sábado, 16 de marzo de 2019

RESPETO Y TOLERANCIA


"Respeto hacia los demás supone tener respeto por sus decisiones y por sus sentimientos..."

Por Carlos Benítez Villodres
Málaga (España)
Obviamente, empiezo hoy a escribir, teniendo como base la igualdad de las personas. Alguien dijo que “el jefe del rebaño es un animal como los otros”. Por lo tanto, si deseamos la igualdad, entre todos los seres humanos, esta la hemos de cultivar desde el respeto y la tolerancia. Tener un gran respeto por uno mismo conlleva tener un gran respeto hacia los demás. “Si consideramos a los demás como a nosotros mismos, dice André Maurois, sus acciones más reprochables nos parecerían dignas de indulgencia”. Reconocemos nuestros recíprocos derechos, es decir, su derecho a tener su propio punto de vista, su derecho a cambiar de opinión sin tener que dar explicaciones, su derecho a crear un mundo propio en el que poder vivir…
Respeto hacia los demás supone tener respeto por sus decisiones y por sus sentimientos. Respetar las decisiones de los demás o sus sentimientos no significa que estemos de acuerdo ni que los compartamos, significa que aceptamos que la otra persona tiene derecho a tener sus propios sentimientos y a tomar sus propias decisiones, sean o no adecuadas para mí y sean o no iguales que los míos. Significa que permitimos que los demás pongan nombre a sus sentimientos, aunque no los entendamos, aunque nosotros los llamemos de otra manera.

 “El respeto significa, refiere Antonio Maura, enterarse cada cual de que tiene frente a sí a alguien que es un hermano suyo, quien, con el mismo derecho que él, opina lo contrario, concibe de contraria manera la felicidad pública”.

Respeto hacia los demás significa respetar sus diferencias, aceptar que somos personas diferentes, con experiencias, culturas, ideologías y punto de vista distintos. Significa respetar sus sueños y sus necesidades y no tomar decisiones que les afecten sin contar con su participación.
Respeto hacia los demás implica separar su conducta de su identidad. La conducta de una persona no es su identidad. Somos conscientes de que la conducta es la manera con que los hombres se comportan en su vida y en sus acciones. Sin embargo, identidad es el conjunto de rasgos propios de un individuo o de una colectividad que los caracterizan frente a los demás.
Respeto hacia los demás es aceptar los límites que nos impone, y no invadir su espacio privado sin su consentimiento. Es no ser arbitrario con él, sino consecuente. El respeto hacia los demás incluye el derecho a tener opiniones y valoraciones diferentes, el respeto hacia la pluralidad. Vive y deja vivir. No tenemos derecho a juzgar a los demás, entre otras razones, porque no disponemos de toda la información. No somos policías, ni jueces, ni Dios.
Los niños aprenden a respetar a otras personas, cuando se les trata con respeto. Y esa es la base para vivir en un mundo en que la convivencia esté basada en el respeto. Respeto por la vida, la propia y la ajena. Respeto a todas las personas que viven, como nosotros, en este mundo. Y por supuesto respeto a la naturaleza, a la flora y a la fauna y a los demás seres inertes. En definitiva, es nuestra obligación, como persona, trabajar día a día para lograr un mundo de respeto y tolerancia. Tengamos siempre presente que “aunque toda sociedad, expresa George Bernard Shaw, está basada en la intolerancia, todo progreso estriba en la tolerancia”. De esta idea se deduce que, si en una sociedad el respeto y la tolerancia están ausentes, dicha comunidad vivirá estancada, muerta.

NO PONGAMOS DISTANCIAS
No pongamos distancias entre los frutos y los besos,
ni entre la tierra buena y las raíces
deseosas de elevarse sobre el mundo
para contemplar la mar.
Ni siquiera entre el verso triste y el alegre.
Las distancias siempre nos acercan la noche
que nunca pudo percibir la sencillez
absoluta de los almendros en flor. Unamos
nuestro sol invisible, nuestro corazón siempre
esperanzado y fecundo, nuestro verso
recién nacido, nuestra palabra cálida
y virginal… a los veneros del alba para libar
de ellos luz, y a los del llanto y las tinieblas
para secarlos desde sus orígenes.
Dejémosle las distancias al tiempo.
Él será quien, sutilmente, las imponga
a su paso tan inexhaustible como disciplinado.

Carlos Benítez Villodres Málaga (España)
(Del libro SUSTANCIA DE VIDA, Editorial “Corona del Sur”. Málaga, 1998)


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