domingo, 27 de noviembre de 2016

¡TORTUGA A BABOR..! UNA LEYENDA CUBANA

Por René León historiador y poeta.  (UNA LEYENDA CUBANA)


El Yola, con su motor Palmer de 15 caballos de fuerza navegaba con normalidad en un mar no agitado. Era un día soleado y de poco viento. Su derrota: el puerto de Casilda.
Su capitán  Gustavito Peterssen, sentado en la popa de la embarcación, con la barra del timón en su mano derecha escrutaba el horizonte. Su ayudante y primo hermano Hermancito Peterssen, se hallaba parado en la proa agarrado a los estayes**.
     Regresaban de la bahía de “El Masío”, después de proveer de combustible a Gustavo y Rita, padres de Gustavito.  Estos poseían una cómoda y acogedora vivienda veraniega toda fabricada en madera, sobre una pequeña elevación  de la costa a doscientos metros del litoral. Un puente de 50 metros de largo construido de troncos de “palma Jata**” y tablones de Palmera daba acceso a la tierra firme y servía para el atraque de las embarcaciones. Su estratégica posición hacía las funciones de un diminuto observatorio, desde la cual se podía escrutar la orilla opuesta donde, la tupida hilera del verde oscuro mangle mostraba todo su vigor. Al atardecer, las aves marinas: Corúa, Marbella, Garzones Grises (Guardacostas), Garza Blanca Real, Guanabú, Cocos Blancos y Negros (ibis), con su suave batir de alas iban en  pos de sus dormitorios. El mar con su somnolencia, tan apacible, figuraba el descanso de una damisela con dulces y venturosos sueños. Y el sol, ¡ah!, de ese sol, hundiéndose allá, en el inalcanzable horizonte, semejaba una enorme bola de sangre, como si su imperecedero fuego hubiese reclamada la inmolación  de millones y millones de mujeres para robarle –por envidia- el arrebol de sus mejillas, dejando al hombre triste, descontento y solitario.
  Gustavito y Hermancito Peterssen, eran miembros fundadores del “Club Amateur de Caza y Pesca “Los Comandos”. Cuyo local se encontraba en el kilómetro número 1 de la Calle Real del Puerto de Casilda, Municipio de Trinidad, en la Provincia de Las Villas.

      El Club había nacido al calor y entusiasmo de un grupo de jóvenes (algunos con más edad que otros) por considerar que Cuba, siendo una isla, tenía dos deportes básicos: caza y pesca. El club había sido oficializado el 17 de junio de 1953, por el gobernador de la Provincia. Los encargado de llevar a vías de hecho la realidad del Club, fueron: Emilio León González y Modesto Novoa Juviel.

     Entre sus miembros se pueden mencionar: José Luis Gallardo, Juan Martínez, Enrique Peterssen, Herman Peterssen, José Toledo, Miguel A. León, René León, Homero de la Cruz, Julio A. León, Tomás Gil Novoa, Ramón León Rentería, Miguel Angel Arguelles, Dr. Eduardo López Deustua, Telmo Naranjo, Héctor Toledo, Manuel Toledo, Jorge Hernández, Raúl Novoa, Manuel González Matamoros, José Martí Ortega, Victorino Dalmau, y la pescadora: Ana Santana.

  – ¡Gustavito, Gustavito, todo el timón a babor…El arpón, el arpón…¿dónde está el arpón?, -gritaba desaforado Hermancito desde la proa.

   – ¡A tú derecha, a tú derecha, en la proa…! – de un salto Gustavito se había puesto a horcajadas sobre la bancada de la popa, para poder observar con amplitud el “peje” que había alborotado a Hermancito, mientras, con el pie derecho , guiaba la barra del timón.

    –¡Tinglado a la vista…Tinglado* a la vista…a babor…a babor…! -apremiaba Hermancito.

   –Sssssssssssssssssss,  -silbó en su velocidad el arpón.

    –Lo atravesé: lo atravesé, Gustavito, Gustavito, eran dos….

       Efectivamente, en el mes de abril los quelonios marinos efectúan el apareamiento en la propia agua para después, la hembra, desovar en una playa desierta. En el caso de éstos, el Laúd, hembra y macho, desviados por las corrientes hacia estos lares, llevaban a cabo su rito amoroso para perpetuar la especie.

