sábado, 29 de septiembre de 2018

POR QUE NO ESTA DESARROLLADO ECONOMICAMENTE EL MUNDO


"Los paises ricos requiere mano de obra disciplinada y comprometida, y esta disciplina y compromiso a menudo no existen en las fuerzas laborales de los paises pobres..."

METRONEWS/M3
¿Hay culturas más propicias para el crecimiento económico que otras? Esta es la pregunta incómoda y políticamente incorrecta planteada por el economista Gregory Clark en su nuevo libro "Adiós a las limosnas", subtitulado "Una breve historia económica del mundo". ¿Por qué tenemos un mundo en el que algunos países disfrutan de una riqueza sin precedentes mientras otros languidecen muy atrás?
Cuando estudié economía internacional en la década de 1960, las explicaciones ofrecidas para el desarrollo se centraron en la geografía, el clima, la fertilidad del suelo, la dotación de recursos, la religión, la ética laboral, la ignorancia de los principios económicos y más. El profesor Clark argumenta provocativamente que la cultura es el principal determinante de la riqueza o la pobreza de las naciones. Él pregunta: ¿Por qué la industrialización no ha enriquecido a todo el mundo? Después de todo, las innovaciones tecnológicas, organizativas y políticas clave impulsadas por la Revolución Industrial son bien conocidas por todas las sociedades, y todas las sociedades pueden emplearlas. Entonces, ¿por qué el mundo no está económicamente desarrollado?
En la tesis del Dr. Clark, una razón de este enigma intelectual es que algunas sociedades "no pueden adoptar instantáneamente las instituciones y tecnologías de las economías más avanzadas, porque todavía no se han adaptado culturalmente a las demandas del capitalismo productivo". Las tecnologías de producción modernas empleadas. Los países ricos requieren mano de obra disciplinada y comprometida, y esta disciplina y compromiso a menudo no existen en las fuerzas laborales de los países más pobres.
Para decirlo de otra manera, mientras que las tecnologías de producción pueden replicarse, no es tan fácil replicar el entorno social que respalda la cooperación y la innovación productiva. Para muchos países pobres, su entorno social constituye una trampa de la cultura de la ineficiencia. Pueden replicar las tecnologías de producción, pero no el entorno social requerido para usar esas tecnologías de manera eficiente.
El comercio, el comercio y las empresas estimulan y, a su vez, son estimulados por las innovaciones. Sin embargo, la aplicación de innovaciones puede verse obstaculizada por una cultura social reacia. Por ejemplo, en la Europa medieval, las demandas del comercio impulsaron el reemplazo de numerales romanos engorrosos con números arábigos. Pero en esa misma Europa, las organizaciones estatales y religiosas, protegidas de las demandas del mercado, fueron muy lentas en adoptar esta innovación matemática. Los números arábigos fueron ampliamente utilizados en los negocios a partir del siglo XIII en adelante, pero el Tesoro Inglés todavía mantenía sus cuentas en números romanos en el siglo dieciséis. Es posible que el lector pueda proporcionar ejemplos de pequeños empresarios que todavía hoy se mantienen en libros de contabilidad.
En términos económicos, los países pobres se caracterizan principalmente por la ineficiencia en la producción y la deficiencia en innovación. Pero el problema no ha sido el acceso a las tecnologías; más bien, el problema ha sido utilizar las nuevas tecnologías de manera ineficaz. Resulta que cuando los países pobres usan la misma tecnología de producción que los países ricos terminan usando mucha más mano de obra por unidad de producción. La investigación muestra que los países pobres agregan tanta mano de obra al proceso de producción que terminan perdiendo su ventaja de menor costo laboral inherente.
Sin embargo, el problema puede no ser todo debido a la falta de disciplina y participación en la fuerza de trabajo. Los países más pobres también tienen la gestión menos efectiva. En estas sociedades, una especie de letargo inducido socialmente parece estar generalizado con referencia al trabajo. No está claro qué fomenta las características culturales que permiten el crecimiento económico. Como señala el Dr. Clark, no existe una teoría satisfactoria para explicar las causas subyacentes de las diferencias en la productividad laboral entre las sociedades.
Dicho esto, las interacciones sociales que rigen las actitudes de las personas hacia el trabajo y la cooperación se magnifican por el sistema económico vigente. Esto es evidente en las diferencias de productividad entre sociedades eficientes de libre mercado y economías ineficientes controladas por el gobierno, y entre pueblos que piensan libremente y aquellos en los que las autoridades intentan imponer dogmas falaces sobre el desarrollo económico 
Igualmente importante, esta tesis cultural desafía la idea de que las sociedades pobres pueden desarrollarse económicamente a través de la intervención externa. Por lo tanto, incumbe a cada nación promover, no solo la aplicación de tecnologías modernas, sino la cultura capitalista de una población libre, consumada, disciplinada e involucrada. Solo entonces podemos aspirar a un mundo económicamente desarrollado.


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