"Me acordé de esta fábula del analista político Eugenio Yañez mientras discutiamos el comportamiento del gobierno cubano..."
Por José Azel.
En la fábula del
escorpión y la rana, un escorpión le pide a una rana que la lleve al otro lado
del río. La rana, temerosa de ser picada, vacila. Pero el escorpión argumenta
que si picara a la rana, ambos se ahogarían. Teniendo en cuenta que sería
irracional que el escorpión causara ambas muertes, la ranita está de acuerdo.
En la mitad del río, el escorpión pica a la rana, condenando a los dos. Como
ambos se están ahogando, la rana le pregunta al escorpión: ¿Por qué? El
escorpión responde que no pudo evitarlo; estaba en su naturaleza hacerlo.
Me acordé de esta
fábula del analista político Eugenio Yañez mientras discutíamos el
comportamiento del gobierno cubano al negar visas a varios dignatarios de alto
nivel que buscaban viajar a Cuba para recibir un galardón por la democracia
nombrado en honor del opositor del gobierno asesinado Oswaldo. Paya. El premio
sería emitido en Cuba por la Red Latinoamericana de Jóvenes por la Democracia
en la casa de su presidenta Rosa María Payá Acevedo, hija de Payá.
El ganador del
premio y el invitado de honor invitado fue Luis Almagro, actual Secretario
General de la Organización de Estados Americanos (OEA). Entre los dignatarios
también se encontraban Patricia Aylwin, ex ministra chilena de Educación e hija
del fallecido presidente Patricio Aylwin, el ex presidente mexicano Felipe
Calderón, el ex embajador checo en los Estados Unidos y la Organización de las
Naciones Unidas Martin Palous. Todos ellos, y otros, se les negó la entrada por
parte del gobierno cubano, que consideró la visita una provocación anticubana
inaceptable. La acción del gobierno cubano ha generado numerosas protestas de
figuras públicas en toda la región.
El día
anterior, en mi conversación con el Dr. Yáñez, predijo acertadamente que el
gobierno cubano negaría la entrada a los dignatarios independientemente de los
costos políticos: "No lo permitirán; no está en su naturaleza”.
En mis escritos, a
lo largo de los años, repetidamente he hecho el mismo comentario al criticar
prácticas y políticas, como la política cubana del presidente Obama, que
buscaban alterar de algún modo el comportamiento del régimen cubano. Estas
políticas asumen que el precepto de la racionalidad económica de estilo
estadounidense, que compara los costos y los beneficios, se aplica al régimen
de Castro. Tales políticas no funcionarán; no está en la naturaleza del
gobierno cubano hacer concesiones ideológicas. El general Raúl Castro ha sido
explícitamente claro de que Cuba no cambiará sus caminos. No está en su
naturaleza.
Los partidarios de
poner fin a las sanciones económicas de Estados Unidos contra Cuba, por
ejemplo, afirman que tal medida alentaría al gobierno cubano a adoptar
políticas más racionales. No lo hará. No está en su naturaleza.
Esperaban que el
establecimiento de relaciones diplomáticas motivaría al general Raúl Castro, a
quien consideraban más pragmático que su hermano Fidel, a disminuir la
represión y quizás marcar el comienzo de las reformas democráticas. El no ha.
No está en su naturaleza.
Esta última
demostración de la intransigencia del gobierno cubano debe poner fin a
cualquier noción de que las políticas que buscan cambiar la naturaleza del
régimen tendrán éxito. Al negar la entrada al Secretario General Almagro y
otros dignatarios, el gobierno cubano ha incurrido en costos políticos
significativos entre muchos de sus partidarios más ardientes en América Latina.
Pero no podría haber hecho lo contrario. No está en su naturaleza.
A menudo, nuestras
deficiencias en la política exterior, particularmente cuando se trata de
regímenes que defienden ideologías totalitarias como Corea del Norte, Irán o
Cuba, están arraigadas en nuestra cosmovisión estadounidense que no comprende
la naturaleza de estos regímenes. No reconocemos que estos regímenes se
sustentan en sus ideologías totalitarias que requieren una animadversión contra
la libertad y la violación generalizada de los derechos naturales de la
ciudadanía.
La política
exterior de Cuba es aquella que coloca sus valores totalitarios ante sus
intereses económicos o políticos. Es hora de que reconozcamos que no pueden
cambiar. Como con el escorpión de la fábula, no está en su naturaleza.
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