"Lo mas preocupante es que el autoritarismo pragmático parece estar ganando popularidad como una alternativa preferible a la gobernabilidad democracia..."
¿Alguna forma de
autoritarismo es superior a la democracia como modelo político para acelerar el
desarrollo económico y la estabilidad? La pregunta se deriva de los éxitos
económicos de los regímenes autoritarios en China, Singapur, entre otros. Más
específicamente, ¿se exige el autoritarismo pragmático en ciertas
circunstancias nacionales?
El autoritarismo
pragmático es un término de acuñación reciente para lo que los científicos
políticos solían llamar dictaduras benevolentes, despotismo ilustrado,
ordictablandas en el ingenio español. Es decir, el autoritarismo pragmático
describe un modelo de gobierno en el que “un líder autoritario ejerce un poder
político absoluto sobre el estado, pero lo hace en beneficio de la población en
general”. El término se ha utilizado para etiquetar regímenes como los de Lee
Kuan Yew en Singapur, Augusto Pinochet en Chile, Mustafa Kemal Atatürk en
Turquía, Josip Broz Tito en Yugoslavia y otros.
Lo más preocupante
es que el autoritarismo pragmático parece estar ganando popularidad como una
alternativa preferible a la gobernabilidad democrática. Esta popularidad se
debe, en parte, al éxito de China y otros gobiernos autoritarios en la adopción
de reformas pragmáticas orientadas al mercado que generan un progreso económico
significativo sin renunciar al poder. El autoritarismo pragmático es un modelo
muy atractivo para los dictadores que desean perpetuar sus regímenes
autoritarios. El totalitarismo de Cuba puede estar avanzando en esta dirección.
Es importante
tener en cuenta que mientras que las versiones anteriores del autoritarismo
eran altamente personalistas, el autoritarismo pragmático es una forma más
desarrollada de dictadura donde la gobernabilidad se vuelve más institucionalizada.
También es más ideológicamente pragmático que sus fundaciones leninistas. El
autoritarismo pragmático institucionalizado proporciona una sucesión de
liderazgo más estructurada y presta más atención al bienestar social.
La
institucionalización del autoritarismo también ofrece un mecanismo de gobierno
funcional para la resolución de problemas sin tener que lidiar con las
irritaciones de la gobernabilidad democrática. El autoritarismo pragmático
ofrece déspotas flexibilidad ideológica, eficiencia y durabilidad.
A lo largo de los
años, me he propuesto visitar regímenes que practican diversas formas de
autoritarismo pragmático, como China, Vietnam, Laos, Camboya, Tailandia y
otros, para explorar si estos modelos ofrecen una mejor alternativa de desarrollo
que los regímenes democráticos. La respuesta no calificada es no. Estos
regímenes colectivistas imponen costos inaceptables a nuestra dignidad
individual.
Me han dicho, y
esto está fuera de cualquier campo en el que puedo afirmar mi experiencia, que
las culturas asiáticas, en general, tienen muchas palabras que simbolizan lo
colectivo y pocas o ninguna palabras que reflejen los derechos individuales.
Presumiblemente, esta limitación de lenguaje inherente afecta la forma en que
las culturas asiáticas perciben y procesan la información con respecto a los
derechos individuales frente a los derechos colectivos.
El punto es que
las características culturales pueden ser una consideración importante al
evaluar cómo los diferentes modelos de gobierno abordan nuestras percepciones
de dignidad. Los regímenes autoritarios restringen el derecho de los ciudadanos
a la autoexpresión, suprimiendo la libertad de expresión y la libertad de
prensa. Esto ofende nuestra dignidad personal occidental, pero puede ser menos
una afrenta en las culturas orientales. No obstante, encontramos democracias y
autoritarismo pragmático en las culturas occidental y oriental.
Cuando el
autoritarismo pragmático pisotea la dignidad individual, ofrece, en cambio, un
sentido de dignidad nacional colectiva que exige un mayor respeto por la nación
misma. El autoritarismo pragmático afirma la nación, no el individuo.
Al no tener que
preocuparse por la dignidad o la libertad del individuo, los regímenes
autoritarios pueden acelerar los cambios económicos. Los regímenes autoritarios
también pueden forzar una distribución menos desigual de los beneficios
económicos de lo que normalmente hacen las democracias. Estas características
las hacen atractivas para algunos. Pero estas no son buenas razones para
preferir el autoritarismo pragmático sobre el gobierno democrático.
El crecimiento
económico sostenido requiere innovación, y las innovaciones se derivan de las
libertades personales, las iniciativas y el respeto por nuestra dignidad. Las
democracias son flexibles y poseen una capacidad notable para cambiar el rumbo,
tanto en lo político como en lo económico, cuando las cosas no van bien. Los
regímenes autoritarios sofocan la creatividad y son reacios a emprender cambios
que puedan socavar su autoridad. El crecimiento económico sostenido requiere la
gobernabilidad democrática. Desafortunadamente, las naciones a menudo definen
la democracia en términos colectivistas y muestran un reflejo irreflexivo hacia
el autoritarismo.
El autoritarismo
pragmático no ofrece ninguna base de legitimidad política más que la retórica
colectivista de "nación primero". La democracia otorga una
importancia especial a nuestra dignidad individual y reconoce quiénes somos
como individuos a través de las urnas. La superioridad de la democracia se basa
en sus respetos por los derechos individuales.
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