viernes, 3 de junio de 2016

LOS DESAFIOS DE LA VENEZUELA POST CHAVISTA



Por Miguel Molero
“Con contadas excepciones la mayoría de los opinadores se agota en repetir hasta el infinito lo que todo el mundo sabe. Políticos, economistas, dirigentes sociales y empresariales y hasta artistas y deportistas nos cuentan una realidad sobre diagnosticada. El país está mal y camina hacia peor. El gobierno es malo, pésimo y no tiene remedio. Maduro no sirve” Oswaldo Álvarez Paz.
A este sobre diagnóstico al que alude Oswaldo Álvarez Paz, tal pareciera que el tratamiento aplicado no ha tenido resultados satisfactorios, pues el paciente tal vez requiere de reclusión hospitalaria para tratar su caso.
   Esta sentencia de Oswaldo Álvarez Paz, ciertamente “diagnostica” una buena parte del problema, por cuanto el tratamiento electoral aplicado (pacifico, democrático, constitucional y electoral) que en mi criterio, no trasciende el suministro de analgésicos  electorales. Como sabemos el dolor es una experiencia sensorial desagradable y una respuesta fisiológica ante un daño del cuerpo. Su objetivo inicial es ser una alarma que indica que hay un problema, habitualmente una lesión en algún tejido.      
La lesión en el tejido político, social y económico del país, no es posible tratarla sin estudiar la compleja realidad geopolítica y geoestratégica en el que se debate el mundo de hoy, o lo que al parecer, le parece “paja”, a muchos de los dirigentes de la oposición.   
La economía sin fronteras en la que se halla inmersa la globalización, ha llevado a enriquecer a una élite de especuladores financieros la cual ha acumulado una riqueza sin precedentes lo cual a su vez ha conducido a la economía real a una debacle, provocando impactos sociales y económicos desastrosos, pues se ha impuesto la economía del Wall Street que es una economía de casino que llevó al expresidente del Banco Central Europeo Jean Claude Trichet a expresar “Estamos en la crisis más dramática desde la primera Guerra Mundial”. Esta realidad, ha cambiado los parámetros de evaluación del análisis político y económico del mundo, es decir, el tratamiento no puede hacerse con las viejas prescripciones democráticas de otros tiempos.
          La especulación financiera ha impuesto un mercado único que se autor regula y decreta a su vez la irracionalidad del Estado y la caducidad de las políticas públicas. Veamos lo que dice Joseph E. Stiglitz premio nobel de economía 2001. “Siete años después de que en 2008 entrase en erupción la crisis financiera mundial, la economía del mundo ha continuado dando tumbos (…) la tasa promedio de crecimiento en los países desarrollados han disminuido en más del 54% desde la crisis (…) se estima que cerca de 44 millones de personas están desempleadas en los países desarrollados, aproximadamente 12 millones más que en 2007. Las tasas de crecimiento de los países avanzados también se han tornado más volátiles. Esto es sorprendente, ya que, en su posición de economías desarrolladas con cuentas de capital y de la distribución internacional del riesgo deberían experimentar poca volatilidad macroeconómica”. Esta realidad que nos describe Stiglitz, nos confirma, la estupidez de quienes piensan que los mercados se autor regulan a sí mismo. Así observamos, como desde la crisis de los tulipanes pasando por la gran depresión de 1929, la burbuja de los puntocom hasta llegar, a la burbuja inmobiliaria de las famosas hipotecas subprime en 2008, lo cual nos evidencia la falsedad de la autorregulación del mercado.
        Los recursos financieros manejados por los especuladores de la economía de casino han profundizado el empobrecimiento de los países, mientras que los recursos que se obtienen por vía del endeudamiento público, no se dirigen hacia la salud, la educación o la inversión de la infraestructura de los países, por cuanto los mismos se destinan a pagar los intereses de la deuda, a lo que habría que sumar la adopción de medidas fiscales restrictivas para agradar al mercado, lo cual se traduce en un radical desequilibrio económico que afecta la recuperación de los países endeudados. En este contexto el desafío clave está en ampliar la inclusión económica y social sin disminuir el rol del Estado en la inversión pública, para crear la infraestructura necesaria para el soporte de un aparato productivo que agregue valor a la producción interna.
           La clase política democrática del país, tiene el compromiso de explicarle a la gente la devastada Venezuela que nos deja el chavismo. Son muchos los problemas por resolver y limitados los recursos por la situación del precio petrolero y los compromisos del  endeudamiento (249.523 millones de dólares hasta finales de 2014)
           Esta situación nos obliga a crear un aparato productivo y digo a crear, porque “en Venezuela muy poco se ha apostado a la realización de grandes proyectos dirigidos a crear un sector industrial importante orientado hacia la producción de bienes transables” (ver; ¿cuál aparato productivo?   http://www.analitica.com/opinion/cual-aparato-productivo/)
           La Venezuela post-chavista nos enfrenta al desafío de crear una economía productiva y promover, al mismo tiempo, la inclusión económica y social, y esto no puede hacerse con un país mono productor lejos de la dinámica del comercio internacional, la industria y las ideas y con una clase dirigente de operadores electorales con escasa formación con simples proyectos de poder, pero huérfanos de un proyecto cohesionado y consensuado de sociedad. Pero fundamentalmente, no puede hacerse, sin la intervención del Estado.

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