sábado, 2 de febrero de 2019

DEJAR HUELLA


"La historia nos desafía constantemente y, aún más, cuando nos toca vivir tiempos difíciles como fue el caso de Francoise Frenkel..."

 Málaga (España)
Es curioso, ya que conocer ciertas vidas nos fascina por lo que tienen de distinto, de fuerza o de novedoso. Descubrir la trayectoria que siguieron en sus caminos y tener la suficiente empatía como para plantearnos si nosotros, en las mismas circunstancias, hubiésemos actuado de igual forma o, por el contrario, la corriente del destino nos hubiese llevado al abismo. Es algo que a muchos nos despierta la curiosidad.

La historia nos desafía constantemente y, aún más, cuando nos toca vivir tiempos difíciles como fue el caso de Françoise Frenkel, propietaria de la primera librería francesa en Berlín, y que fundó en 1921, “La Maison du Livre”.
Françoise nació en Polonia en 1889 y estuvo al frente de su librería hasta 1939, año en que se vio obligada a huir de manera clandestina a París ante los avances del nazismo y la persecución judía. Su amor por la literatura la llevó a reflejar en su única novela los designios por los que el ser humano atraviesa y así, nos muestra su particular visión de los acontecimientos vividos a través de su propia mirada.
Quien lee el libro no queda indiferente, y es esto lo que le ocurrió al escritor Patrick Modiano, quien conmovido, por la narración de esta mujer, nos seduce con el prólogo que antecede en una nueva publicación de esta novela, redescubierta en 2015, en Suiza, y que ya había publicado una pequeña editorial del lugar en 1945, zona en la que se sabe que vivió su autora y que, sin duda, coincidiría plenamente con las palabras pronunciadas por Albert Camus: “En las profundidades del invierno finalmente aprendí que en mi interior habitaba un verano invencible”.
Su corazón y su espíritu generoso soportaron las inclemencias de los años que le tocó vivir y quizo dejar constancia de los acontecimientos en honor de todas aquellas personas que perdieron su vida, para que sus huellas permanecieran intactas.
Patrick Modiano diría: “Prefiero no conocer el rostro de Françoise Frenkel, ni las peripecias de su vida tras la guerra, ni la fecha de su muerte, De ese modo su libro será siempre para mí la carta de una desconocida, olvidada en la lista de correos desde hace una eternidad y que parece que recibes por error, aunque tal vez eras en realidad su destinatario”.
El estoicismo de esta heroína la llevó a cosechar un porvenir esperanzador al no perder nunca la fe en el ser humano.




1 comentario:

  1. Loli Benítez Molina es una joven escritora malagueña cuyo numen ya tiene dados sus pininos en el ámbito editorial, hace el suficiente tiempo, a través de sus colaboraciones de índole literaria, sus indagaciones en la psiquis de personalidades de la Literatura y la Historia, y sus crónicas de época que han visto la luz en publicaciones en papel y en la Red por antonomasia –la virtual-, sin olvidar en ese alumbramiento creador su prístina novella “La soledad del cuerdo”.
    Su capacidad expresiva le habilita para exornar su prosa con giros poéticos –teniendo presente que el sustantivo poesía procede del griego ποίησις 'acción, creación’ y ποιέω es 'engendrar, dar a luz’, las palabras las emplea diestramente esta autora para que cumplan su función de manifestación de la belleza y del sentimiento estético.
    De su hondura y acierto en el escrutinio de la sensibilidad de las personalidades cuya trayectoria vital evoca queda registrada, entre otras muchas, la crónica de su autoría que obra en el sitio https://pensamiento-2012.blogspot.com/2018/11/una-eterna-y-hermosa-historia-de-amor.html , sobre la relación entre Octavio Paz (1914-1998) y su musa, María José Tramini (1935-2018).
    El recorrido autoral de María Dolores Benítez Molina se extiende ahora a la difusión del extraordinario hallazgo -más bien, redescubrimiento al cabo de siete décadas de olvido bibliográfico- (en 2015) de la única obra de la librera judía nacida en Lodz –cuando esta ciudad pertenecía el imperio zarista ruso- y posteriormente nacionalizada francesa Françoise Frenkel (1889-1975), rectora de “La maison du livre français” (Casa del libro francés) en Berlín desde comienzos de los años ’20, fugitiva del nacionalsocialismo alemán y prófuga de la Ocupación por éste de Francia, entre junio de 1940 y su exilio y refugio en Suiza, hasta que tras el fin de la II Guerra Mundial se residenció en Niza, en la Riviera francesa –en cuyo hotel “La Roseraie” (La Rosaleda) había estado alojada con otros europeos y personas de variopintas nacionalidades con quienes compartía la condición de perseguidos por el Régimen nazi-.
    Ha sido una buena y justa acción la acometida por Loli Benítez Molina encaminada a contribuir a salvar la memoria de una tragedia humana –el sufrimiento de los perseguidos por la intolerancia y el fanatismo (en este caso, del Régimen nazi), entre ellos una ciudadana europea –Frenkel- cuyo “…amor por la literatura la llevó a reflejar en su única novela los designios por los que el ser humano atraviesa".
    En la valoración que expone Benítez Molina en el epílogo de su crónica de la conducta ejemplarizante de esta hasta ahora olvidada novelista con una única novela en su haber (como Emily Brontë –“Cumbres borrascosas”- y Margaret Mitchell –“Lo que el viento se llevó”-), “El estoicismo de esta heroína la llevó a cosechar un porvenir esperanzador al no perder nunca la fe en el ser humano”.

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