"Las potencialidades de Cuba dependeran mas de las libertades individuales y el empoderamiento que de un conjunto dado de reformas economicas."
Por José Azel. Ph. D.
Cuba hoy se
puede describir como "un país imposible" con arreglos sociopolíticos
y económicos insostenibles. Para el pueblo cubano, seis décadas de vivir bajo
un régimen totalitario y con una economía controlada fallida significa un
legado de atraso económico, social, político y civil. El economista y disidente
cubano Oscar Espinosa Chepe describió el impacto del sistema económico de Cuba
en la sociedad civil: "Estos años de crisis prolongada y profunda han
generado una enorme pérdida de valores espirituales... han proliferado el
egoísmo, la mendacidad, la doble moral y los métodos ilegales de supervivencia.
Niveles increíbles”.
Para la mayoría de
los cubanos, hoy el trabajo ha dejado de ser la principal fuente de sustento.
Incapaces de vivir de los resultados de sus labores legítimas, han desarrollado
una cuasi ética que justifica todo. Es una forma de lidiar con la incoherencia
de la vida en Cuba. La sociedad civil de Cuba ha cometido un tipo de suicidio
filosófico y ético para escapar del absurdo existencial de un futuro sin
posibilidades. Hoy, los cubanos no se aventuran a soñar ni a tener esperanzas,
excepto tal vez sobre abandonar la isla.
A medida que la
era de los hermanos Castro llega a su fin, debemos reconocer estas condiciones
adversas. La salida de Cuba de su angustia existencial no es solo libertad de
condiciones económicas deplorables. Las potencialidades de Cuba dependerán más
de las libertades individuales y el empoderamiento que de un conjunto dado de
reformas económicas.
La libertad del
miedo debe ser el primer paso para una transición genuina y exitosa porque es
una condición necesaria para revertir la apatía política. Los cubanos han
olvidado cómo sentirse libres y cualquier esfuerzo de reforma que deje a la
sociedad civil inarticulada no reconoce que ninguna sociedad moderna puede
funcionar en el mejor interés de las personas sin un sistema efectivo de
controles y equilibrios.
En las sociedades
comunistas, los procesos de resolución de conflictos políticos se desacreditan
oficialmente a favor del dogma. Pero, una transición del totalitarismo a la
democracia no puede ser impuesta; debe surgir de la negociación explícita e
implícita entre los diversos grupos. Mientras que una transición de "un
paso" a la democracia en la Cuba post-Castro puede ser el enfoque más
satisfactorio intelectualmente, es poco probable. Las necesidades políticas y
económicas requerirán negociación y compromiso, tal vez bajo la forma de
gobiernos de "unidad nacional" o "responsabilidad
nacional", hasta que puedan celebrarse elecciones democráticas
pluralistas.
El punto esencial
es que esta etapa de negociación y compromiso debe tener como objetivo central
los términos para la disolución del régimen totalitario y los procedimientos
para el establecimiento de un gobierno democrático pluralista que gane
legitimidad mediante elecciones libres, justas y competitivas.
Las culturas
políticas conflictivas, como los escorpiones en una botella, no pueden evitarse
permanentemente. Pero, las culturas políticas, a diferencia de los escorpiones,
no necesitan participar en una lucha de eliminación hasta el final. Pueden coexistir
en un medio democrático participativo siempre que todos los participantes
acepten los medios democráticos como el campo de participación.
Durante seis
décadas, la comunidad cubana en el exilio ha creído que la desaparición de los
Castros significaría el fin del comunismo en Cuba y que la democracia seguiría
inevitablemente. Esa visión escatológica del comunismo cubano demostró ser
inexacta. La sucesión de 2008 de Fidel a Raúl fue eficiente e ininterrumpida.
Sin embargo, dada la edad de Raúl Castro, habrá otra sucesión en un futuro no
muy lejano. José Machado Ventura, también anciano, es el sucesor superficial de
Raúl Castro en el Partido Comunista.
La próxima
sucesión en Cuba puede no ser tan fácil, pero es muy poco probable, dados los
posibles sucesores identificados, que brinde un terreno fértil para una
verdadera transición. Una transición legítima puede tener que esperar un
interregno posterior a Castros-Machado.
El futuro
potencial de Cuba dará paso a una realidad de transición o sucesión dependiendo
de si los cubanos adoptan una filosofía de gobierno que reconoce las libertades
individuales o una que defiende la primacía de las medidas económicas, incluso
si se lleva a cabo fuera del marco del empoderamiento democrático.
El camino elegido
cristalizará la narrativa cubana posterior a Castro para las generaciones
venideras. La curación de la nación cubana no puede tener lugar en un entorno
totalitario, y no puede tener lugar sin las libertades civiles y los derechos
políticos para practicar la tolerancia heroica y la sabiduría política. Para
evitar el estancamiento político o el caos en la Cuba post-Castro, debe surgir
una nueva forma de percibir el futuro y de comportarse como un pueblo. Para que
esto suceda, el gobierno cubano en transición no puede ser una extensión
ideológica del régimen de Castro. Tiene que ser su antítesis.
Los derechos
políticos y las libertades civiles no son lujos superfluos para ser añadidos a
un programa de reformas económicas. Son esenciales para capacitar a la
ciudadanía para corregir errores, expresar descontento y generar cambios en el
liderazgo. La democracia requiere un modelo de relación entre el estado y sus
ciudadanos que sea radicalmente diferente del modelo de relación de un estado
marxista-leninista. Por lo tanto, el comunismo cubano no puede ser reformado
para lograr una transición genuina.
Para despertar
aspiraciones, aventurarse a soñar y esperar, a escapar de sus tareas diarias de
Sísifo, la sociedad cubana debe exorcizar la mitología del máximo líder mesiánico.
Una transición exitosa en Cuba requerirá, tal vez sobre todo, una visión
convincente de esperanza para todos los cubanos; una realización irrefutable de
que la vida puede recuperar su significado potencial a pesar de sus aspectos
trágicos.
En Cuba después de
Castro, se tomarán decisiones y se tomarán caminos. Que sean los de la libertad
individual y el empoderamiento para que los cubanos siempre puedan sentirse
libres.
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