miércoles, 13 de abril de 2016

EL VERDUGO 'VIEJAS LEYENDAS CUBANAS"

Por, René León historiador y poeta
En el periódico local de Trinidad, sale publicada la siguiente noticia: Muere un negro de 103 años de edad. El negro José María Peraza, que nació en Trinidad en 1744 fallece en 1847.  Fue el Verdugo de Trinidad.  Según cuenta la historia, mato a su mujer a bayonetazos por motivos de celos. Es juzgado por las autoridades y es condenado a la horca en 1767 o 1768. Pero como verán más adelante la suerte lo salvo de la horca. Ya tenían preparada la soga.
          En Trinidad como una ciudad importante en esa época contaba ya con unos 4,000 habitantes, y como es natural tenía su verdugo, que de vez en cuando le caía su trabajito. El que había se muere de una mala indigestión, algunos dijeron que lo envenenaron. Había otro negro esperando ser ahorcado por haber matado al mayoral de la finca donde trabajaba. Solicitan a Santa Clara les mande su verdugo, el cual fallece en el viaje a Trinidad. José María, se dijo “me salve”. Pide el trabajo de verdugo que le es dado, y a empezar a ahorcar a “Sansón Melena”. Como es natural le perdonan la vida, le daban comida y 125 pesetas por cada ahorcado que los alguaciles se lo tiraban en él tablado. No guardaba su dinero, pues se lo daba a los necesitados. Se salva de subir al palo. Hay que tener suerte.
        Al primero que le pone la soga al cuello, fue a  su compañero de celda. Es nombrado Ministro ejecutor de la ley. Tremendo nombramiento. Y a empezar a matar delincuentes. El bandolerismo estaba en su apogeo. Dicen las malas lenguas que mato hasta un chino que no supo defenderse con el juez.  Nuestro verdugo llegó a coger gran fama, por su habilidad con la soga. Una de sus tretas era después de ahorcar al delincuente, bajaba por la soga hasta el cuerpo y le daba patadas en el pecho, para que no fuera quedar vivo. Un día cuando realizaba esta maniobra, se rompe la soga y el hombre queda vivo, siendo conmutada la pena. Los que estaban mirando el ahorcamiento gritaron ¡Milagro!.
       Pasaron los años y hubo tiempos que tenía sus clientes en fila, otros años se lo pasaba bien aburrido.
          El periódico local anuncio que por su edad iba a dejar el oficio. Eso dijo el periódico. Se pone dichoso José María, ya no iba ahorcar a más nadie. Iba ser el primero en usar en Trinidad el “garrote vil”. Un bandolero muy conocido en los campos de Trinidad y alrededores cae prisionero, el pardo José María Zabala, fue el primero en morir al garrote vil.  Habían pasado veinte años de prisión la ley establecía que al cumplir los años se le daba la libertad.
         Se me olvidaba él mandaba a dar un misa por el alma de los ajusticiados. Como había cambiado José María.  Al pasar el tiempo se le dio el trabajo de Mata-perros municipal. Algunas veces se ponía fatal y los perros lo mordían. Pero su alma no penaba como los ahorcamientos. Como es natural se le pagaba, no mucho pero algo es algo.
        El Cabildo Trinitario dispuso “activar una orden de Enero de 1626 de ahorcar y destruir los perros, cabras y ganado de cerda por el daño que hacen a la ciudad”. Se le complico el trabajo, pero le pusieron un ayudante.
       Cuando los muchachos estaban malcriados, le decían: “Ahí viene el Mataperros” y los muchachos se tranquilizaban.  Vivía en un bohío fuera de  ciudad, y se alimentaba de sus sembrados y algún vecino que le llevaba comida. Vivía de sus recuerdos buenos y malos. Pero daba lo poco que tenía a otras personas.
 
 

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