"Una premonición geopolítica provinciana hacia una confrontación que se haria mas global en el devenir histórico.."
La penúltima payasada del bufón
Eusebio, aunque simbólica, es importantísima.
Ha pasado inadvertida. Cierra el ciclo europeizante
y contra natura de nuestra historia. Leal, conocido y poderoso, un tuerto en el país de los ciegos, tuvo a bien desempolvar el trono de los capitales generales españoles en
Cuba para colocarlo en un lugar de honor
en su museo de la vieja Habana.
La secreta, que no tanta, intención del ideólogo hablanchín era sentar al
Rey de España en el trono, durante su visita al mencionado Palacio en la
siempre fiel isla de Cuba. Tomar fotos
regias, muchas, que darían la vuelta al mundo, – al mundo de la obaminación, –
no ha sido posible por el momento. La real visita se ha pospuesto y Raúl ha delegado la
impúdica y servil tarea en otra persona, el Castro Canelo, que
analbabetoide, no entenderá lo que está sucediendo llegado el momento que
las nalgas reales se posen en el platanal de Bartolo.
La historia de Cuba fue la historia de América. Lazos entrañables, espontáneos,
fraternos con el sur de Bolívar y con el
norte de Washington. Los cubanos de las
tempranas conspiraciones del siglo XIX, el reformismo, el anexionismo, las
guerras independentistas y la república, siempre tuvieron en los “americanos”
su paño de lágrimas. Sus buenos amigos. Si dudas le quedan, revise la
historia isleña durante las guerras mundiales.
Este lento, centenario, proceso
natural, espontáneo, osmótico, lo cambió
en unos dos años contra natura y
revolucionariamente el nieto mayor de Weyler: el galleguiño Fidel. Lo mamó de las tetas paternas españolas y cuartelarias
en el apeadero de Birán en las cercanías del Central Preston, el de la Yunai Fruit. Una
premonición geopolítica provinciana hacia una confrontación que se haría mas global
en el devenir histórico.
Entonces, desde 1959, Castro procedió a la des americanización de
la Isla en una forma sistemática. Ése es
su mayor y más importante contra legado,
que aún no ha sido estudiado por la Academia.
Fue el “salto de calidad” según la
dialéctica marxista. De palo pa’rumba;
de América pa’Europa. Salto tiránico, unipersonal, ilógico; el que más ha influenciado en nuestra historia.
La europeización de la isla ha
tenido tres vertientes bien definidas, cada una de las cuales merece un estudio
desapasionado y ecléctico. La primera es el despotismo señorial español quasi
que medieval; la segunda es la ideología alemana de Engels-Marx y por último la
praxis lenino-estalinista de los rusos. Ahí quedan, para la historia
mayor, las tres piedras pa’este fogón alienante: España, Alemania y Rusia.
Bien diferente hubiera sido nuestro
mundo si la involución cubana hubiera
continuado su apego natural a la “América
Nuestra” de José Martí y sus
tradiciones.
La europeización explica hechos bien evidentes, y otros no tanto, de la historia de Cuba, como la crisis
de los misiles, Girón, el amiguismo de y con Franco, las proxy wars en el África y el “odio eterno al imperialismo
yankee”. En nuestros días los pucheros de Federica Mogherini, la canciller
europea y sus frituritas en Bruselas son un buen recordatorio de lo
aquí expresado.
Y el baseball pasó de moda; ahora
jugamos soccer.
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