– Don Sindulfo; Adam y yo comentábamos sobre su
silencio. Usted, desde que regresara del Tíbet, no había permanecido tanto
tiempo; tan callado. ¿Es que ya no encuentra nada importante de que escribir?
–Todo lo contrario señor director. Mi silencio es
porque estoy atosigado de tantas malas noticias. Estoy realmente apabullado por
los sucesos, que se nos avecinan.
– ¿A qué se refiere?
– ¡¿Qué a que me refiero!?
– ¿No está usted al tanto del menú que nos han dejado
para elegir al futuro presidente de los
EUA?
– ¡Si …Si lo estoy, y eso me preocupa, pero no se qué
hacer, don Sindulfo. Tal vez me quede en casa, no quiero ser cómplice de
semejante resultado.
– ¿Y entonces…?
– Hay decisiones que son dolorosas pero inevitables…
– ¿…?
– Es como tener que amputarle las piernas a un
corredor, para intentar salvarle la vida...
–Me presenta usted una situación dramática.
– Aun más dramática es la situación que se nos plantea, en estas próximas elecciones presidenciales. Tenemos un irreverente, vanidoso y hasta ignorante candidato, enfrentado a una deshonesta patológica, carente de un criterio lógico, que no vez, ni le interesa ver nada que este más allá de sus intereses. La cual seria sumamente peligrosa para este país, y por ende, para nosotros
– Aun más dramática es la situación que se nos plantea, en estas próximas elecciones presidenciales. Tenemos un irreverente, vanidoso y hasta ignorante candidato, enfrentado a una deshonesta patológica, carente de un criterio lógico, que no vez, ni le interesa ver nada que este más allá de sus intereses. La cual seria sumamente peligrosa para este país, y por ende, para nosotros
–Es cierto…
– ¡Dígame usted, si no es suficiente como para
sentirse apabullado por las circunstancias.
–Lo es, ciertamente lo es don Sindulfo. Pero esto es
lo que se nos presenta y algo tenemos hacer. Alguna decisión habrá que tomar,
aun cuando nos pese.
– ¡Sí! Lo único que queda es votar, no por nuestro
candidato, que no tenemos, sino en contra del otro que es peor.
– ¿Y qué posibilidades ve usted en cada uno de ellos?
– ¡Bueno! Hace unos días pude ingresar en los estudios
de una televisora local…
– ¿Lo invitaron a algún programa de opiniones, me
imagino?
–Nada de eso. A mí no me invitan a esa clase de
programas, porque la mayoría están organizados dentro de una agenda muy clara,
para evitar que el mensaje que quieren dar se pueda confundir con otras
opiniones,
– ¡Agenda! Me refiere usted que están…digamos
¿amañados?
–Bueno, no sé si tanto y si todos, pero lo seguro es
que están bastante controlados. Recuerde usted que las campañas políticas
generan mucho dinero y hay muchos tras ese dinero…aunque haya que reconocer
precio a sus “preferencias”…
–Está usted jugando con las palabras don Sindulfo. Me
ha dicho “preferencias”, con tal tono, que más que preferencia, se entiende,
como un justificante para recibir parte de ese dinero, que por cierto sé, que es abundante.
– ¡Sí! Es abundante, pero no crea que sean pocos los
que compiten por él.
–Me apena su opinión, pero…y entonces ¿cómo pudo
ingresar al plató…?
– ¿A qué plato?
–...No, no, me refiero al plató, o sea al estudio de
televisión.
– ¡Ah! Creí que usted pensaba que me habían invitado a
comer… pero nada de eso, ingrese disfrazado
De “colada de café” y logre escuchar algunos
comentarios, por ejemplo: Héctor Caraballo, le comentaba a Roberto Rodríguez
Tejera, antes de comenzar el programa, sus temores sobre el resultado de las
elecciones, porque era evidente que su candidata tiene mucho negativo entre los
votantes y muchos demócratas tal vez no salieran a votar. Raúl Martínez, que se
les acercó para darle ánimo, se refirió a un artículo que había leído aquella
misma mañana, por internet, que aseguraba que podrían ganar, aunque no sería
fácil.
–Eso opinan ellos, pero usted…cual es su “pronostico”.
Lo que quiero sabe es; cuál es su opinión, sobre este tema tan controversial y
confuso.
–Mi respuesta es precisamente la duda que ellos
manifiestan. Es todavía muy temprano para pronosticar resultados. Todo
resultara como el sentido común de los votantes interpreten el peligro mayor
para este país. Si estar en manos de una deshonesta patológica, o en manos de
un frívolo y vanidoso “showman”.
– ¡O sea! ¿Qué
no me dice nada?
– De momento, no…le dejo esa asignatura a los
seguidores de Walter Mercado y otros analistas locales, que creen sabérselo
todo.
– Bien ¿y que mas hizo? Porque supongo que en todo
este tiempo algo mas habrá hecho.
– Si. Ingresé con el mismo disfraz en el programa, por
América Teve, donde uno de los tertuliano es Enrique Paterson, que se
desgalilla asegurando su independencia partidista, como si en su interior
sintiera vergüenza por su obvia militancia con las ideas del partido demócrata.
Aunque no puedo asegurarlo se rumora que la premisa para su participación en el
programa, es que le titulen “sociólogo independiente” aunque no puede soslayar
su furibunda defensa por los fundamento del partido demócrata. No entiendo
porque lo hace, el tiene derecho a tener y defender sus preferencias, en todos
los órdenes.
–Bueno. Usted sabe que hay muchos que quieren estar en
misa y procesión, aunque no sean creyentes. Por aquello, de que algo se le puede
pegar…
– Lo sé. Es algo evidente en muchos de los periodistas
y en especial en los presentadores de radio y televisión, pero por mucho que
usen guantes, le pasa lo que al lobo de Caperucita, que se le veían las garras.
– ¡Okay don Sindulfo...! Usted siempre me termina la
charla dejándome el mismo temor. Me va a traer problemas. ¿A qué lobos se refería?
– No se preocupe señor director, es una expresión retorica,
pura metáfora; solo eso. Pero…
– ¡¿Pero qué!?
–¿…?
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