La infiltración
ideológica del castrismo en América ha sido exitosa. Hoy muy pocos—hasta los
conservadores más aguerridos– dudan que la salud es un "derecho". Un
derecho del pueblo, como dijo Fidel. Por supuesto que NO lo es.
Nuestro presidente
mordió el anzuelo socialista y tratará, –luego de las elecciones del 2020 según
ha dicho– de hacer un nuevo plan de salud, que será la envidia de las naciones.
Se olvida o no conoce que desde Hipócrates la relación médico-paciente se llama
consulta privada. A pesar de ser subvertida y atacada diariamente –en vías de
extinción en EEUU, el país del capitalismo más exitoso del mundo, –ella
sobrevivirá y seguirá siendo el futuro natural de nuestra profesión.
No le toca a los
estados o a los gobiernos delinear y menos imponer nuevos programas o planes de
salud. Por muy buenos que sean o parezcan. La salud es una responsabilidad
individual y otra meta a alcanzar en la vida, como el trabajo o la vivienda.
Este “derecho a la
salud” es otro más entre los muchos que difuminó el castrismo en los sesentas traspolando a América el experimento
soviético, en su legado de europeización de la Cuba desde mediados del siglo
pasado. Déjeme recordarle que el judeo-cristianismo, la espina dorsal de
nuestra exitosa cultura occidental, se fundamenta en "deberes”; no en
derechos. Vea las tablas de La Ley de Dios a Moisés en el Sinaí. Repáselos.
La medicina
compasiva surgió cuando en el devenir histórico un hombre primitivo corriendo
ante un mamut, se cae, se hiere, o necesita ayuda y otro se detiene para
ayudarlo. Ahí nació la impronta casi mística de la relación médico-paciente.
Cualquier plan, programa o decisión colectiva que interfiera en ella (copagos;
coordinadores; supervisores; HMO’s; secretarias; seguros, “guide lines”, consejeros y un etc... muy largo) no funciona. Eso
está más que demostrado. Es el fracaso del socialismo en la salud pública.
¿Porqué se insiste en perpetuarlo?
Todos los
socialismos, incluyendo el del partido demócrata tienen un denominador común:
recurren a la imposición o la fuerza, porque son por definición: contra natura.
Obama care no podía ser la excepción. Tenemos (en presente) que pagar el seguro
barato pero deducibles altísimos bajo la égida omnímoda de los planes y
“seguros” que suplantan, mas o menos explícitamente, al médico.
La reforma
sanitaria trumpiana del 2017 fue
tímida. En palabras sencillas quitó el tax sanitario obligatorio, pero dejó
intacta la estructura socialista. Los legisladores republicanos del caucus
libertario o afines al tea party, demostraron que son los únicos que conocen en
Washington que sólo el capitalismo "resuelve”.
Ese liberalismo económico,
se llama en medicina: consulta privada. El sistema económico capitalista
proviene natural y espontáneamente de la libertad, tal como la definió John
Locke, el padre del liberalismo, en el siglo XVII.
El gobierno de
Trump; ganará tiempo para conformar una verdadera revolución en la salud al
aplazar su nueva propuesta de ley. Espero que para el 2021 nuestro presidente
haya abandonado el social -nacionalismo democrático-compasivo que actualmente
le caracteriza, y retomará el capitalismo como la guía de su gobierno. Repito:
en la salud pública el liberalismo económico se llama consulta privada, excelsa
flor de la libertad.
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