"Decir que estas actividades destruyen la moralidad de los que las practican es equivalente a acusar a un prisionero de campo de concentracion robar comida para subsistir..."
FHR
Cuba/METRONEWS
Pero además de las formas más heroicas de
rebeldía, hay otras manifestaciones ciudadanas en busca de la libertad que sin
ser heroicas son masivas. Me refiero a la rebeldía económica que los cubanos
han mostrado desde el primer momento en que sintieron que sus libertades se
veían restringidas por el gobierno. La rebeldía económica se mide por el conjunto
de actividades relativas a la producción y distribución de bienes y servicios
que realizan los ciudadanos contra los designios oficiales.
Los
ejemplos son innumerables: transacciones de mercado negro, hurto de bienes bajo
la custodia del estado, trabajo por cuenta propia no autorizado, ausentismo del
centro de trabajo, bajo rendimiento (productividad) en el trabajo, negligencia
en el uso de los bienes de capital del gobierno (maquinaria, equipos,
instalaciones, plantaciones, etc.) y desorganización general de los procesos
productivos y distributivos de la economía nacional.
Decir
que estas actividades destruyen la moralidad de los que las practican es
equivalente a acusar a un prisionero de campo de concentración de robar comida
para subsistir. Estas actividades se reportan continuamente desde la isla por
los periodistas independientes. En un despacho reciente sobre la economía
informal, Tania Díaz Castro nos describe cómo se vende “lo que antes de 1959 se
podía obtener en los establecimientos públicos a precios accesibles: paquetes
de caramelos, escobas, colchones de cama, muebles, cigarros, chancletas para el
baño, huevos, pescado, café, paquetes de algodón”. Todo esto constituye una
verdadera rebelión de gran envergadura, pero no una violenta, estrepitosa y
heroica sino una silenciosa, pacífica y profana, resultado de la voluntad
humana y del interés perpetuo del individuo por tener libertades que le
permitan velar por su bienestar.
Frente
a esta insistencia ciudadana en búsqueda de libertades económicas, el gobierno
cubano ha tenido que ceder, limitándose a molestar a los protagonistas y
restringiendo sus actividades con multas y decomisos, pero impedido en la
práctica de usar la severidad con que ha reprimido a los rebeldes políticos.
La
rebeldía del cubano en lo económico refleja las prioridades de la mayoría,
conjuntamente con sus capacidades de actuar dentro de los estrechos espacios
que encuentra. Además, el gobierno, a pesar de su vocación absolutista y su
método despiadado no puede ejercer un totalitarismo perfecto, dejando espacios
que no puede controlar. Estas dos consideraciones tienen importantes
implicaciones estratégicas para combatir al régimen. Aunque es esencial
denunciar las violaciones a los derechos humanos, las mismas afectan directamente
a una minoría de la población, mientras que la mayoría está más preocupada por
cuestiones más mundanas como comer todos los días.
Por
otra parte, la represión política ha sido tan eficaz que el número de presos
políticos es relativamente bajo a los ojos del mundo, lo cual se interpreta
equivocadamente como que muchos cubanos aceptan al régimen castrista. Sin
embargo, a pesar de que la represión económica no ha tenido el mismo éxito que
la política, la primera ha sido suficiente para reducir a los cubanos a la
indigencia y mantenerlos ocupados luchando por su alimentación diaria sin
tiempo para pensar en libertades más trascendentes. Por lo tanto, es importante
que el mundo conozca no solamente las violaciones a los derechos humanos más
elevados y los abusos del presidio político castrista contra una minoría
heroica, sino la lucha diaria, constante y sorda de la mayoría de los cubanos
por una subsistencia mínima.
No hay comentarios:
Publicar un comentario