Por Adam Dehoy.
UN EJEMPLO. Cuando una de esas irracionales
“camaritas”, ubicadas en muchísimos lugares del Condado Miami-Dade, impone una
multa de $158.00, por llevarse una luz roja, a alguien que gana, por ejemplo
$500.00 a la semana, y hay muchos de esos. Usted le está quitando más del 30%
de su salario, pero cuando le impone lo mismo, por el mismo delito a alguien de
los que ganan, $1,000.00 en la misma
semana, usted solo lo penaliza por aproximadamente, el 13% de su salario; y así sucesivamente. O sea que ambos han cometido
el mismo delito, pero no le ha “costado” lo mismo. Más exactamente; hay una
acción discriminatoria contra los más pobres, y un privilegio a favor –y valga
la redundancia– de los más favorecidos.
Si la ley quiere también ser justa, esto no debe permitirse.
Es como si dos sujetos comenten un asesinato en
conjunto y a uno se le condena a muerte, por no tener dinero y al otro, solamente a 5 años, por tener una
mejor economía.
Y poniendo el parche antes que salga el grano. No
digan que no es posible. Porque si lo es. La multa debe ajustarse al ingreso
del ejecutor. O sea, haciendo una tabla de forma que le duela a todos por
igual. Eso, estoy seguro ayudará a que todos tengan la misma preocupación y el
mismo costo.
Digamos que la violación de cualquiera de estas
regulaciones cueste –por ejemplo– el 5% de su ingreso. Cuando esto ocurra seguro
que habrán menos violadores de ellas y se recaudará mucho más dinero, si es eso
lo que buscan.
El meollo es que si la multa es una acción punitiva,
debe doler por igual a uno u otro… si no es así, es discriminatorio, porque no
tiene el mismo grado de penalización. Tan fácil como eso.
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