sábado, 23 de marzo de 2019

YO SOY YO Y MI CIRCUNSTANCIA


“¿Que les permitió a los pequeños grupos de españoles cruzar el Atlántico y derrotar a los grandes imperios de los incas y aztecas, en lugar de hacerlo al revés?”

Por José Azel.
Con su frase "Yo soy yo y mi circunstancia", el filósofo español José Ortega y Gasset (1883-1955) resumió la creencia de que los seres humanos no pueden estar aislados de sus circunstancias. Para Ortega y Gasset, los individuos y las sociedades no están separados de su pasado; Para conocer una sociedad debemos conocer su historia. Sin embargo, a menudo hacemos referencia a algo que llamamos naturaleza humana. Hoy en día, científicos sociales como el economista Thomas Sowell y el psicólogo Steven Pinker se hacen eco de Ortega y Gasset y sostienen que para nosotros hay más que solo una naturaleza biológica. Nuestras acciones no son el resultado de una naturaleza humana inmutable, sino de la naturaleza que interactúa con comportamientos generados culturalmente que están sujetos a cambios. 

 “Una cultura no es un patrón simbólico, preservado como una mariposa en ámbar. "Su lugar no es en un museo sino en las actividades prácticas de la vida cotidiana, donde evoluciona bajo el estrés de objetivos en competencia y otras culturas en competencia". (Thomas Sowell)

En otras palabras, todos somos biológicamente iguales, pero tenemos una naturaleza maleable. Somos un drama viviente que sobrevive conquistando dificultades en el camino. La cultura es el agregado de los métodos que reunimos para ayudarnos a vivir nuestras vidas. Este concepto ayuda a explicar por qué las culturas difieren y por qué algunas culturas pueden lograr cosas mejor que otras. Steven Pinker pregunta:
“¿Qué les permitió a los pequeños grupos de españoles cruzar el Atlántico y derrotar a los grandes imperios de los incas y aztecas, en lugar de hacerlo al revés? ¿Por qué las tribus africanas no colonizaron Europa en lugar de viceversa?
La respuesta estándar es que los colonizadores tenían mejores tecnologías y organizaciones sociales. Pero esa respuesta evita las preguntas fundamentales sobre qué explica la mayor sofisticación de los conquistadores. Una mejor respuesta es que la cultura se desarrolla como una herramienta para vivir nuestras circunstancias.
Ofrezco esta introducción superficial al debate científico sobre la naturaleza humana frente a la cultura para enmarcar una discusión sobre la sociedad multicultural del sur de la Florida y, más ampliamente, de los Estados Unidos. En algunos aspectos, la migración cubana a los Estados Unidos durante los últimos sesenta años ofrece un buen microcosmos para estudiar la tesis de cómo nuestra cultura viva está vinculada a las experiencias de nuestra vida.
Desde la Revolución Cubana en 1959, más de 1,500,000 personas (aproximadamente el 20% de la población) han salido de Cuba en varias oleadas y modalidades como el éxodo de Pedro Pan y los vuelos de libertad de los años 60; la barcaza Mariel de 1980; o la crisis de las vigas de los noventa. Esta migración continúa hasta el día de hoy y, desde una perspectiva de las ciencias sociales, es una migración que se aproxima a la difícil condición de ceteris paribus de mantener constantes todas las variables, excepto la variable que se estudia. La constante es que todos estos migrantes comparten una "cultura cubana", y la variable es que han vivido en diferentes entornos socioculturales.
En el contexto que estoy explorando, si existiera tal cosa como una "cultura cubana", habría pocas diferencias culturales observables entre, digamos, los exiliados de los años sesenta y los recién llegados. Y, sin embargo, a menudo se escucha de las generaciones anteriores en el exilio una evaluación melancólica de que "no son como nosotros" en referencia a los recién llegados de Cuba.
Una queja es que los que abandonan la isla hoy en día actúan más como inmigrantes económicos que como exiliados políticos. Sin embargo, esta es una distinción borrosa cuando se aplica a personas que abandonan un estado totalitario que ejerce control sobre los dominios tanto políticos como económicos. Para el honor de los exiliados anteriores, siempre han abrazado a los recién llegados, aunque, a veces, con algunas reservas.
Lo que sí observamos es que la naturaleza humana responde a las condiciones culturales y, con el tiempo, los recién llegados se vuelven culturalmente indistinguibles de sus predecesores. En el sur de la Florida de 1980, los recién llegados consideraron que los que llegaban en el elevador de barcos Mariel no eran como nosotros. Hoy en día, no se hace tal diferenciación cultural.
Los científicos sociales argumentan que “los destinos de las sociedades humanas no provienen del azar ni de la raza”. O, como lo expresaron Ortega y Gasset, “el hombre no tiene naturaleza; lo que tiene es historia ".


No hay comentarios:

Publicar un comentario