"Desde luego que seria acertado la expulsión de Venezuela, pero esa sanción no pondra fin a los sufrimientos de los venezolanos..."
Por una votación de 19 a favor, 4 en contra, y 11 abstenciones, los
ministros de relaciones exteriores del hemisferio han acordado declarar
ilegítimo el proceso electoral que prolonga en el poder al régimen dictatorial
venezolano encabezado por Nicolás Maduro. Una próxima asamblea de la
Organización de Estados Americanos (OEA), tendrá que decidir si expulsa a
Venezuela de ese organismo por haber violado el Artículo 21 de la Carta
Democrática Interamericana.
La OEA todavía no cuenta con los 24 votos necesarios para sancionar a
Venezuela por haber incurrido en la ruptura del orden democrático, algo que con
toda seguridad La Habana ya había previsto. No obstante, es un signo alentador
el considerable apoyo regional a la iniciativa de Estados Unidos, aun cuando la
Carta Democrática sólo contempla sanciones a modo de regaño, no un cambio de
régimen.
Mi generación ya vio esa película. Yo tenía dieciocho años en 1962 cuando a
bombo y platillo la Organización de Estados Americanos “suspendió” a Cuba por
su política incompatible con los principios democráticos hemisféricos. Fue un
magnífico ejemplo de solidaridad frente a la Tarpeya cubana que abrió las
puertas al régimen totalitario soviético. A esto siguió el llamado a las armas
del presidente John F. Kennedy; cientos, quizá dos o tres mil cubanos de mi
generación se alistaron en el ejército norteamericano, pero todo fue en vano.
En junio de 2009, reunidos en Honduras, la Asamblea de la OEA acordó
derogar la suspensión de Cuba dictada en 1962, como si la isla se hubiera
convertido, por arte de magia, en un modelo democrático. Ahora la dictadura
castrista ya puede participar en la Cumbre de las Américas sin que nadie se
ruborice por la franca violación de la cláusula democrática de ese foro
hemisférico.
Desde luego que sería acertada la expulsión de Venezuela, pero esa sanción
no pondrá fin a los sufrimientos de los venezolanos, como tampoco trajo cambio
alguno a los cubanos la suspensión de Cuba. ¿Quieren realmente los ministros de
relaciones exteriores del hemisferio hacer algo sustantivo? Exijan a Venezuela
la evacuación inmediata de las tropas cubanas apostadas en ese país. Esas
tropas cubanas constituyen el seguro de vida de Nicolás Maduro.
Los cancilleres de las Américas debaten aplicar la Carta Democrática a
Venezuela con evidente desconocimiento de la historia. Yo estaba presente
cuando Hugo Chávez libró con éxito la batalla semántica en la Cumbre de las
Américas en Quebec en 2001, para que las democracias americanas accedieran a
incluir en la declaración final, junto al compromiso formal del hemisferio con
la democracia representativa, el calificativo “participativo”.
Los veteranos de estas lides enseguida se dieron cuenta de la trampa.
Américo Martín dijo que cuando se le pone apellido a la democracia es para
“negar la democracia como un todo”, mientras que Carlos Alberto Montaner
advirtió que los caudillos modernos se han apoderado del adjetivo participativo
“para justificar su forma particular de opresión”.
¿Cuándo se percataron los cancilleres de que en Venezuela había una
dictadura?
¿Por qué los cancilleres evaden enfrentarse a Cuba, la verdadera causa de
esta tragedia? Si no lo saben les voy a dar un indicio: los ministros que les
precedieron toleraron que Cuba estableciera una cabeza de playa en América del
Sur y cedieron ante Chávez en Quebec en 2001, dándole vía libre a lo que
ustedes intentan solucionar hoy con una Carta Democrática Interamericana sin
garras y sin dientes. Ojalá
que no sea demasiado tarde.
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