lunes, 4 de abril de 2016

DISCURSO SOBRE EL ESTADO DE LA NACION

Luis Marin abogado y politólogo venezolano
Es todo un desafío presentarse ante un auditorio hostil y rígidamente controlado por la seguridad, que no va a perder detalle de los mínimos gestos, de quien, cuando y cuanto aplaude, de muestras de excesivo interés o aburrimiento y afuera el público, de propios y extraños, a la caza de cada giro, tono, inflexión, más que de las propias palabras.
            Por ejemplo, la introducción condenando los atentados en Bruselas, solidarizándose con “nuestros aliados”, que no tuvo la menor adhesión, ni un suspiro, solo un tenso silencio: mal comienzo, a despecho de que la supuesta alianza contra ISIS incluye a Rusia y en consecuencia a Cuba, pero apoyando a Bashar Al Asad a quien los aliados adversan.
           Luego anécdotas, como que nació el mismo año de Playa Girón, aunque la verdad es que no había nacido en abril cuando ocurrió el incidente, por lo que cae fuera de su ámbito de responsabilidad; sin embargo, está mal recordarlo porque ya entonces estaban los Castro y unos cuantos de los presentes en el poder.
         La llegada de su padre desde Kenya coincide con la revolución lo que por vía indirecta permite reflexionar sobre algunos prejuicios vulgares. No todo negro es descendiente de esclavos como no todo blanco lo es de esclavistas. Los Obama no tuvieron nada que ver con la esclavitud en EEUU y tampoco con la lucha por los derechos civiles.
             La madre, Stanley Ann Dunham, era blanca; dice que lo crió sola y sin mucho dinero, habría que agregar que en Hawaii, donde no hubo esclavitud, abolicionismo, guerra civil, segregación, de hecho, para cuando ocurrió la revolución castrista, ni siquiera era un Estado de los EEUU.
            Cada dicho de Obama da para un libro, como su enigmática alusión a “nuestro mejor boxeador Mohammad Alí” quien sólo hubiera logrado un empate con otro gran cubano, Teófilo Stevenson; baste recordar que su verdadero nombre es Cassius Clay, hasta que se convirtió en musulmán y adhirió a la Nación del Islam, de la que se volvió principal propagandista y enemigo del stablishment americano.
            Limitémonos sólo a algunos, como la razón de su nueva política hacia Castro que es una y sencilla: “Lo que EEUU estaba haciendo no funcionaba”, así de simple.
           Claro, si no se dice explícitamente cuál es el objetivo no puede saberse si una política funciona o no, ni parece que las políticas de diez administraciones anteriores tuvieran un único objetivo, ni que éste fuera el derrocamiento de esa tiranía; más bien lo inscribían dentro de la política de equilibrio estratégico frente a la Unión Soviética.
            Precisamente en la crisis de los cohetes el equilibrio del terror nuclear funcionó. La supervivencia del régimen de Castro fue funcional al status quo en Berlín occidental, la independencia de Grecia, la seguridad de Turquía, lo cual dejó de tener sentido con caída del bloque del este y la pérdida del factor cohesionante del temor al comunismo; ahora su supervivencia es incomprensible.
            Por cierto, una palabra borrada del discurso político de Obama “comunismo”. Dice que el régimen castrista es unipartidista, de economía socialista y que privilegia el control del Estado; mientras el sistema americano es pluripartidista, de mercado y centrado en el individuo.
             Dejando de lado el relativismo moral que presenta los dos sistemas como equivalentes, como si aquel no implicara violación de derechos humanos y sea una quimera, para lo único que sirvió la comparación fue para exaltar las virtudes de la democracia sobre el comunismo, que no mencionó nunca, pero que por conocidas y provenientes del enemigo imperial no van a ganar ni un solo nuevo partidario, salvo los que ya tenía y que se abandonan en el más absoluto desamparo.
            No puede pasarse por alto que Obama diga que el sistema educativo castrista valora a cada niño y cada niña (aplausos): ¿Serán los mismos que llevan a los actos de repudio? ¿A los que obligan a gritar: “¡Seremos como el Che!”? ¿Será que fue abolida la organización de “pioneros”? ¿Será que ahora los padres pueden elegir la educación que quieren para sus hijos? En fin, ¿será que si soy judío o cristiano tengo derecho a decidir que no formen a mis hijos en valores socialistas?
            Obama cosecha grandes aplausos pidiendo como Presidente de EEUU que el Congreso levante el embargo, ¡el Congreso! Este es otro estribillo que cansa: Obama se presenta a sí mismo como alguien bienintencionado que quiere hacer maravillas como cerrar la cárcel de Guantánamo o crear un sistema de seguridad y asistencia social integral obligatorio; pero tropieza con la incomprensión y mala fe de adversarios que le impiden hacer el bien, nadie sabe porqué.
           Si hay una Constitución y unas cuantas leyes que saltarse, ¿qué significa eso cuando lo que está en juego es la felicidad universal? Precisamente así piensan los revolucionarios genuinos. Ellos poseen la llave de la puerta que lleva a la paz y la justicia; pero ésta no puede franquearse sin una tremenda dosis de autoritarismo que venza la resistencia de los privilegiados, verdaderos obstáculos en el camino hacia la realización de la Idea.
            De manera que como sólo Él tiene la Razón y cientos de senadores, representantes y millones de ciudadanos están equivocados, entonces está bien gobernar por órdenes ejecutivas, esto es, dictados, justo de donde proviene la palabra “dictador”.
           De allí que la admiración de Obama por tiranos filantrópicos sea sincera y tan firme como la convicción de la izquierda norteamericana de que los déspotas y delincuentes latinoamericanos son víctimas de conspiraciones de medios que les han creado mala fama, lo que ellos, en su gran perspicacia y suprema inteligencia, jamás han creído.
            Obama proclama que “nadie puede negar el servicio que miles de doctores han llevado a los pobres, a los que sufren” (atronadores aplausos) y nos enteramos de que trabajan en África lado a lado con los americanos: ¡Carajo, esta sí que es una Nueva Era, en la que el Internacionalismo, por fin, se dio la mano con el Imperialismo!
            Concluye dándole las gracias a Castro por haber brindado el escenario para las conversaciones de paz entre las FARC y el gobierno para resolver “la guerra civil” que azota a Colombia y esto sí que es una concesión al realismo mágico.
            Tal como La Florida puede ser azotada por un huracán, pues Colombia es azotada por una “guerra civil”. ¿Y cuáles serán los bandos civiles de esa guerra? Ni pensar en una guerrilla comunista apertrechada, adoctrinada y respaldada política e ideológicamente por Castro, que pugna por tomar el poder mediante la táctica, ideada por Castro, de la “lucha armada”.
              La bien bautizada Communist News Network (CNN), el NYT y Hollywood en pleno no son suficientes para imponer una nueva Historia a la medida de la fantasía de Obama & Company; ni es el primer revolucionario convencido de que el mundo puede empezar a partir de Él, ex novo.
           El infierno de los políticos que sacrifican el presente en aras de un legado es ignorar que lo que queda es lo que hacen.

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