      El arpón había hecho un blanco perfecto, incrustándose en el lomo del macho, pudiendo escapar la hembra. Al perder el aire por el boquete de su herida, el Tinglado, por muchos esfuerzos que hacía para sumergirse le fue imposible. Había perdido la capacidad para escapar a las profundidades. Mientras más batallaba por zafarse de aquél par de aletas de acero que lo aprisionaban, más decaían sus fuerzas y mayor era su cansancio. Había perdido su batalla.

     Gustavito, y Hermancito no pudieron embarcar al Tinglado. Era como dos metros y medio de largo y pesaba mucho. Optaron por amarrarlo firmemente a un costado de “El Yola” y llevarlo amadrinado hasta el puerto. No había temor que los tiburones lo atacaran: era muy duro.

      Aún estaba vivo, cuando, ayudados por otros pescadores, lo arrastraron hasta el terraplén. Desde la punta de su boca curva y casi acerada hasta el extremo de su cola le faltaron solamente dos pulgadas para medir con exactitud 3 metros. Era un verdadero ejemplar de Laúd. Cuando fue levantado por el cabrestante para poder conocer su peso la báscula osciló hasta las 863 libras. ¡Era un monstruo! Aún se mantenía vivo. Sus resoplidos de fuerte furia lo atestiguaban.

     El público se aglomeraba para poder admirar aquel animalote. Lo mantenían boca arriba para que no pudiera arrastrarse por el playazo. Cuando levantaba su grueso cuello y resoplaba las mujeres y niños se asustaban

      A los dos días de haber sido capturado el Tinglado, llegó Telmo Naranjo, el Taxidermista* desde la ciudad de La Habana. La tortuga lloraba. Gruesas lágrimas corrían por su rostro empedrado y arrugado desde sus ojos casi ciegos por la falta de agua salobre. Sus resoplidos, aquellos temerosos resoplidos, se habían convertido en gemidos de dolor.

      Telmo le puso una inyección.

      Un lento letargo fue invadiendo al  Tinglado. Soñaba con algas y mares. Con bancos de peces. Con su madre. Hermanos. Compañeros de Juegos. En las novias. Cuando salía a respirar, a la superficie se alegraba al ver el cielo azul y la fulgencia del sol. Su alma de tortuga, satisfecha y agradecida le enviaba bendiciones al Ser Supremo que la había  agradecido.

  Después, se quedó dormida para siempre…

  Comenzaron a desollarla. De vísceras, grasa y carne inservible llenaron tres tanques de 55 galones cada uno. Telmo Naranjo, inició su impecable labor de taxidermista experimentado. Bisturíes, alambres, plástico, algodón, ojos de vidrios, formol y más formol!

      Con facilidad dos hombres cargaron aquel cuerpo para exhibirlo en el  Museo de Trinidad, Pesaba poco.

     Emilio de Mesa, en la Revista “Carteles” que se publicaba en la ciudad de La Habana, en su Sección de Caza y Pesca, escribió un amplio reportaje sobre la captura del Tinglado, con fotos de “El Yola”, Gustavito y Hermancito Peterssen y de la gigantesca tortuga.

  Desde la capital la Directiva del Club Amateur de Caza y Pesca, envió un telegrama de felicitación a los también miembros Gustavito y Hermancito.

    –El Tinglado pasaba de los 80 años, comentó con entusiasmo Telmo Naranjo.

Rebaba: Es la palabra correcta: Rebarba, es una incorrección en el decir. Punto que corresponde  a la juntura del molde.

Tinglado: Sarcófago. Caja de muerto nombres por los que se conoce en Cuba por los pescadores…Su verdadero nombre: Laúd. Tortuga del Pacífico, de concha coriácea, no comestible.

Babor: Lado izquierdo de la embarcación de popa a proa.

Jata: Palma Jata, su tronco no se pudre al contacto del agua dulce o salada.

Estay-es: Cabo que sujeta la punta de un mastelero. Palo menor colocado sobre los palos mayores.

Taxidermista: Disecador. Taxidermista, del griego taxis, colocación, arreglo, y dermis, piel. Arte de disecar animales.

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