, Vietnam bajo "Tío Ho", Cuba bajo Castro,
Etiopía bajo Mengistu, Angola bajo Neto y Afganistán bajo
Najibullah. También documentan crímenes contra la cultura nacional y
universal, desde la destrucción de Stalin de cientos de iglesias en Moscú hasta
la nivelación del centro histórico de Bucarest de Ceausescu y la devastación a
gran escala de la cultura china por parte de la Guardia Roja de Mao.
Si ampliamos la definición,
podemos agregar los aproximadamente veinte millones de víctimas de los
nacionalsocialistas de Hitler.
Todo esto para implementar
teorías económicas de planificación centralizada que han demostrado ser muy
inferiores a las capacidades generadoras de riqueza de las economías de libre
mercado y que son, en el título del libro de F.A. Hayek, un inevitable Camino a
la Servidumbre.
Sin embargo, a pesar de los
horrendos crímenes de la historia comunista, las mentes en círculos académicos
y sociales continúan defendiendo el socialismo marxista como la forma más moral
de gobierno, y condenan al capitalismo como malvado. Y no es que estas
atrocidades de la práctica comunista sean la excepción a la regla o el
resultado de una implementación equivocada de la teoría socialista. Son
centrales para la moralidad marxista.
Como señala Andrew Bernstein
en su artículo The Socialist Holocaust y sus American Deniers, la teoría
marxista es una de lucha de clases impenitente en la que los grupos económicos
se consideran unidades de evaluación moral. "No tenemos compasión",
dijo Marx. "Cuando llegue el momento, no vamos a poner excusas para
el terror".
Mientras que la teoría
capitalista no permite la iniciación de la fuerza y sostiene que los
individuos tienen derechos inalienables a la propiedad que el gobierno debe
proteger, el socialismo sostiene que el uso gubernamental de fuerza convincente
se justifica siempre que redistribuya la riqueza y promueva la justicia social.
Para los marxistas, el
imperativo moral es que la clase obrera se rebele contra la clase propietaria,
independientemente de la brutalidad de los métodos. Bajo la perspectiva
materialista marxista, los individuos no poseen derechos y su único valor es
como instrumentos para la causa. Este es el tipo de moralidad comunista
empleada por el Khmer Rouge en Camboya para asesinar a más de dos millones de
civiles inocentes, y por los soviéticos para asesinar a más de veinte
millones. En palabras de Lenin, "cuando se nos reprocha la crueldad,
nos preguntamos cómo la gente puede olvidar el marxismo más elemental".
No es justo, como subraya el
profesor Bernstein, que los socialistas marxistas son los asesinos en masa más
prodigiosos de la historia, "son asesinos en masa como una cuestión de principios
morales confirmados".
Cuando se enfrentan a esta
experiencia, los apologistas de la alta sociedad ofrecen, con una tendenciosa
incurable, un esfuerzo torturado de exculpación en el que la culpa no reside en
el socialismo, sino en quienes se oponen a él. Encuentran virtuoso el
principio comunista de que los individuos no tienen derecho a sus propias
vidas, sino que deben vivir al servicio del estado. Y proclaman como
malvado el principio capitalista de que los individuos tienen derechos
inalienables que el estado debe proteger.
Los Highbrows ignoran las
atrocidades comunistas o tratan de explicarlas con un fárrago de
desinformación. Una táctica favorita de los intelectuales es desviar la
atención al recordar episodios en la historia de Estados Unidos en los que no
pudimos vivir según nuestros valores y nos comprometimos con la esclavitud, las
prácticas discriminatorias y otras injusticias. Pero hay una diferencia
fundamental.
Los horrendos crímenes del
comunismo son centrales para la moralidad marxista y, de hecho, son requeridos
por ella. "Dado su imperativo explícito de aniquilar a los enemigos
de clase, los socialistas perpetran atrocidades asesinas como resultado
inalterable de la promulgación de sus principios fundamentales".
En contraste, los crímenes morales
del capitalismo estadounidense resultan, por definición, cuando violamos
nuestros principios del derecho inalienable de cada individuo a la vida, la
libertad y la búsqueda de la felicidad.
El comunismo no puede evitar
su brutalidad sin repudiar el marxismo y la lucha de clases. El
capitalismo puede corregir sus injusticias, no cambiando sus principios, sino
viviendo de manera consistente.
Este analisis es una formidable pieza que desnuda la naturaleza de la dinamica marxista-socialista, en un aspero contraste con las falsas
ResponderEliminarmieles populares que el ideario comunista-socialista ofrece a sociedades incultas, analfabetos politicos,compañeros de viaje,y al bagage de frustados,resentidos y vagos que existe en toda sociedad.La maquinaria propagandistica del social comunismo captiva la mente de los academicos lectores de tabaqueria,que como eternos aspirantes al prestigio academico de formacion social, invocan teorias de confrontacion politica, economica y social generalmente vendiendo sus voluntades
Este analisis,que es un pedazo inalterable e inquestionable de la historia, debe ser guia de pueblos libres y material de confrontacion de los pueblos escablizados por los estafadores del socialismo-comunista.