domingo, 7 de agosto de 2016

FARIÑAS, EL CUERPO COMO ESCUDO

Servicio (LATINEWS/ENFOQUE 3)
Una vez más, Guillermo Fariñas, premio Sajarov 2010,  se encuentra en huelga de hambre. Otra vez reclama los derechos de los otros, incluido los de los indiferentes y hasta de los propios sicarios de la dictadura castrista.
           Fariñas ha realizado más de una veintena de huelgas de hambre. Conoce la crueldad del régimen, pero lo enfrenta. No se hace ilusiones. Sabe que su cuerpo puede ser quebrado, y su vida rota, pero aun así se arriesga,  porque está consciente que la libertad hay que conquistarla y que los verdugos jamás la conceden.
         El huelguista no es un fanático, tampoco está enajenado. Sus acciones, aunque peligrosas, se sostienen en el análisis, la evaluación de riesgos y un apropiado conocimiento de la realidad nacional.
         Por otra parte, la decisión del premio Sajarov de recurrir a un reclamo extremo,  evidencia que en Cuba no se han producido cambios. La naturaleza represiva del régimen permanece invariable. Golpes y prisión es su respuesta para los que reclaman respeto a la dignidad humana.
           Fariñas dirigió una carta a Raúl Castro en la que le informa que se declara en huelga de hambre y sed hasta que el dictador reconozca públicamente que los opositores no volverán a ser torturados, golpeados,  amenazados de muerte o sometidos a procesos judiciales ilegítimos, una reafirmación de su compromiso de luchar por la soberanía ciudadana sin temer las consecuencias.
El sentido de solidaridad del huelguista es notable. Predicar con el ejemplo es una de sus apotegmas.    
          Ha demostrado en más de una ocasión que no abandona a sus compañeros cuando son golpeados o encarcelados, tampoco a los que caen en la lucha por la libertad,  como lo ejemplifica su reacción ante la muerte del huelguista de hambre Orlando Zapata Tamayo y por la muerte a golpes de Juan Wilfredo Soto García.
           La indiferencia del régimen ante las huelgas de hambre han causado al menos la muerte de 17 luchadores por la libertad en Cuba. La dictadura no respeta la vida humana en general, y desprecia la de quienes se oponen a su poder.
         El escritor José Antonio Albertini, en su libro "Cuba y Castrismo, Huelgas de Hambre en el Presidio Político", entrevista a expresos políticos cubanos que realizaron huelgas de hambres colectivas e individuales, recoge testimonios de coraje y sacrificio de hombres y mujeres que escogieron retar la muerte a seguir siendo tratados como esclavos.
       El primer prisionero político cubano que murió en huelga de hambre fue Francisco Aguirre Vidaurreta, 1967,  ese mismo año falleció, Luis Álvarez Ríos seguido por el dirigente estudiantil Pedro Luis Boitel, protagonista de numerosas huelgas de hambre hasta su fallecimiento en 1972, después de más cincuenta días sin ingerir alimentos, esta trágica relación nos lleva hasta el 2012, cuando muere Wilmar Villar Mendoza, 32 años de edad,  preso por participar en una protestas pacifica, no por un sangriento ataque a un cuartel como protagonizaron Fidel y Raúl Castro.
      Lamentablemente la dictadura que padece Cuba desde hace 57 años está cubierta por un inexplicable mezcla de indiferencia y complicidad internacional,  también, por una penosa desesperanza de la mayoría de la población de la isla que le impide romper la inercia que ha generado el régimen totalitario.  
      El desenlace de una huelga de hambre es impredecible. El riesgo que corre Guillermo Fariñas es muy grande. Confiemos que sepa conjugar sus convicciones y las posibilidades finales. Pero más allá de cómo concluya,  su ejemplo de cómo combatir una tiranía, estará siempre vigente. 
         Guillermo Fariñas como el prócer indio, Mahatma Gandhi, cree en la negociación, pero también en la acción directa. Confía en la agitación y en la desobediencia civil. No espera que las cosas ocurran por generación espontánea y trabaja arduamente para que se concreten.
         El liderazgo de Fariñas contra el totalitarismo castrista se sustenta en la audacia, apoyada en el coraje que demanda enfrentar los retos de la dictadura y en una indiscutible disposición a correr los peligros que sean necesarios hasta que sus conciudadanos estén dispuestos a exigir el respeto a sus derechos
 
 
 
 

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